Sábado, 11 abr (RV).- Os daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo, dice el profeta
Ezequiel. Es la hora de la espera. En el silencio de la muerte está sembrada la promesa
de la vida: un corazón nuevo, para amar de otra manera. ¿Por qué seguimos buscando
entre los muertos al que vive? Desde el relato de la creación, a la liberación de
Egipto y el paso del mar rojo, a la tumba vacía y a la imagen del hortelano, todo
son intentos de Dios invitándonos a buscar la vida allí donde está, no en nuestros
reductos de seguridades, sino en Cristo, que una vez resucitado de entre los muertos,
ya no muere más.
Viernes, 10 abr (RV).- Todo está cumplido. Todo nos ha sido
dado. Es el día de la entrega de Jesús en la cruz. El día de su donación total: Nos
entrega a María como Madre, herencia imperecedera para todo el que se sienta desvalido,
necesitado de una madre. Entrega el paraíso al ladrón sincero. Hoy, en el mismo momento
en que se reconoce culpable, le llega la salvación. Pide el perdón para sus enemigos.
Padre perdónales. Ofrecer el perdón es poner el corazón a disposición de quien te
ofende. Entrega el Espíritu, su último aliento. Se entrega a sí mismo del todo: Todo
está cumplido.
Jueves, 9 abr (RV).- “Haced esto en conmemoración mía”.
El día más largo de la vida de Jesús en esta tierra. No durmió, y se prolongó hasta
las tres de la tarde del Viernes Santo. Es el día de la entrega de Jesús. He aquí
las formas de su entrega:
En la Eucaristía: la fracción del pan, tomad y comed
todos de mi cuerpo y de mi sangre. Darse, sin esperar nada a cambio. Lavar los pies
significa inclinarse delante del otro. Instituye el sacerdocio: Haced esto en conmemoración
mía. Invitación a imitar su vida “sagrada, consagrada” a Dios y a los demás. Día del
amor fraterno: hasta que todos seamos hijos de Dios y hermanos unos de otros.
Miércoles,
8 abr (RV).- Es entregado por la traición de uno de los suyos. Dice Isaías (50, 4-9a)
que el Mesías se ofrece voluntariamente a la obra redentora de Dios. Retrata a nuestro
Cristo en toda su dimensión. Con el salmo 68 reconozcamos la firmeza de ese Mesías
que por Dios ha afrontado afrentas, que se desploma, pero que, en medio de la angustia,
canta la alabanza de Dios. Judas, el hombre del puñado de monedas. No pudo escapar
de la tentación del beneficio inmediato. Es más cómodo el éxito de este mundo, que
ser fiel a una misión, como Jesús. Por eso su mensaje permanece y ha llegado hasta
nosotros. Le costó insultos, salivazos, latigazos y la cruz. Pero fue él quien dio
la vida, no se la quitaron.
Martes, 7 abr (RV).- No es lo mismo decir
que daríamos la vida por él a darla de verdad. Isaías sigue mostrándonos al Mesías
de Dios (49, 1-6). El Mesías no tiene salida, es la espada de Dios que debe atravesar
los corazones de todos. Con el salmo 70 expresemos nuestra total confianza en Dios,
porque él es nuestra roca de refugio, el baluarte de nuestra salvación. Será el salvador
de la humanidad.
El evangelio nos presenta un paralelo entre la figura
de Judas y la de Pedro. Durante la Cena en Jerusalén, Jesús pone al descubierto las
intenciones secretas de Judas. El evangelio añade: "era de noche". Pedro, por su parte,
está lleno de palabrería. Le negará, como Judas. Pero el corazón humilde le valdrá
para arrepentirse y Dios le perdonará.
Lunes, 6 abr (RV).- La sepultura
del Señor podría estar cerca. Hoy Lunes Santo acompañamos a Jesús en Betania, donde
viven sus amigos Marta, María y Lázaro. Asegura Isaías, el profeta mesiánico (42,1-7)
que el Mesías es el sostenido por Dios. Por ello no hace ruido ni se defiende ante
los ataques de los enemigos. Fortalezcámonos con el salmo 26 porque, “Cuando me asaltan
los malvados para devorarme, tropiezan y caen”. Él es el Salvador universal. El encuentro
es celebrado, como en otras ocasiones, con una cena. En la mitad del banquete María
rinde un insólito homenaje al maestro: unge los pies de Jesús con un perfume costosísimo.
