Benedicto XVI considera primordial formar con rectitud las conciencias de los creyentes
frente a la pérdida del sentido del pecado y el aumento de los sentidos de culpa,
que se pretenden eliminar con insuficientes remedios paliativos
Sábado, 14 mar (RV).- En un mensaje al cardenal James Francis Stafford, penitenciario
mayor, con motivo del XX Curso anual para el Foro interno, promovido por la Penitenciaría
Apostólica, Benedicto XVI ha reiterado, una vez más, que «una de las prioridades pastorales
de este tiempo nuestro es la de formar rectamente las conciencias de los creyentes»,
porque -como ya ha señalado en otras ocasiones - «en la medida en que se pierde el
sentido del pecado, aumentan, lamentablemente, los sentidos de culpa, que se quisieran
eliminar con insuficientes remedios paliativos».
Tras saludar con afecto y
gratitud a todo el personal de la Penitenciaría, y a los organizadores de este encuentro
- que constituye «un singular seminario de actualización pastoral» y que ha llegado
a su vigésima edición - el Santo Padre se dirige asimismo a los religiosos de diversas
órdenes que administran el sacramento de la Penitencia en las Basílicas Papales de
Roma.
Destacando la importancia de la iniciativa de publicar los resultados
de este XX Curso para el Foro interno, para que sirvan a los participantes como «útiles
subsidios, con el fin de brindar respuestas adecuadas a cuantos encontrarán en la
administración del sacramento de la Penitencia», Benedicto XVI ha puesto de relieve
que «en la formación de las conciencias contribuyen múltiples y preciosos instrumentos
espirituales y pastorales, que se deben valorizar cada vez más». Entre ellos, el Papa
ha evidenciado, en particular, «la catequesis, la predicación, la homilía, la dirección
espiritual, el sacramento de la Reconciliación y la celebración de la Eucaristía».
Empezando
por la catequesis, Benedicto XVI recuerda que al igual que los otros sacramentos,
también el de la Penitencia requiere una catequesis previa y mistagógica, con el fin
de brindar «una contribución concreta a la educación de las conciencias, estimulándolas
a percibir cada vez mejor el sentido del pecado, hoy en parte desleído o, peor aún
obnubilado, por una forma de pensar y de vivir como si Dios no existiera, que ha vuelto
a ser de gran actualidad y que denota un relativismo cerrado al verdadero sentido
de la vida».
A «la catequesis, se debe unir un sabio empleo de la predicación»,
señala luego el Santo Padre, recordando también la importancia de saber utilizar los
modernos instrumentos telemáticos para anunciar la perenne e inmutable Palabra de
Dios, que el Maestro divino ha confiado a su Iglesia.
En lo que se refiere
a la dirección espiritual, y haciendo hincapié en que «hoy más que ayer hay necesidad
de ‘maestros de espíritu’ sabios y santos», Benedicto XVI recuerda la necesidad de
la oración y de la permanente actualización teológica y pastoral para «todo sacerdote,
llamado a administrar la misericordia divina en el sacramento de la Penitencia, mediante
el cual remite en nombre de Cristo los pecados y ayuda al penitente a recorrer el
camino exigente de la santidad, con recta e informada conciencia».
Sin olvidar
que «la conciencia del creyente se afina cada vez más gracias a una devota y conciente
participación en la Santa Misa», el Papa exhorta a los participantes en este Curso
a atesorar lo que han aprendido sobre el sacramento de la Penitencia, siendo en todo
lugar «dignos ministros de la misericordia divina y responsables educadores de las
conciencias». Inspirándose en el ejemplo de los santos confesores y maestros de espíritu.
Como el Cura de Ars, san Juan María Vianney, cuyo modelo recuerda Benedicto XVI, alentando
a invocar su protección, en particular, en este año en que conmemoramos el 150 aniversario
de su muerte.
El Santo Padre termina su mensaje invocando, sobre el ministerio
sacerdotal de cada presbítero, el amparo de la Virgen María, que en el tiempo de Cuaresma
honramos como ‘discípula del Señor’ y ‘Madre de reconciliación’.