Audiencia general: apelando a la responsabilidad de los creyentes en la Semana de
Oración para la Unidad de los Cristianos, el Papa pide “hacer visible al mundo el
don de la unidad, que hace creíble nuestra fe”
Miércoles, 21 ene (RV).- “Nuestra responsabilidad de creyentes, es la de “hacer visible
al mundo el don de la unidad, que hace creíble nuestra fe”. Así lo ha afirmado Benedicto
XVI en su catequesis de Benedicto, durante la Audiencia General, hoy dedicada a la
Semana de Oración por la Unidad de los cristianos. Además recordando el VI encuentro
Mundial de las Familias clausurado el domingo en México, el Papa ha pedido oraciones
para que el Señor sostenga a todas las familias.
“Nuestra responsabilidad de
creyentes, en camino hacia aquella “plena unidad” que es “la vida y la misión misma
de la Iglesia en el mundo”, es la de “hacer visible al mundo el don de la unidad,
que hace creíble nuestra fe”. Lo ha afirmado esta mañana Benedicto XVI en el curso
de la Audiencia General en el Aula Pablo VI cuya catequesis ha dedicado el Papa a
la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos, que concluirá el próximo domingo
25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo.
“La unidad es ante todo
un don del Señor”, ha recordado el Papa, según el cual, “sólo saliendo de nosotros
mismos y yendo hacia Cristo, sólo en la relación con Él, podremos estar realmente
unidos”. El Santo Padre ha exhortado a los fieles a “trabajar y hacer todo lo posible
para que se cumpla la unidad entre todos los discípulos de Cristo, para que nuestra
mano sea instrumento de la mano unificadora de Dios”.
El futuro del movimiento
ecuménico hacia la meta de la plena unidad requiere para el Pontífice “paciencia y
perseverancia”. “La razón del movimiento de la unidad es la fidelidad a la vocación
de Dios”, ha explicado el Papa, que ha recordado las enseñanzas del Concilio: “No
hay verdadero ecumenismo sin conversión interior, porque el deseo de la unidad nace
y madura en nosotros mismos en el pleno ejercicio de la caridad”.
El otro gran
tema durante la Audiencia General de hoy ha sido el de la familia. ''Que el Señor
sostenga a todas las familias, para que en ellas reine la fe viva, el respeto recíproco,
el amor sincero y la mutua comprensión”. Ha afirmado Benedicto XVI saludando a los
fieles llegados de América Latina, recordando que en Ciudad de México se clausuraba
el domingo el VI encuentro Mundial de las Familias bajo el tema: “La familia formadora
en los valores humanos y cristianos”.
Tras destacar la importancia del "núcleo
familiar como base de de la sociedad", el Pontífice ha encomendado las familias a
la protección de la Sagrada Familia de Nazaret. Asimismo, ha exhortado a los fieles
católicos a acompañar con la oración los preparativos del VII encuentro de las familias,
que se celebrará en 2012 en Milán con el tema: “La familia, el trabajo y la fiesta”.
Los
Encuentros Mundiales de la Familia, que tienen como objetivo reforzar la institución
familiar y sus lazos en los cinco continentes, comenzaron en 1994 en Roma, coincidiendo
con el Año Internacional de la Familia declarado por la ONU, el tema fue: “La familia
corazón de la Iglesia y de la humanidad”. El segundo se celebró en Río de Janeiro,
en 1997, sobre “La familia, don y compromiso, esperanza para la humanidad”; el tercero
en el 2000 tuvo lugar de nuevo en Roma con motivo del Jubileo y se profundizó en “Los
hijos, primavera de la familia y de la sociedad”; En 2003, se llevó a cabo en Manila
el cuarto, con el tema: “La familia cristina, una buena noticia para el tercer milenio”.
Y el quinto, en el 2006, en Valencia para analizar “La transmisión de la fe en la
familia”.
Juan Pablo II asistió a los tres primeros. A Manila no pudo ir por
su delicado estado de salud. Benedicto XVI, acudió al de Valencia, aunque no al de
Ciudad de México, aunque indicó que a pesar de no haber podido acudir en persona,
ha seguido de cerca el encuentro y ha participado, sobre todo, rezando.
Este
ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los
peregrinos de nuestra lengua presentes en el Aula Pablo VI:
Queridos
hermanos y hermanas: El domingo pasado comenzó la semana de oración por
la unidad de los cristianos, iniciativa espiritual que este año se inspira en las
palabras de Ezequiel: “Que sean una sola cosa en tu mano” (37,17). El tema ha sido
elegido por un grupo ecuménico de Corea. Del texto del profeta se desprende que el
Señor desea que todo su pueblo camine con paciencia y perseverancia hacia la plena
comunión. Este compromiso comporta una adhesión humilde a Dios, el cual bendice y
hace fecunda esta tarea. No hay ecumenismo verdadero sin una auténtica conversión
interior. Que estos días de plegaria nos estimulen hacia esta meta y sirvan también
para dar gracias a Dios por el camino que se ha recorrido hasta ahora, continuando
el diálogo bajo el impulso de la verdad y la caridad. En este año paulino, sigamos
las huellas del Apóstol, que gastó su vida por el único Señor y por la unidad de su
cuerpo místico, dando, con su martirio, un testimonio supremo de fidelidad y amor
a Cristo.
Saludo con afecto a los peregrinos de
lengua española, en particular a los grupos venidos de España y Latinoamérica. Después
de la celebración en México del VI Encuentro Mundial de las Familias, os invito a
dar gracias a Dios por este acontecimiento tan importante y a acompañar con vuestra
ferviente oración los preparativos del próximo encuentro, que se celebrará en Milán.
Que el Señor sostenga con su gracia a todas las familias, para que en ellas reine
la fe viva, el respeto recíproco, el amor sincero y la comprensión mutua. Encomiendo
esta intención a la protección de la Sagrada Familia de Nazaret. Muchas gracias.
Como
siempre el Papa, antes de finalizar la audiencia, ha saludado a los jóvenes a los
enfermos y a los recién casados. Celebramos hoy la memoria litúrgica de santa Inés,
virgen y mártir, que a pesar de su juventud afrontó con valentía la muerte por amor
del Señor teniendo en ella “los mismos sentimientos de Jesucristo”, el Cordero inmolado
y vencedor. Queridos jóvenes, queridos enfermos y queridos recién casados, por intercesión
de santa Inés que vosotros viváis vuestra vocación y las concretas condiciones en
las que os encontréis como auténticos caminos de santidad.