2009-03-06 16:08:07

«Esperando la encíclica social»: L’Osservatore Romano señala a Benedicto XVI como un Papa justo para un tiempo de crisis, que sabe confortar e indicar un recorrido razonable para salir de ella juntos, en lugar de hacerlo cada uno por su cuenta


Viernes, 6 mar (RV).- «Esperando la encíclica social». Es el título de un artículo que publica L’Osservatore Romano, en su primera página de este jueves, junto con otro artículo dedicado al Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Juventud 2009, que celebraremos el próximo domingo de Ramos.

Haciendo hincapié en la exhortación a «una esperanza sólida en tiempos de crisis», como alienta el Papa, el diario vaticano empieza este segundo artículo, señalando que «la crisis internacional que atenaza de forma creciente a hombres, mujeres y familias de los países ricos y pobres, sembrando aprensión y solicitando a cada uno una nueva lectura de la historia, es una ‘prueba del nueve’ también para medir el espesor del magisterio de Benedicto XVI».

La encíclica social que se está esperando, es la que anunció el mismo Pontífice, el pasado 26 de febrero en el encuentro que mantuvo con el clero de Roma. «Como sabéis – afirmó Benedicto XVI - desde hace mucho tiempo estamos preparando una encíclica sobre estos temas. Y en este largo camino veo cuán difícil es hablar con competencia. Porque, si no se afronta con competencia una realidad económica, no se puede ser creíble. Y, por otra parte, hay que hablar también con una gran conciencia ética, digamos, creada e impulsada por una conciencia forjada por el Evangelio».

«El Papa tiene un pensamiento para salir de la crisis. No en el sentido de recetas económicas específicas, capaces de volver a poner en marcha el flujo ordenado en la relación entre capital y trabajo, finanzas y necesidades de familias y empresas», señala también L’Osservatore Romano, explicando luego que «de esta crisis no se sale sin una esperanza que sea más creíble que aquella que vive sólo de los mercados y de las teorías económicas. Para lograrlo, es necesario recuperar razones para vivir. La depresión económica se supera si se vence la depresión ideal y el marchitar de la esperanza».

«Es en esta encrucijada entre el corazón y la capacidad programática de los recursos, que se coloca la palabra del Papa Ratzinger. Donde es un bien para todos dialogar con sus solicitaciones intelectuales y religiosas. Y donde puede parecer razonable y plausible la sabiduría cristiana que él pide que se deje entrar con renovada ciudadanía en la sociedad de los hombres de hoy», se lee en este mismo artículo, que recuerda que «hay expectación ante la anunciada encíclica social de Benedicto XVI». Si bien, el mismo Papa no quiere que se le tome por un ‘oráculo’. Pues, prefiere «un retorno a la razón. Porque sin este retorno se vuelve difícil también evaluar y apreciar la seriedad de la propuesta cristiana».

El diario vaticano subraya que «el mensaje para la Jornada mundial de la juventud es un ejemplo concreto del espíritu que podría animar la próxima encíclica» de Benedicto XVI. «Tanto que se puede pensar que para percibir su sentido en profundidad, podría ser útil volver a leer la encíclica Spe salvi, que muestra luminosamente cómo el razonar del Pontífice lleva siempre a las últimas consecuencias toda búsqueda humana».

Del mismo modo, el Santo Padre anhela que se impulsen los «grandes principios del amor, que caracterizan la identidad de los cristianos». Y que se tome en serio el Evangelio, revitalizando el sentido pertenencia a la Iglesia, que define como «la gran familia de los cristianos».

Sin negar la autonomía de la política, de la ciencia, de la técnica, de la economía y de todos los recursos materiales, cuando se dice que de por sí «no son suficientes para ofrecer la gran esperanza que todos anhelamos, el Papa recuerda simplemente que «no bastan para resolver todo tipo de problemas. Pues es nuestro corazón el que anhela más, para no seguir viviendo descontentos aún en medio de la abundancia».

Este denso artículo de L’Osservatore Romano termina señalando que «Benedicto XVI es un Papa justo para un tiempo de crisis porque sabe confortar e indica un recorrido razonable para salir de ella juntos, en lugar de hacerlo cada uno por su cuenta. Aún antes de que se delinearan los desastres bancarios, que han abierto la vorágine económica tan peligrosa para todos, el Papa ha presentado dos grandes cuestiones: la del amor e, inmediatamente después, la de la esperanza». Y, finalmente, «el confiar a un mensaje dirigido a los jóvenes, la reflexión sobre temas tan grandes de interés común, queda como señal de método para cuantos están implicados en la tarea de la educación».







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