Judas Iscariote se queja del derroche porque el perfume es caro (Jn 12, 1-11), pero
si es que la sepultura de Jesús será pronto y nadie le embalsamará.
Sábado,
4 abr (RV).- Subir con Jesús a Jerusalén Dice el Señor, por medio del profeta Ezequiel,
que viene para reunir a todos los hombres (37,21-28). Yo voy a recoger a los israelitas,
por las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a
repatriar. Reconozcamos esa acción amorosa de Dios y con el mismo Jeremías digamos
“El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño. El que dispersó a Israel lo reunirá”.
Jesús debía morir por la nación hebrea (Jn 11,45-57), aunque no sólo por la nación,
sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. El ansia de unidad y fraternidad
entre todos los hombres sólo puede realizarse por el camino de la cruz, donde se manifiesta
el amor verdadero. Viernes, 3 abr (RV).- "El Señor está con nosotros". Lleno de
temor dice Jeremías (20,10-13). “Oía el cuchicheo de la gente, pero el Señor está
conmigo, como fuerte soldado”. Con el salmo 17 aclamemos: “En el peligro invoqué al
Señor, y me escuchó. Invoco al Señor de mi alabanza y quedó libre de mis enemigos”.
Para quien espera en Dios no hay temor (Jn 10,31-42). Sus enemigos quieren apedrear
a Jesús porque dice que es Dios. El Padre está en él y él en el Padre. Esta es la
promesa para quien acepte ser hijo de Dios: la Escritura llama dioses a los que aceptan
este mensaje y hacen las obras que dan testimonio de ser hijos de verdad. Muchos creyeron
en Jesús y nos creerán a nosotros.
Jueves, 2 abr (RV).- Guardar su Palabra
es no conocer la muerte. En el Génesis (17,3-9) Dios dice a su amigo “Te llamarás
Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos”. Aquella promesa es de la
que nosotros vivimos. Con el salmo 104 digamos “El Señor se acuerda de su alianza
eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán”.
Y así dice Jesús (Jn 8, 51-59) quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir
para siempre. Algunos le replicaron si era él más que nuestro padre Abrahán, que murió.
Pero Jesús no se glorió de sí mismo, sino de su Padre, que le envía y le glorifica.
Esa es la gloria que nos ofrece también a nosotros.
Miércoles, 1 abr (RV).-
La fe cuando se hace fidelidad libera. Daniel hoy nos narra (3,14-20.91-92.95) la
historia de los tres jóvenes en el horno. Dios premia su fidelidad librándoles de
las llamas. Con el cántico de los jóvenes digamos al Señor “A ti gloria y alabanza
por los siglos. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo
y glorioso”.
Igual que aquellos tres jóvenes (Jn 8,31-42), dice el Señor,
“Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad,
y la verdad os hará libres. Ser discípulo de Jesús es mantenerse en la fidelidad a
él, porque él se mantuvo fiel al encargo de su Padre. La fidelidad del hijo es la
que nos salva.
Martes, 31 mar (RV).- Contemplar al Crucificado para ver la
vida. En el libro de los Números (21,4-9) dice que cuando un hebreo era mordido por
una serpiente, si miraba la serpiente de bronce se curaba. Con el salmo 101 digamos
“Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti. El Señor ha mirado desde
el cielo para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte”.
Mirar a Jesús y ver su rostro es comprender su corazón. Contemplar a Jesús levantado
en alto (Jn 8,21-30) es descubrir al inocente que da la vida por amor. Sólo así seremos
sanados de nuestra muerte. El Padre no le deja solo porque vive y muere habiendo hecho
lo que agrada al Padre.
