Audiencia general: apremiante llamamiento del Papa por los tres asesinatos en Irlanda
del Norte y firme condena por “tales execrables actos de terrorismo" que profanan
la vida humana y ponen en peligro el proceso político en curso
Miércoles, 11 mar (RV).- Esta mañana Benedicto XVI presidió la audiencia general
de los miércoles en la Plaza de San Pedro, a las diez y media. El Pontífice, al final
de la misma, dedicó un apremiante llamamiento por la situación que se está viviendo
en Irlanda. “Recibí con profundo dolor la noticia de asesinato de los dos jóvenes
soldados británicos y de un agente de la policía en Irlanda del Norte, se lee en el
texto, mientras aseguro mi espiritual cercanía a las familias de las víctimas y heridos,
expreso mi firme condena por tales execrables actos de terrorismo que además de profanar
la vida humana, ponen en serio peligro el proceso político en curo en este país, y
arriesgan a que se apaguen las tantas esperanzas que este proceso suscita en al región
y en el mundo entero.
El Papa ruega al Señor para que nadie se deje vencer
nuevamente de la horrenda tentación de la violencia, sino que más bien cada uno multiplique
los esfuerzos para continuar la construcción, a través de la paciencia y el diálogo,
de una sociedad pacífica, justa y reconciliada.
La audiencia de hoy el Papa
la dedicó al gran misionero de octavo siglo, san Bonifacio, llamado el apóstol de
los pueblos germánicos. Nacido en Inglaterra entró muy joven al monasterio benedictino
y fue ordenado sacerdote a los 30 años, desde entonces sintió el llamado a la misión,
y partió con algunos compañeros hacia Holanda. Dos años más tarde en Roma recibió
del Papa Gregorio II el nombre de Bonifacio y la misión de predicar el Evangelio a
los pueblos de la Alemania.
Este ha sido el resumen de la audiencia del Papa
en español.
Queridos
hermanos y hermanas: En la audiencia de hoy me voy a detener en la figura
de San Bonifacio, el “apóstol de los pueblos germánicos”. El nombre de pila de nuestro
santo fue Winfrido. Nació en Gran Bretaña en torno al año seiscientos setenta y cinco.
Muy joven ingresó en un monasterio en el que destacó por su inteligencia. Una vez
ordenado sacerdote, sintió la llamada de Dios a la misión y fue enviado a Frisia (la
actual Holanda) donde, por la oposición del jefe local, fracasó en su primera iniciativa
evangelizadora. Sin caer en el desánimo, se dirigió a Roma, donde el Papa Gregorio
II le confió la tarea de evangelizar a los pueblos germánicos y le impuso el nombre
de Bonifacio. En poco tiempo, su quehacer dio resultados extraordinarios y el Pontífice
le confirió la ordenación episcopal. Bonifacio impulsó la creación de numerosos monasterios,
que se convirtieron en auténticos focos de cultura y espiritualidad. En el año setecientos
cincuenta y cuatro, mientras evangelizaba nuevamente Holanda, unos paganos lo asesinaron
en la ciudad de Dokkum, estando el Santo celebrando la Santa Misa. De su
vida y obra podemos destacar la centralidad de la Palabra de Dios, la total comunión
con el Papa y la promoción del encuentro entre la cultura romano-cristiana y la cultura
germánica.
Saludo a los peregrinos de lengua española,
en particular a los miembros del Rotary Club de Cuenca, acompañados por Monseñor José
María Yanguas, Obispo de esta diócesis; a los formadores y alumnos del “Seminario
Menor de la Asunción”, de Santiago de Compostela; y a los miembros de la Cofradía
del Santísimo Cristo de las Tres Caídas, de Sevilla. Que la intercesión de San Bonifacio
nos ayude a renovar nuestro compromiso en la tarea evangelizadora de la Iglesia, siendo
testigos valientes de la Palabra de Dios. Muchas gracias.
Al final de la
audiencia el Santo Padre se dirigió a los jóvenes, enfermos y recién casados, queridos
jóvenes les dijo, que el camino cuaresmal que estamos recorriendo sea de auténtica
conversión para que puedan alcanzar la madurez de la fe en Cristo. A los enfermos
el Papa les dijo que participando con amor al mismo sufrimiento del Hijo de Dios encarnado
puedan compartir desde ahora la gloria de su resurrección. Y por último a los recién
casados Benedicto XVI les dijo que encuentren en la alianza, que a precio de su sangre
Cristo estrechó con su Iglesia, el apoyo de su pacto conyugal y de su misión familiar.