2009-02-11 12:52:11

Cultura y Humanismo: “El camino de Bernardita”


Miércoles, 11 feb (RV).- Hoy se celebra la solemnidad de la Virgen de Lourdes y en el programa de hoy dedicado a la Cultura y al Humanismo recordaremos el viaje que el Santo Padre Benedicto XVI realizó el pasado año a Francia para celebrar el 150 aniversario de las Apariciones.

“No dejéis que las dificultades os descorazonen. (…) Queridos jóvenes, por vuestra parte, no tengáis miedo de decir sí a las llamadas del Señor, cuando Él os invite a seguirlo. Responded generosamente al Señor. Sólo Él puede colmar los anhelos más profundos de vuestro corazón”. Con este mensaje Benedicto XVI recordaba que María transmite un mensaje de esperanza para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sean del país que sean, “porque Ella es la luz de la esperanza que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar”.

En este 2009 el tema pastoral elegido en Lourdes ha sido: “El camino de Bernardita”, siguiendo de este modo el camino propuesto en 2008 que estuvo dedicado a las apariciones. Por este motivo, no olvidamos a Bernardita, ya que el Camino del Jubileo pasaba por tres lugares significativos, relacionados con ella: el baptisterio, el calabozo y el oratorio del Hospicio. Pero el camino del Jubileo se acababa el 16 de julio de 1858, día de la última aparición. Este año la propuesta es seguir la marcha, ya que Bernardita vivió veintiún años, después de las apariciones: ocho años en Lourdes y trece, en Nevers. Si la Iglesia la declaró «santa», no fue a causa de las apariciones (todos los videntes de la Historia no han sido canonizados), sino a causa de su vida entera. Detener la vida de Bernardita en 1858 sería absurdo. Como María prosiguió su peregrinación de fe, según las palabras de Juan Pablo II, Bernardita prosiguió su camino con decisión. Por esta razón, después del Camino del Jubileo, desde Lourdes nos proponen el Camino de Bernardita.

En este camino de Bernardita que hoy recobra un significado fundamental al celebrarse la solemnidad de la Virgen de Lourdes, la propuesta es abordar cuatro temas fundamentales del camino de la santa: discernir su vocación; la vida en la Iglesia; la eucaristía y el servicio.

Bernardita tuvo muy pronto la intuición de que sería religiosa. Dado que había visto a la Virgen, parecía normal que Bernardita entrara en una congregación contemplativa. Con toda naturalidad pensó en el Carmelo de Bagnères, fundado en 1853. Pero su salud no iba a permitirle seguir íntegramente la regla. Rechazando además toda posibilidad de que le acomodaran la regla. Puesto que esta clase de orden, con sus austeridades, no estaba hecha para ella, tuvo que buscar en otra parte.

La Iglesia de Bernardita era su familia, «iglesia doméstica », como lo ha repetido recientemente el Papa Benedicto XVI. En la familia Soubirous, padres e hijos rezaban juntos el rosario, se sostenían mutuamente, aguantaban juntos los duros golpes de la vida y se mantenían en la confianza. «Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre…».

Su pertenencia a la Iglesia adquirió una forma particular al hacerse religiosa. Pero no debemos reducir la vida de Bernardita a Nevers y a las relaciones, a veces tensas, con sus superioras. En la vida diaria, Bernardita compartía con las demás Hermanas el mismo deseo de amar a Jesucristo y al prójimo, y trataba de ayudarlas cuando sufrían o estaban turbadas.

Su visión de la Iglesia superaba la de su comunidad religiosa. Bernardita tenía un sentido agudo de la comunión de los santos. O más bien de la comunión con los pecadores. Durante toda su vida, puso en práctica el mandato de la Señora: «Rece a Dios para los pecadores.» Ofreció todas sus renuncias y todos sus sufrimientos por los pecadores. En sus noches de insomnio, se unía a las Misas que se celebraban durante las primeras horas de la mañana, en otros lugares del mundo.

Lo más duro para Bernardita fue renunciar. Tuvo que renunciar a ser enviada a una casa de la Congregación para ocuparse de los más pobres. Las Superioras juzgaron poco prudente dejarla marchar de Nevers. Tuvo que renunciar también a servir a sus Hermanas como enfermera y aceptar ser servida ella misma. Bernardita era humilde, pero altiva, y le costó aceptar el depender de otros.

Durante sus largas y frecuentes estancias en la enfermería de Nevers, Bernardita sufrió mucho por no poder asistir a Misa, como se decía antes. Cuando podía, lo hacía de todo corazón, uniendo el ofrecimiento de su vida y de sus sufrimientos a la ofrenda de Cristo. En el momento de su muerte, en 1879, ya se había inaugurado la basílica de la Inmaculada Concepción y estaba en marcha el proyecto de una basílica más amplia, la del Rosario. Pero la verdadera construcción, de la que los templos de piedra no son más que la imagen, es la que tiene a Cristo como fundamento o clave de bóveda, que se construye en el Espíritu Santo.

En las últimas horas de su vida terrestre, Bernardita se comparaba con un grano de trigo, parecido a los que había visto moler en el molino de Boly. Reproducía en sí misma la vocación del Siervo paciente: «Triturado por el sufrimiento, agradó al Señor». Sabía también que los granos de trigo tienen que ser molidos para convertirse en Pan de Vida.







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