Benedicto XVI conmemora con un concierto las celebraciones por el 80 aniversario de
fundación del Estado de la Ciudad del Vaticano, durante el cual invita a rendir homenaje
a los protagonistas de la historia de “un pequeño pedazo de tierra”
Viernes, 13 feb (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI asistió ayer al concierto en el
Aula Pablo VI del Vaticano, en el marco de las celebraciones por el 80 aniversario
de fundación del Estado de la Ciudad del Vaticano. El programa contó con una selección
del “Messiah” de Georg Friedrich Händel, en la ejecución de la Orquesta de la Radio
Televisión Irlandesa y del Coro de la Catedral de Dublín, bajo la dirección del Maestro
Proncìes o Din.
Al final del concierto, Benedicto XVI tomó la palabra y manifestó
su satisfacción por poder dirigir un saludo cordial o todos los presentes, comenzando
por las autoridades religiosas, civiles y militares, así como a las ilustres personalidades
que también asistieron, con un pensamiento especial para los prelados de la Curia
Romana y los colaboradores de los diversos dicasterios que se dieron cita para recordar,
también con esta iniciativa, un aniversario tan significativo.
El Papa manifestó
su viva gratitud al Card. Giovanni Lajolo, presidente de la Pontificia Comisión para
el Estado de la Ciudad del Vaticano, quien previamente le había dirigido unas palabras
de devoción y afecto. Benedicto XVI extendió su saludo al Secretario General, Mons.
Renato Boccardo, y a los demás responsables del Governatorato, y expresó su reconocimiento
a todos los que han cooperado de diversas maneras en la organización y realización
de este evento musical.
Seguro de interpretar los sentimientos de todos los
presentes, el Papa dirigió unas palabras especiales de agradecimiento y aprecio a
los componentes de la Orquesta de la Radio Televisión Irlandesa, a los coristas, al
director, al Maestro del Coro y a los solistas. Reservando un saludo particular a
la numerosa representación de fieles procedentes de Dublín que viajaron a Roma para
acompañar el Coro de su ciudad.
Aludiendo al hecho de que con este concierto
se ha querido hacer memoria de un aniversario significativo para el Estado de la Ciudad
del Vaticano, el Papa dijo que efectivamente se inserta en el programa del Congreso
organizado para esta circunstancia bajo el tema: “Un pequeño territorio para una gran
misión”. Y tras afirmar que el próximo sábado tendrá la oportunidad de encontrarse
con los participantes en estas jornadas de estudio a quienes dirigirá su palabra
sobre este aniversario, el Papa agradeció a cuantos han contribuido a solemnizar un
aniversario tan significativo para la Iglesia católica.
Porque como dijo Su
Santidad: “conmemorando los 80 años de la Civitas Vaticana, se advierte la necesidad
de rendir homenaje a cuantos han sido y son protagonistas de estos ocho decenios de
historia de un pequeño pedazo de tierra. En primer lugar, querría recordar al principal
protagonista, mi venerado Predecesor Pío XI. Él, al anunciar la firma de los Pactos
Lateranenses y, sobre todo, la constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano,
quiso recurrir a una expresión de san Francisco de Asís. Dijo que la nueva realidad
soberana era para la Iglesia, como para el Pobrecillo, “aquel poco de cuerpo que bastaba
para tener unida el alma” (cf. Discurso del 11 febrero 1929”).
Por esta razón
el Papa invitó a los presentes a pedir al Señor -que guía firmemente los destinos
de la “Barca de Pedro” entre los acontecimientos no siempre tranquilos de la historia-
que sigua velando sobre este pequeño Estado. “Pidámosle sobre todo –prosiguió el Papa-
que asista con el poder de su Espíritu a Aquel que está en el timón de la Barca,
el Sucesor de Pedro, para que pueda desarrollar con fidelidad y eficazmente su ministerio
como fundamento de la unidad de la Iglesia Católica, que tiene en el Vaticano su centro
visible y se expande hasta los confines del mundo”. El Papa encomendó esta oración
a la intercesión de María, Virgen Inmaculada y Madre de la Iglesia. Por último el
Santo Padre renovó, en nombre de los presentes, su cordial agradecimiento a quienes
han ideado esta velada, así como a los orquestales y cantores, asegurando a cada uno
un recuerdo en la oración y sobre todos impartió la bendición de Dios.