Lunes, 30 mar (RV).- Dios salva, no condena. Hoy se
nos narra la historia de Susana (Dn 13,1-9. 15-17. 19-30. 33-62) víctima, inocente
y acusada con falso testimonio. Sólo le quedaba esperar en Dios, el Dios que salva
a los que esperan en él. El salmo 22 invita a que reconozcamos: “Aunque camine por
cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida”. Lo que le sucedió a Susana pasó también a la mujer adúltera
del evangelio (Jn 8,1-11), aunque ésta era culpable. Los letrados y fariseos exigen
aplicar la ley y el castigo previsto. Sólo Jesús no la condena, simplemente le recomienda
ir por mejores caminos en la vida.
Sábado, 28 mar (RV).- ¿Qué decimos de Jesús?
El profeta Jeremías (11,18-20) habla del Mesías y dice de él que es el cordero llevado
al matadero. Con el salmo 7 digamos: “Señor, Dios mío, a tí me acojo. Cese la maldad
de los culpables, y apoya tú al inocente, tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo”. La forma de actuar y de hablar de Jesús provocó discordias entre
su gente. Unos le reconocen como Mesías, otros se confabulan contra él. Su persona
no los deja indiferentes. Los apegados a la tradición no aceptan su novedad; los abandonados,
los que no cuentan, reconocen que jamás nadie ha hablado así. Es el evangelio, (Jn
7,40-53) la Buena Nueva quien provoca a estar con él o contra él.
Viernes,
27 mar (RV).- El justo perseguido y los perseguidores. Dice el libro de la Sabiduría
(2,1a.12-22): “El impío maquina eliminar al justo porque sus palabras y acciones son
incómodas”. Digamos con el salmo 33: “El Señor está cerca de los atribulados. Aunque
el justo sufra muchos males, de todos los librará el Señor”. Jesús vino a traer paz,
aunque esa paz se convirtiera en guerra contra el mal. La provocación a los jefes
le costó persecución a quien buscaba justicia, no la suya, sino la de quien le envía
(Jn 7,1-2.10.25-30): “Intentaron agarrar a Jesús, el Justo, para matarlo, pero nadie
le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora”.
Jueves, 26 mar
(RV).- La verdadera conversión. Hay un ruego a Dios por nosotros en labios del profeta
Ezequiel (32,7-14): “Arrepiéntete de la amenaza contra el pueblo”. Roguemos nosotros
mismos con el salmo 105: “Acuérdate de mi, Señor, por amor a tu pueblo”. Dios es quien
ofrece la verdadera salvación para todos. Por ello, dice Jesús (Jn 5,31-47), las obras
que yo hago dan testimonio del amor del Padre. Si no aceptáis la salvación que viene
del amor, no será el amor quien os acuse. Si ponéis la confianza en vuestras fuerzas,
Dios poco podrá hacer, y será la Ley de Moisés quien delate vuestro pecado. La conversión
es pasar de la ley al amor, lugar de la verdadera esperanza.
Miércoles, 25
mar (RV).- Escuchar al Hijo es creer en el Padre. Dios nos cuida siempre. Hoy Isaías
(49 8-15) nos asegura: “El Señor dice: En tiempo de gracia te he respondido, en día
propicio te he auxiliado; para decir a los cautivos: "Salid"; a los que están en tinieblas:
"Venid a la luz".” Con el salmo 144 digamos “El Señor es clemente y misericordioso.
Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente”. No
tengáis miedo, dice el evangelio de hoy (Jn 5,17-30), mi Padre trabaja en mí, y quien
acoge la palabra del Hijo obtiene la vida, ha pasado ya de la muerte a la vida. La
actuación del Padre se percibe cuando tienes la mirada de hijo: tus obras le manifiestan.
Martes,
24 mar (RV).- Sedientos, acudid por agua. Una hermosa promesa de parte del profeta
Ezequiel (47,1-9.12): “El agua recorre el templo y desemboca en el mar saneándolo”.
Con el salmo 45 digamos: “El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar
es el Dios de Jacob. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo
consagra su morada”. El agua de la piscina de Betesda pudo sanar al que llevaba 38
años enfermo (Jn 5,1-3.5-16), pero hubo de ser Jesús quien le empujara. El agua que
sale del costado de Cristo curará por años sin término a quien se acoja a él. Danos
a conocer el agua de la vida, la que brota en nuestro interior y nadie fuera de ti
la puede dar.
