Eluana: la muerte física no es nunca, para el cristiano, la última palabra
Martes, 10 feb (RV).- La muerte de Eluana Englaro, la mujer italiana de 38 años, en
estado vegetativo desde hace 17, fallecida la pasada noche en la clínica “Le Quiete”
de Udine, ha sido un caso que ha conmovido a todo el país. Hoy es objeto de una reflexión
del padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y
de nuestra emisora, que comenta el desenlace terreno de esta frágil vida, que tuvo
lugar, mientras en el Senado de Italia se debatía un proyecto de ley para prohibir
la suspensión de la nutrición e hidratación
Frente a la muerte el creyente
se recoge en oración y confía a Dios el alma de Eluana, una persona que hemos aprendido
a querer y que en estos últimos meses se ha convertido en parte de nuestra vida.
Ahora
que Eluana descansa en paz, deseamos que su caso, que ha levantado tantas discusiones,
sea motivo para todos de serena reflexión y de búsqueda responsable de los caminos
mejores para acompañar, en el debido respeto del derecho a la vida, en el amor y en
el cuidado atento, a las personas más débiles. Aquellas que, como decía el Papa en
el Ángelus del domingo, no pueden valerse por sí mismas, sino que dependen totalmente
de los cuidados de los demás.
La muerte de Eluana nos envuelve en una sombra
de tristeza por las circunstancias en las que ha sucedido, pero la muerte física
no es nunca, para el cristiano, la última palabra. Incluso en nombre de Eluana, buscaremos
las vías más eficaces para servir a la vida.
La muerte de Eluana Englaro tuvo
lugar cuando se cumplía el tercer día sin alimentos ni hidratación en la clínica.
Los obispos italianos habían pedido repetidas veces que se le mantuviera en vida,
pues no dependía de máquinas para vivir, sino únicamente del suministro de alimentación
e hidratación. Al hacerse pública la noticia de su muerte, la Conferencia Episcopal
Italiana ha publicado un comunicado para manifestar su "grandísimo dolor" y expresar
la esperanza de que su muerte una "a quienes creen en la dignidad de la persona y
el valor inviolable de la vida, sobre todo cuando es indefensa". "Dirigimos un llamamiento
a todos para que no desfallezca esta pasión por la vida humana, desde su concepción
hasta su ocaso natural", concluyen los prelados italianos.