XIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada: el Papa señala al apóstol Pablo como ejemplo
a seguir para los consagrados, para que puedan realizar su servicio apostólico en
la Iglesia y con ella, con un espíritu de comunión sin reservas y testimoniando la
caridad, el carisma más grande
Lunes, 2 feb (RV).- Benedicto XVI ha señalado al apóstol Pablo como ejemplo a seguir
para los consagrados, para que puedan realizar su servicio apostólico en la Iglesia
y con ella, con un espíritu de comunión sin reservas y testimoniando la caridad, que
es el carisma más grande. Esta tarde ha tenido lugar en la Basílica Vaticana la celebración
eucarística presidida por el cardenal Franc Rodé para los miembros de los institutos
de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica. Finalizada la celebración
el Papa se ha dirigido a los consagrados, a quienes ha hablado principalmente del
apóstol de los Gentiles, cuyo estilo de vida expresa la sustancia de la vida consagrada
inspirada en los consejos evangélicos de la pobreza, la castidad y la obediencia.
El Santo Padre ha abordado también otro aspecto fundamental de la vida consagrada
de Pablo: la misión. “En él, ha subrayado Benedicto XVI, reconocemos una profunda
capacidad de conjugar vida espiritual y acción misionera”. Él pertenece a esa raza
de ‘constructores místicos’ cuya existencia es a la vez contemplativa y activa, abierta
a Dios y a los hermanos para ofrecer un servicio eficaz al Evangelio.
A ellos
el Papa les dijo al término de la celebración eucarística, haciendo suyas en este
año paulino las palabras del apóstol: “Siempre, al acordarme de vosotros, doy gracias
a mi Dios; y cuando oro, pido siempre con alegría por todos vosotros, que desde el
primer día y hasta hoy se han solidarizado con la causa del Evangelio.”
En
este saludo, ha añadido el Papa, Pablo expresa el recuerdo afectuoso que él conserva
de cuantos viven personalmente el Evangelio y se comprometen a transmitirlo, uniendo
al cuidado de la vida interior la fatiga de la misión apostólica. “En la tradición
de la Iglesia, San Pablo siempre fue reconocido padre y maestro de cuantos, llamados
por el Señor, eligieron una incondicionada dedicación a Él y a su Evangelio, de allí
que diversos institutos tomen el nombre de San Pablo y de él obtengan una inspiración
carismática específica”.
“Imitar a Pablo en seguir a Jesús, representa una
mediación pedagógica segura. Imitarlo es un camino privilegiado para corresponder
profundamente a la vocación propia de una especial consagración a la Iglesia. De su
voz se puede conocer un estilo de vida que expresa la sustancia de la vida consagrada
inspirada en los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. En la pobreza,
continuó diciendo el Papa, se ve la garantía de un anuncio del Evangelio realizado
en total gratuidad mientras expresa al mismo tiempo la concreta solidaridad hacia
los hermanos necesitados”.
“Pablo es también un apóstol que acogiendo la llamada
de Dios a la castidad donó el corazón al Señor en manera indivisible para poder servir
con más libertad y dedicación a sus hermanos. En este contexto, todos conocemos la
decisión de Pablo de mantenerse con el trabajo de sus manos y su compromiso por la
colecta en favor de los pobres de Jerusalén”.
Otro aspecto de la vida consagrada
de Pablo es la misión, continuó diciendo el Papa. “En él, tan estrechamente unido
a la persona de Cristo, reconocemos una profunda capacidad de conjugar la vida espiritual
y la acción misionera; en él las dos dimensiones se atraen recíprocamente. Él pertenece
a grupo de los “constructores místicos” cuya existencia es ya sea contemplativa y
activa, abierta a Dios y a sus hermanos para desarrollar un servicio al Evangelio
eficaz”.
El Papa remarcó luego el coraje del apóstol dijo, frente al sacrificio
al afrontar pruebas terribles, hasta el martirio, la confianza inquebrantable en
la palabras de Su Señor. “Su experiencia espiritual aparece como traducción vivida
del misterio pascual, que él ha intensamente investigado y anunciado como forma de
vida del cristiano. Pablo vive por, con y en Cristo”.
Por último y tras mencionar
la reciente Instrucción sobre el servicio de la autoridad y la obediencia dedicada
los miembros de la vida consagrada, el Pontífice, les invitó a buscar cada mañana
el contacto vivo y constante con la Palabra de cada día, meditándola y custodiándola
en el corazón como un tesoro, convirtiéndola en la raíz de toda acción y el primer
criterio de toda elección. “Que el Año paulino alimente aún más en cada uno de ustedes
el propósito de acoger el testimonio de San Pablo, meditando cada día la Palabra de
Dios con la práctica fiel de la lectio divina”.