Al recibir a los obispos de la Conferencia episcopal rusa el Papa, aludiendo a la
reciente elección del nuevo Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, manifiesta su
deseo de caminar juntos hacia la reconciliación y el amor fraterno
Jueves, 29 ene (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI comenzó sus actividades públicas
esta mañana a las 11,15 recibiendo en audiencia, en el palacio apostólico del Vaticano,
a un grupo de cuatro obispos de la Conferencia Episcopal de Rusia, con motivo de su
quinquenal Visita "ad limina Apostolorum". En el contexto del Año Paulino, que estamos
celebrando, Benedicto XVI –dirigiéndose a los queridos y venerados hermanos de la
Conferencia episcopal rusa– los acogió y saludó con alegría y con las palabras del
Apóstol: “Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo”
(1 Co 1, 3). Y destacó que han venido a Roma para venerar los lugares sagrados donde
san Pedro y san Pablo sellaron con el martirio su existencia al servicio del Evangelio.
Precisamente es éste –destacó el Papa– el primer significado de la visita ad limina
Apostolorum. Porque como explicó el Pontífice, en su calidad de Sucesores de los Apóstoles,
también ellos se encuentran con el Sucesor de Pedro, poniendo de manifiesto la comunión
que los une a él.
La comunión con el Obispo de Roma –añadió– , garante de la
unidad eclesial, permite a las comunidades encomendadas a sus atenciones pastorales,
si bien minoritarias, sentirse “cum Petro” y “sub Petro”, parte viva del Cuerpo de
Cristo extendido por toda la tierra. En efecto, agregó Benedicto XVI, “la unidad,
que es don de Cristo, crece y se desarrolla en las concretas situaciones de las diversas
Iglesias locales. De ahí que el Papa, citando la constitución conciliar Lumen gentium
(n. 23), afirmara a este propósito que el Concilio Vaticano II recuerda que “cada
uno de los obispos, por su parte, es el principio y fundamento visible de unidad en
sus Iglesias particulares, formadas a imagen de la Iglesia universal. En ellas y a
partir de ellas existe la Iglesia católica, una y única”.
El Sucesor de Pedro
aprovechó este encuentro con los pastores de la Iglesia que vive en Rusia para renovarles
su solicitud y cercanía espiritual, animándolos a proseguir unidos en la actividad
pastoral, beneficiándose también con la experiencia de la Iglesia universal. Además,
tras escuchar con gran interés cuanto le han referido estos pastores acerca de sus
comunidades, el Papa dijo que están viviendo un proceso de maduración y van profundizando
juntas su “rostro” de Iglesia católica local. Por otra parte, a esto –agregó el Papa–
tiende también su esfuerzo de inculturación de la fe. Y manifestó de buen grado su
aprecio por el compromiso con que se ocupan del relanzamiento de la participación
litúrgica-sacramental, de la catequesis, de la formación sacerdotal y de la preparación
de un laicado maduro y responsable, que sea fermento evangélico en las familias y
en la sociedad civil.
El Santo Padre observó además que, lamentablemente,
también en Rusia como en otras partes del mundo, se registra la crisis de la familia
con el consecuente descenso demográfico, junto con otras problemáticas que afectan
a la sociedad contemporánea. “Come se sabe –dijo textualmente– estas problemáticas
preocupan también a las autoridades estatales, con las cuales es, por tanto oportuno,
proseguir la colaboración por el bien de todos.
En este contexto, Benedicto
XVI destacó justamente la atención que estos obispos dirigen especialmente a los jóvenes,
a los cuales la comunidad católica rusa –fiel a la “memoria” de sus propios testigos
y mártires y utilizando oportunos instrumentos y lenguajes– está llamada a transmitir
inalterado el patrimonio de santidad y fidelidad a Cristo, y a los valores humanos
y espirituales, que están en la base de una eficaz promoción humana y evangélica.
Tras
recordar que están viviendo en un contexto eclesial particular, es decir en un país
caracterizado en la mayoría de su población por una milenaria tradición ortodoxa con
un rico patrimonio religioso y cultural, el Papa manifestó que en estos días se siente
espiritualmente cercano a los queridos hermanos y hermanas de la Iglesia Ortodoxa
Rusa, que se alegran por la elección del Metropolita Kirill como nuevo Patriarca de
Moscú y de todas las Rusias. A él, añadió, mis felicitaciones más cordiales por la
delicada tarea eclesial que le ha sido encomendada. Pido al Señor que nos confirme
a todos en el compromiso de caminar juntos por el camino de la reconciliación y del
amor fraterno”.
El Obispo de Roma se despidió de los prelados rusos invocando
la maternal intercesión de la bienaventurada Virgen María y de los Apóstoles Pedro
y Pablo sobre ellos y sobre sus programas apostólicos, y de corazón les impartió una
bendición apostólica especial, extendiéndola con afecto a los sacerdotes, a los religiosos
y a las religiosas, así como a la entera comunidad católica que da testimonio de Cristo
entre las poblaciones de la Federación Rusa.