Benedicto XVI invita a los católicos iraníes a colaborar con las autoridades y a no
emigrar, subrayando que Irán puede ser puente de paz entre Oriente Medio y Asia
Viernes, 16 ene (RV).- Su Santidad Benedicto XVI ha recibido hoy en Audiencia a cuatro
obispos de la Conferencia Episcopal de Irán en vistita Ad limina Apostolorum, encabezados
por Mons. Ramzi Garmou, arzobispo de Teherán de los Caldeos y presidente de la Conferencia
Episcopal iraní. En su discurso, el Papa ha puesto de relieve “la riqueza de la unidad
en la diversidad que existe en el seno de la Iglesia católica”, como lo demuestra
el cotidiano testimonio de estos prelados que representan y son, los obispos Ordinarios
de la Iglesia Armenia, Caldea y Latina en Irán.
El Pontífice ha aprovechado
esta ocasión para enviar un saludo a todo el pueblo iraní: “Hoy como antaño, la Iglesia
católica no cesa de animar a todas las personas que aspiran con su corazón al bien
común y a la paz entre las naciones. Por su parte, Irán, puente entre Oriente Medio
y Asia sur continental, también realizará esta vocación de paz”. Benedicto XVI
ha apreciado el servicio que realizan los obispos “en una tierra donde la presencia
cristiana es antigua y donde la fe se ha desarrollado y mantenido en el curso de los
distintos azares de la historia iraní”. Un reconocimiento que ha extendido a los sacerdotes,
religiosos y religiosas, que trabajan en este país. El Papa ha reconocido el precioso
testimonio de todos ellos y cómo su presencia es necesaria así como la asistencia
espiritual y humana que aseguran a sus fieles, a través de un contacto directo y cotidiano.
El Papa se ha referido concretamente a los cuidados que aportan a las personas
ancianas y la asistencia que prestan a las categorías sociales con menos recursos.
En este sentido el Santo Padre ha enviado un saludo a todas las personas comprometidas
en las obras de la Iglesia. Y particularmente ha evocado “la contribución que ha dado
Caritas en la obra de reconstrucción, tras el terrible terremoto que asoló la región
de Bam”. El Pontífice ha subrayado que no olvidará nunca a los fieles católicos
que viven en la tierra de sus antepasados y que le recuerda la imagen bíblica de la
levadura del pan. “A través de vosotros -ha dicho- quiero agradecerles su constancia
y perseverancia y animarles a permanecer fieles a la fe de sus padres”. A pesar de
que las distintas comunidades católicas viven en contextos variados, ciertos problemas
son los mismos: “Es necesario que desarrolléis relaciones armoniosas con las instituciones
públicas, que con la gracia de Dios irán mejorando paulatinamente y que permitirán
realizar mejor vuestra misión en la iglesia, en el respeto mutuo y por el bien de
todos. Os animo a promover todas las iniciativas que favorezcan un mejor conocimiento
recíproco”.
Para ello Benedicto XVI ha hablado de “dos caminos que pueden ser
explorados: el del diálogo cultural, riqueza milenaria en Irán, y el de la caridad.
Este último iluminará la primera y será el motor”. Para realizar este objetivo, el
Santo Padre señala especialmente “el progreso espiritual de vuestros respectivos fieles:
es necesario tener obreros que siembren y sieguen: sacerdotes, religiosos y religiosas”,
ha dicho.
Aunque, el Papa reconoce que estas comunidades de Irán son “reducidas
y no permiten esperar grandes vocaciones locales que, sin embargo es necesario impulsar.
La difícil misión de los sacerdotes y religiosos os obliga a desplazaros para alcanzar
comunidades cristianas diseminadas por el vasto territorio iraní. Para superar estas
dificultades y otras, la construcción de una Comisión bilateral con vuestras autoridades
está estudiándose para permitir también desarrollar las relaciones de conocimiento
mutuo entre la Republica islámica de Irán y la Iglesia católica. Finalmente Benedicto
XVI ha puesto en evidencia la fuga continua de cristianos de las comunidades iraníes
que dejan la tierra para viajar a lugares más favorables para su vida profesional
y para la educación de sus hijos. El Papa dice que es un deseo legítimo, pero pone
en aviso a los obispos para que sean pastores de los fieles que quedan en Irán y los
anima a que continúen en contacto con los que marchan para que no pierdan su identidad
milenaria y su fe ancestral.