2009-02-05 18:11:29

Reflexiones en familia


Escuchar el programa RealAudioMP3
Jueves, 5 feb (RV).- Continuando con las conclusiones del reciente Encuentro Mundial de las Familias, celebrado el pasado mes de enero en la Ciudad de México, hoy recogemos apartes de los elementos que el Padre Alvaro Corcuera, superior general del movimiento apostólico Regnum Christi y de la congregación religiosa de los Legionarios de Cristo presentó a los asistente al encuentro en su charla, pero sobre todo en una entrevista concedida al portal católico Zenit.

Para el Padre Corcuera el encuentro mundial de las familias fue como un Pentecostés, donde hemos pedido al Espíritu Santo que nos transforme. A su vez, señaló el prelado, creo que Él nos pide, en estos tiempos no fáciles, vivir como Jesucristo, con la urgencia de hacer el bien, en estado de misión, formando entre todos un solo corazón y una sola alma como los primeros cristianos. ?

Durante la conferencia presentada en el marco de este encuentro mundial, el Padre Corcuera subrayó la importancia de la fe, la esperanza y la caridad como ejes pilares de la vida cristina y un gran desafío para las familias. Las virtudes teologales son la manera propiamente cristiana de relacionarnos con Dios, la espina dorsal que mantiene unida y en pie a la familia aunque falten otras realidades. Si faltan la fe, la esperanza y la caridad, puntualiza el Prelado, la familia cristiana no sobrevivirá incluso en las mejores condiciones externas.

Igualmente el superior de la congregación religiosa de los Legionarios de Cristo subrayó el papel fundamental de las familias en la educación. Se aprende no desde la teoría, sino con el testimonio, que la fe no es cumplir unos mandatos por obligación, sino una respuesta viva al amor de Dios, donde la gratuidad del amor es un factor decisivo. Se aprende que Cristo no es una idea, sino el centro de nuestra vida y la respuesta a todos los problemas; que los sacramentos no son un evento social, sino una verdadera celebración de la presencia de Dios en nuestra vida, un encuentro con Él. En la familia se aprende a vivir la fe sin acostumbrarse, sino como algo vivo que se renueva y crece, que se comparte sin miedo, que une en el amor.

En la familia, los hijos aprenden de los padres y de los hermanos mayores a hablar con Dios, a escucharle, a adherirse a su voluntad, a ir más allá del sufrimiento o la tristeza. Y en la familia se aprende el amor, lo que da sentido a todo y sin lo cual nada tiene sentido. Se aprende el perdón, la compasión, la paciencia, la justicia; se aprende a disculpar, a hablar bien, a pensar bien, a huir de la crítica y de todo aquello que puede hacer morir el alma. Al ver vivir así a sus padres, los niños se abren a las realidades últimas de la vida, y descubren el valor del tiempo de cara a la eternidad. En la familia es donde se comprende que Dios es Padre y que amarlo a Él es la mayor felicidad del hombre. La familia se convierte, aun en medio de las dificultades, en un paraíso en la tierra.

El Padre Corcuera señaló así mismo que es muy importante que en familia se viva la alegría, como una característica esencial a la virtud de la esperanza. Una auténtica alegría, que es como quien ya va reflejando la belleza del cielo en el hogar. Y, de esta virtud, en familia también se aprende a aprovechar el tiempo, porque se toma conciencia, sobre todo ante los eventos que se viven juntos, de la brevedad de nuestra vida y de que vale la pena aprovechar cada día de cara a la eternidad, cada día como el único día de nuestras vidas

Y es que esta felicidad no parte de la individualidad, sino de esa armonía familiar, del amor y la unión que hay en las familias. Somos felices cuando somos amados y amamos, dice el padre Corcuera. La familia es el lugar privilegiado para experimentar ese amor profundo, el más parecido al amor de Dios, porque en la familia se nos ama sin condiciones, por quienes somos, no por lo que hacemos o tenemos; no se nos quiere por nuestras cualidades o capacidades ni se nos deja de querer por nuestras limitaciones y defectos. Esa incondicionalidad y gratuidad del amor, aunque no seamos capaces de amar siempre así, es un reflejo del amor de Dios.

La familia es más feliz en la medida que se da y que aporta, como en la familia misionera. En este caso también podríamos decir que la familia que reza unida, y que unida hace el bien llevando el evangelio, permanece aún más unida, puntualizó el padre Corcuera.

Texto: Alma García
Locución: Alina Tufani







All the contents on this site are copyrighted ©.