2009-03-09 15:32:28

En el Monasterio de Santa Francisca Romana, Benedicto XVI destaca la importancia de la ‘contemplación y acción, oración y servicio de caridad, ideal monástico y compromiso social’


Lunes, 9 mar (RV).- Después de la visita al Ayuntamiento el Papa se ha trasladado al cercano monasterio de santa Francisca Romana en Tor d´Specchi. Después de un breve momento, en la Capilla del Coro, de adoración del Santísimo Sacramento y de venerar el cuerpo de Santa Francisca Romana, de la que hoy celebramos la memoria litúrgica, Benedicto XVI ha rendido homenaje a la “más romana de las Santas” mientras está en curso el cuarto centenario de su canonización.

El Papa ha hablado de la “total dedición a Dios y al prójimo”, de Santa Francisca Romana, esposa, madre de tres hijos y después fundadora de las Oblatas de Tor d´Specchi: entre el 1300 y el 1400 ha hecho brotar una original experiencia en la que el silencio y la oración están estrechamente unidas al trabajo: “Contemplación y acción, oración y servicio de caridad, ideal monástico y compromiso social: todo esto ha encontrado aquí un “laboratorio” rico de frutos, en estrecha unión con los monjes olivetanos de Santa María la Nueva. Pero el verdadero motor de cuando aquí se ha cumplido en el curso del tiempo ha estado en el corazón de Francisca, en el que el Espíritu Santo derramó sus dones espirituales y, al mismo tiempo, suscitó tantas iniciativas de bien”.

El monasterio de santa Francisca Romana – ha subrayado el Papa – está caracterizado por “un singular equilibrio entre vida religiosa y vida laical, entre vida en el mundo y fuera del mundo” y “se encuentra en el corazón de la ciudad” casi un “símbolo de la necesidad de llevar al centro de la convivencia civil la dimensión espiritual, para dar pleno sentido a las múltiples actividades del ser humano”: “Precisamente en esta perspectiva, vuestra comunidad, junto con todas las demás comunidades de vida contemplativa, está llamada a ser como un “pulmón” espiritual de la sociedad, para que a todo quehacer, a todo activismo de una ciudad no le falte el “respiro” espiritual, la referencia a Dios y a su designio de salvación. Es este el servicio que rinden en particular los monasterios, lugares de silencio y de meditación de la Palabra divina, lugares donde se anhela tener siempre la tierra abierta hacia el cielo”.

“El verdadero edificio que Dios quiere construir es la vida de los santos” – ha proseguido el Papa – y “también en nuestros días, Roma tiene necesidad de mujeres ... todas de Dios y todas del prójimo”: “Mujeres capaces de recogimiento y de servicio generoso y discreto; mujeres que sepan obedecer a los pastores, pero también que sepan sostenerles y estimularles con sus sugerencias, maduradas en el coloquio con Cristo y en la experiencia directa en el campo de la caridad, de la asistencia a los enfermos, a los marginados, a los menores en dificultad. Es el don de una maternidad que hace todo una oblación religiosa, sobre el modelo de María Santísima. El corazón de María es el claustro donde la Palabra continúa hablando en el silencio, y al mismo tiempo es el crisol de una caridad que empuja hacia gestos valientes, como también a un compartir perseverante y escondido”.







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