«La humanidad de hoy no debe olvidar Auschwitz y las demás ‘fábricas de muerte’»
Martes, 27 ene (RV).- En esta Jornada Internacional dedicada a conmemorar a las víctimas
del Holocausto, recordamos la peregrinación de Benedicto XVI a Polonia. Lo hacemos
con las palabras que pronunció él mismo en su primera audiencia general al volver
del que fuera el primer Viaje Apostólico de su Pontificado, después de haber presidido
en Colonia la Jornada Mundial de la Juventud.
Mientras seguían vibrando aún
las emociones que conmocionaron los corazones de innumerables personas, cuando daban
la vuelta al mundo las imágenes y las palabras del Papa - ‘hijo del pueblo alemán’
- en Auschwitz, ‘valle oscuro de la humanidad’. Con el anhelo de que del recuerdo
del horror brote la resistencia contra el mal y triunfe el amor.
«Antes de
volver a Roma – reiteró Benedicto XVI - quise visitar precisamente ese lugar, tristemente
conocido en todo el mundo. En el campo de Auschwitz-Birkenau, al igual que en otros
campos semejantes, Hitler hizo exterminar a más de seis millones de judíos. En Auschwitz-Birkenau
murieron también cerca de 150.000 polacos y decenas de miles de hombres y mujeres
de otras nacionalidades. Ante el horror de Auschwitz no hay otra respuesta que la
cruz de Cristo: el Amor que desciende hasta el fondo del abismo del mal, para salvar
al hombre en la raíz, donde su libertad puede rebelarse contra Dios».
«La humanidad
de hoy no debe olvidar Auschwitz y las demás ‘fábricas de la muerte’, en las que el
régimen nazi trató de eliminar a Dios para ocupar su lugar», exclamó Benedicto XVI
y añadió que el mundo «no debe caer en la tentación del odio racial, que está en la
raíz de las peores formas de antisemitismo. Los hombres deben volver a reconocer que
Dios es Padre de todos y que a todos nos llama en Cristo para construir juntos un
mundo de justicia, de verdad y de paz».