Congreso de la Pontificia Academia para la Vida: “Las nuevas fronteras de la genética
y el riesgo de la eugenesia”
Martes, 17 feb (RV).- «Las nuevas fronteras de la genética y el riesgo de la eugenesia».
Es el tema del Congreso promovido por la Pontificia Academia para la Vida, que se
celebrará en Vaticano, en los próximos días 20 y 21 de febrero, y que se ha presentado
esta mañana en el Aula Juan Pablo II, de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, con
una exhortación a aunar el desarrollo de la ciencia, aliviando los sufrimientos de
toda persona, con el de la ética, en favor de una vida plenamente humana, teniendo
en cuenta su dignidad y trascendencia:
«Nos encaminamos hacia un futuro cargado
de incertidumbres en esta perspectiva -ha explicado el presidente de la Pontificia
Academia para la Vida. Mons. Rino Fisichella- Ciertamente, la investigación puede
crecer y debe progresar para poder dar alivio a cada persona. Pero, al mismo tiempo,
se nos llama a hacer crecer y progresar la conciencia ética, sin la cual toda conquista
quedaría siempre y sólo parcial. Nunca destinada plenamente a cada persona, en su
anhelo de una vida plenamente humana y, precisamente por ello, abierta y siempre tendida
hacia una trascendencia que la supera y la envuelve».
«El objetivo de este
Congreso será el de verificar si en el marco de la experimentación genética hay aspectos
que tienden y actúan de hecho una acción eugenésica», ha explicado el presidente de
la Pontificia Academia para la Vida, refiriéndose a cuán ‘aterrador es el término
eugenesia’ - con el que se designa la pretensión de aplicar las leyes biológicas de
la herencia al perfeccionamiento de la especie humana – ha puesto en guardia contra
aquellos logros científicos que, «afianzados en una publicidad sostenida por grandes
intereses económicos, hacen perder de vista los verdaderos peligros que subyacen y
tienden a crear una mentalidad que ya no tiene la capacidad de reconocer el objetivo
mal presente y de formular un juicio ético correspondiente».
Todo avance
científico lleva consigo inevitablemente esa mirada del Jano bifronte que muestra
la belleza y al mismo tiempo lo trágico, ha recordado Mons. Fisichella, señalando
luego que - presentándose engañosamente con «el rostro consolatorio del que quisiera
mejorar físicamente a la especie humana – se expresa en diversos proyectos de orden
científico, biológico, médico, social y político», en nombre de una ‘normalidad’ de
vida».
«Normalidad que queda enteramente por definir y que empuja de forma
incontrovertible a establecer quién puede arrogarse la autoridad para establecer las
reglas y las finalidades del vivir ‘normal’ de una persona», ha destacado con firmeza
Mons. Fisichella, lamentando que «en todo caso, esta mentalidad ciertamente restrictiva,
pero presente, tiende a considerar que haya personas que tienen menos valor que otras.
Sea debido a su condición de vida, como pobreza o falta de educación. Sea debido a
su condición física. Por ejemplo, los minusválidos, los enfermos psíquicos, las personas
que están en ‘estado vegetativo’, las personas ancianas y aquellas con graves patologías».
Por su parte, Mons. Ignacio Carrasco de Paula, Canciller de la Pontificia
Academia para la Vida, puso en guardia contra el uso discriminatorio de las informaciones
genéticas, en particular en la eugenesia. Tras citar la Declaración universal sobre
el genoma humano y los derechos humanos, propuesta en 1997 por la UNESCO y aprobada
por la Asamblea general de la ONU en 1998, Mons. Carrasco de Paula recordó que el
artículo 1 afirma que «el genoma humano subyace a la unidad fundamental de todos los
miembros de la familia humana, así como el reconocimiento de su intrínseca dignidad
y de su diversidad». Y el artículo 6 señala una importante consecuencia: «Nadie debe
ser objeto de discriminaciones basadas en sus propias características genéticas, que
tengan por objeto o por efecto el de lesionar los derechos individuales, las libertades
fundamentales y el reconocimiento de su propia dignidad».
«No hay duda de que,
la eugenesia - más o menos subrepticia - representa hoy el principal acto instrumentalizado
y discriminatorio de los descubrimientos de la ciencia genética. Éste es el punto
que el Congreso se propone explorar. Obviamente, el objetivo principal es el de llamar
la atención de todos sobre los notables beneficios que podemos obtener de la investigación
genética si – como parece correcto y deseable - se dirigen hacia ella tanto el empeño
de los investigadores como las inversiones públicas y privadas, superando la tentación
de los aparentes atajos propuestos por la eugenesia».
Ha presentado también
este Congreso el Profesor Bruno Dallapiccola, docente de Genética Médica en la Universidad
‘La Sapienza’, de Roma, señalando que «los progresos de la genética están aclarando
los mecanismos que están en la base de la variabilidad entre las personas. Y ello,
en una época de deshumanización de la medicina, representa un valor que necesita ser
apreciado, porque es precisamente el reconocimiento de esa variabilidad biológica
la que nos ayuda a mirar a cada paciente no como a un número, en el interior de un
protocolo, y tampoco como a un simple producto del código genético, sino como a una
persona».