Lunes, 23 mar (RV).- Acoger la vida. De labios del profeta Isaías
(65,17-21) recibimos una hermosa promesa: “El Señor creará un cielo nuevo y una tierra
nueva. Transformará a Jerusalén en alegría y no se oirán en ella gemidos ni llantos”.
Agradezcamos al Señor su amor con el salmo 29: “Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la
fosa”. Jesús había anunciado en Caná de Galilea su hora, pero antes había que preparar
la actitud de fe para aceptarla. El funcionario real de Cafarnaún pidió la curación
de su hijo (Jn. 4,43-54), se fió de la palabra de Jesús y se puso en camino. La palabra
de Jesús produce la sanación a quien cree en él.
Sábado, 21 mar (RV).- Presentar
al Señor un corazón sincero como sacrificio. El profeta Oseas (6,1b-6) dice que “El
Señor no quiere sacrificios ni holocausto, sino misericordia y conocimiento de Él”.
En el salmo 50 rezamos a Dios “Los sacrificios no te satisfacen. Mi sacrificio es
un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias”.
Por eso Jesús sólo acepta oraciones sinceras: “ten compasión de mí que soy pecador”,
en cambio no acepta la oración del que está seguro de sí. En San Lucas leemos (18,9-14):
“Te doy gracias, Señor, porque yo no soy como los demás”. Quien reza así vuelve a
su casa en desgracia de Dios. Con lo fácil que sería decir: Padre, perdóname.
Viernes,
20 mar (RV).- Amar a Dios sobre todas las cosas. El pueblo se arrepiente de su idolatría
y, con Oseas (14,2-10) dice al Señor “No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras
manos”. Fortalezcamos nuestra fe oyendo a Dios en el salmo 80: “Yo soy el Señor, Dios
tuyo: escucha mi voz”. Las órdenes que da Jesús se reducen a dos: reconocer que Dios
es bueno con todos sus hijos y tratar de expulsar el mal que oprime al hombre. San
Marcos (12,28b-34) lo dice así : “Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser”, y “amarás
a tu prójimo como a ti mismo”. Quien camina por un sendero con estas dos lindes va
seguro, no está lejos del Reino de los cielos.
Jueves, 19 mar (RV).- Vigilar
para no cerrarse a la salvación. El profeta Jeremías nos advierte (7,23-28) que el
pueblo no escuchó ni prestó oído al Señor, caminaba según sus ideas. Endurecieron
la cerviz. Y así, el salmo 94 nos recuerda: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
"No endurezcáis vuestro corazón". El Señor invita a estar atentos a los verdaderos
signos de salvación. Lucas (11,14-23) lo formula así: “Si yo echo los demonios con
el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. El que no
está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama”. La gracia de Dios
no coincide con nuestros planes, sino con la grandeza de su amor.
Miércoles,
18 mar (RV).- Recordar la ley de Dios y observarla. En el Deuteronomio (4,1.5-9) Moisés
habló al pueblo diciendo: “Escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir”.
Con el salmo 147 decimos “Glorifica al Señor, Jerusalén. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel”. A Jesús le acusaban de saltarse la Ley, pero el
Señor nos dice en el evangelio de Mateo (5,17-19): “No creáis que he venido a abolir
la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Quien cumpla y
enseñe los preceptos del Señor será grande en el reino de los cielos”. Los códigos
legales valen mientras sirvan para desarrollar la suprema Ley, la del amor, esa es
la plenitud de todo precepto.
Martes, 17 mar (RV).- La compasión de Dios invita
a perdonar. En el Deuteronomio (3,25.34-43) se hace la siguiente petición a Dios:
“Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre. Trátanos según tu piedad”.
Y el salmo 24, por su parte, nos hace repetir “Señor, recuerda tu misericordia”. Para
que esta oración sea eficaz ha de respetar las reglas de coherencia en nuestra vida.
San Mateo nos dirá (18,21-35): “El Señor tuvo lástima de aquel empleado, perdonándole
la deuda”. Pero éste no perdonó a su compañero y provocó consternación en los hombres
y en Dios mismo. “Lo mismo hará con vosotros el Padre del cielo, si cada cual no perdona
de corazón a su hermano”.
Lunes, 16 mar (RV).- Desconfiar de los privilegios
y abrirse a la Gracia. En 2Re 5,1-15a, se nos menciona la curación de un extranjero:
Naamán. Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado,
más que Naamán, el sirio. Con el salmo 41 digamos “Mi alma tiene sed del Dios vivo.
¿Cuándo veré el rostro de Dios? Envía tu luz y tu verdad: que ellas me conduzcan hasta
tu monte santo”. Según nos dice san Lucas (4,24-30), Jesús, al igual que Elías y que
Eliseo, no ha sido enviado, únicamente a los judíos. Los privilegios del banquete
de Dios son gratis, pero la gratuidad nos ha de hacer generosos, todo ser humano,
los vecinos, incluso al que tengo como enemigos, son destinatarios de la gracia.
Sábado,
14 mar (RV).- Levantarse y volver al Padre. El profeta Miqueas (7,14-15.18-20) asegura
que el Señor “no mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia.
Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas”. Rezamos con el salmo 102 “El
Señor es compasivo y misericordioso. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se
levanta su bondad sobre sus fieles”. Una grandiosa parábola, la del padre bueno, nos
ofrece hoy San Lucas (15,1-3.11-32). El recuerdo de su padre hizo salir de los labios
del hijo pródigo esas palabras: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no
merezco llamarme hijo tuyo”. Y el padre le recibió lleno de alegría. El Dios de Jesús
es el Padre que necesitamos. Viernes, 13 mar (RV).- Acoger el Reino y al enviado.
El Génesis (37,3-4.12-13a.17b-28), nos cuenta cómo José fue vendido por sus hermanos,
y cómo Dios transforma el pecado para bien. El salmo 104,16-21 afirma con claridad:
“Recordad las maravillas que hizo el Señor. La palabra del Señor acreditó a José.
El rey lo nombró administrador de su casa. Dios nos ha dado al heredero que trae la
salvación (Mt 21,33-34.45-46). Pero, cuidado, no la malgastemos, no sea que sus frutos
se echen a perder. Acoger a Jesús es someter nuestros criterios a los suyos y a los
del Reino. “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”.
La ciencia humana no llega muy lejos si no se hace sabiduría.
Jueves, 12 mar
(RV).- Confiar en los verdaderos valores. Por medio de Jeremías (17,5-10) el Señor
nos dice: “Bendito quien pone su confianza en el Señor. Maldito quien confía en el
hombre apartando su corazón del Señor”. Por medio del salmo primero repitamos con
fe “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. Dichoso el hombre que
su gozo es la ley del Señor y medita su ley día y noche”. Hoy el Señor nos recuerda,
en San Lucas (16,19-31), que la riqueza no es buena compañera. El hombre rico que
vestía de púrpura no reparó en el mendigo Lázaro. El destino se trocó después de muertos:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso
encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces”.
Miércoles, 11 mar (RV).-
Acompañar a Cristo en su Pasión. El libro del profeta Jeremías (18,18-20) nos descubre
la manera como los paganos confabulaban contra el profeta “Venid maquinemos contra
Jeremías”. A ello el profeta responde “Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. Acuérdate
de cómo estuve en tu presencia”. Con el salmo 30 digamos: “Sálvame, Señor, por tu
misericordia. En tu mano están mis azares, líbrame de los enemigos que me persiguen”.
Jesús, por Mateo, pregunta a cada uno de nosotros (20,17-28) “¿Sois capaces de beber
el cáliz que yo he de beber? Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que
los grandes los oprimen. No será así entre vosotros”. El poder, si no es servicio
desinteresado, lleva semillas de muerte.
Martes, 10 mar (RV).- El profeta Isaías
(1,10.16-20) sentencia: “Aprended a obrar el bien y defended al oprimido. Así los
pecados, quedarán blancos como nieve”. Y el salmo 49 nos anima: “Al que sigue buen
camino le haré ver la salvación de Dios”. En Mateo (23,1-12) Jesús nos dice “Haced
y cumplid lo que os digan los escribas y fariseos; pero no hagáis lo que ellos hacen,
porque ellos no hacen lo que dicen” La credibilidad del cristiano no está en las palabras,
sino en el servicio. “El primero entre vosotros será vuestro servidor”. Y la verdad
del corazón sólo es verdad cuando se hace afectiva, ternura, misericordia.
Lunes,
9 mar (RV).- Perdonar como Dios perdona para ser perdonados. En el Deuteronomio (9,4b-10)
los miembros del pueblo elegido decían: “Nos abruma la vergüenza porque hemos pecado
contra ti. El Señor es compasivo y nos perdona”. Con el salmo 78 digamos “Señor, no
nos trates como merecen nuestros pecados. Socórrenos, Dios, salvador nuestro, líbranos
y perdona nuestros pecados”. Misericordia es religión de “entrañas”, de corazón compasivo
y Lucas (6,36-38) nos dice cuál debe ser nuestra manera de actuar, porque: “La medida
que uséis, la usarán con vosotros”. El perdón desde las entrañas es algo que se nos
debe conceder, es superior a nuestras fuerzas.
Sábado, 7 mar (RV).- El libro
del Deuteronomio señala con claridad: “El Señor eligió a su Pueblo. Este deberá guardar
todos los preceptos del Señor y será el pueblo santo”. Con el salmo 118 reflexionemos
al repetir “Dichoso el que camina en la voluntad del Señor. Quiero guardar tus leyes
exactamente, tú no me abandones”.La sentencia de Jesús es clara en el evangelio de
Mateo, cuando él nos pone en guardia frente a nuestra infidelidad en cuanto a los
hermanos. No podemos amar solo a los que nos hacen bien porque “¿No hacen lo mismo
también los gentiles? Por tanto, sean perfectos, como el Padre celestial es perfecto”.
Viernes,
6 mar (RV).- Reconciliación con Dios y con los hermanos. El profeta Ezequiel nos declara
una gran verdad: si el malvado se convierte y guarda los preceptos, ciertamente vivirá
y no morirá. Pero si el justo olvida su camino se condenará. Y el salmo 129 nos ayuda
a reflexionar cuando nos invita a repetir: “Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir? Porque del Señor viene la misericordia y él redimirá a Israel
de todos sus delitos”. Jesús, conociendo nuestra inconsistencia, nos dice: “Si al
presentar tu ofrenda al altar recuerdas que has ofendido a tu hermano, deja la ofrenda,
reconcíliate y luego presenta tu ofrenda a Dios”. Convertirse es reconciliarse, decir
el Padre nuestro con verdad.
Jueves, 5 mar (RV).- Renovar la fe en la oración.
El libro de Ester nos dice que, cuando el Pueblo de Dios estaba sufriendo y acongojado,
Ester buscó en Dios la ayuda necesaria. Que el salmo 137 nos ayude a decir: “Cuando
te invoqué, me escuchaste, Señor. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la
obra de tus manos. Teniendo nuestras vidas llenas de oscuridad y necesidades reales,
oigamos a Cristo que, por medio de san Mateo nos dice “Pidan y se les dará; llamad
y se os abrirá, buscad y encontraréis”. La oración no trata de conseguir que Dios
haga lo que yo quiero, sino que yo quiera hacer lo que Dios me sugiere.
Miércoles,
4 mar (RV).- El signo de Jonás. Los judíos estaban satisfechos con la restauración
de Jerusalén, del Templo y de la Ley. La religión estaba a buen recaudo, esto daba
seguridad religiosa. La conciencia de ser elegidos les hacía excluyentes del que no
fuera judío. Y en ese contexto de tranquilidad religiosa Jonás apuesta por la renovación.
¿Renovación de qué si ya nadie nos ataca ni nos pone en crisis? A estos, a los encerrados
en su idea de religiosidad, Jonás les remueve de su piedad y Jesús le propondrá como
modelo. A estos no se les dará otra señal que la de Jonás, los pecadores y malvados
les adelantarán en el Reino de los Cielos.
Martes, 3 mar (RV).- Padre nuestro…
misteriosa oración. Al tiempo que nos hace hijos, desvela lo lejos que estamos del
Padre. Porque, ¿podemos llamar a Dios Padre al tiempo que rechazamos a quien nos puede
hacer sombra? El Padre hace llover sobre buenos y malos, nosotros reservamos el agua
sólo para los amigos, los demás ni son hijos de Dios, ni tienen derechos, ni me importan.
Y yo sigo diciendo “Padre nuestro…” sin miramientos con la fraternidad, sin que me
pese la hipocresía, sin que me importe contaminar el río, o dejar que se mueran de
soledad los abuelos en la residencia de ancianos. “Padre nuestro…” Lunes, 2 mar
(RV).- Hoy el tema es el del juicio final, ese que se produce cada día y en cada acto
de justicia o de maldad que haces. Aquí no cuenta el tiempo ni hay que esperar a que
se acabe el mundo. Otro problema es que utilicemos a diario la táctica del avestruz,
porque forasteros, hambrientos y sedientos, enfermos o presos nos rodean por todas
partes; si no los vemos es que no queremos verlos. Y sin ir tan lejos: los necesitados
que nos juzgan son nuestros hijos, el compañero de trabajo, la vecina que ha tenido
que soportar la fuga del marido, el que soporta mansamente la dictadura de su amo,
el viudo que no sabe prepararse un plato de sopa… -estos son los que nos juzgan cada
día.
Sábado, 28 feb (RV).- Jesús acusado de comer y beber con publicanos y
pecadores. Está muy mal visto andar con gente andrajosa y maloliente, y además te
pueden contagiar enfermedades. Ya estamos con las apariencias. La cuaresma es el camino
de la sinceridad. Si por dentro estás limpio contagiarás limpieza, porque lo que mancha
no es lo de fuera, sino lo de dentro. Así, a Jesús no le importa que le llamen comedor
y bebedor, el sabe que está habitado por el Padre, que transmite salud y perdón: “No
necesitan médico los sanos, sino los enfermos…” No vengo a perdonar a los piadosos,
sino a los que piden perdón.
Viernes, 27 feb (RV).- ¿Por qué los discípulos
de los fariseos ayunan a menudo y los de Jesús no? Por una razón muy sencilla, porque
a los de Jesús no se les nota, no lo pregonan, no alardean. Para ser sincero no basta
con decir la verdad, hay que ser humilde con los propios méritos. Santa Teresa decía
que la verdadera humildad es andar en verdad, y la verdad es que no tenemos mucho
de que vanagloriarnos. Además, la cara compungida del que ayuna le traiciona, manifiesta
que no tiene la alegría de quien está con el novio. Cuando se lleven al novio entonces
sí tendremos que ponernos de luto.
Jueves, 26 feb (RV).- Salvar la vida es
gastarla en servicio, vaciar el yo soy, yo tengo, para llenarse del otro, de lo que
el otro es y lo que el otro tiene y a mí me falta. Unos pretenden engordar comiendo,
eso hacen los cerdos. Otros se llenan de verdad dándose. Quien quiera ganar su vida
la perderá, y quien pierda su vida por mi causa la salvará. Esa paradoja la expresa
también Jesús diciendo: toma tu cruz cada día, y sígueme. La cruz de cada día, el
trabajo y la convivencia, son los medios para hacer realidad el plan de Dios: transformar
el mundo y enriquecer a los demás con mi servicio. Esta es la identidad del cristiano,
la profunda verdad del ser humano.
Miércoles, 25 feb (RV.- Hoy comienza la
Cuaresma. Cuarenta días de camino hacia la Pascua. Símbolo bíblico desde Moisés hasta
Jesús, como los 40 días de desierto o los cuarenta años del Pueblo caminando hacia
la Tierra Prometida, hacia el encuentro con Dios. Y en este camino se nos propone
aceptar que esta es la realidad humana, caminar hacia El. En segundo lugar aprender
a esquivar las trampas del camino, de ahí la recomendación de Jesús a ser sinceros
con nosotros mismos: cuando des limosna, cuando ores, cuando ayunes no lo hagas para
que te vea la gente, al contrario, échate colonia. Tu Padre, que ve en lo secreto,
te recompensará.