Ángelus: Evocando a cuantos viven secuestrados, el Papa recuerda que con Cristo se
ha realizado la victoria del amor sobre el odio que permite hoy a tantos cristianos
no responder al mal con el mal
Viernes, 26 dic (RV).- La fiesta de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia, en
la liturgia de este día, nos sitúa en la luz espiritual de la Navidad de Cristo. Benedicto
XVI, un año más, ha dedicado la meditación del Ángelus para hablar de la insigne figura
de san Esteban. “Lleno de fe y de Espíritu Santo”, así lo describen los Hechos de
los Apóstoles. San Esteban fue elegido diácono en la primera Comunidad de Jerusalén
junto con otros seis discípulos de cultura griega. Pero hoy el Papa ha querido recordar
el aspecto del martirio del santo, que en este año paulino merece ser destacado.
La
anotación de Benedicto XVI hace referencia a “los testigos” del martirio de Esteban,
que “depusieron sus capas a los pies de un joven, llamado Saulo”. Por primera vez
aparece san Pablo, con su nombre hebreo, Saulo, y en el papel de acérrimo perseguidor
de la Iglesia, lo que en aquel momento para él era visto como un deber y como un motivo
de jactancia. Posteriormente, ha observado el Santo Padre, “se podrá decir que precisamente
el testimonio de Esteban fue decisivo para la conversión de Pablo”.
El Papa
ha explicado por qué con estas palabras: “Poco tiempo después del martirio de san
Esteban, Saulo, siempre empujado por el fervor contra los cristianos, se dirigió a
Damasco para arrestar a los que allí pensaba encontrar. Pero mientras se acercaba
a la ciudad fue fulgurado. La singular experiencia, con la aparición de Jesús resucitado,
le cambió la vida. Cuando Saulo caído al suelo, oyó que una voz misteriosa le llamaba
por su nombre y preguntó: ¿Quién eres, Señor? Le respondieron: Yo soy Jesús, a quien
tú persigues. Saulo perseguía a la Iglesia y había participado también en la lapidación
de san Esteban, y sobre todo había visto cómo murió: igual que Cristo, es decir, perdonando
a sus asesinos. Camino de Damasco, Saulo entendió que persiguiendo a la Iglesia estaba
persiguiendo a Jesús, muerto y verdaderamente resucitado; Jesús vivo en su Iglesia,
vivo también en Esteban, que él había visto morir, pero que ciertamente ahora vivía
junto con su Señor resucitado”.
Benedicto XVI ha señalado que “casi se podría
decir que en la voz de Cristo advirtió la de Esteban y, también por su intercesión,
la gracia divina le tocó el corazón”. Fue así que cambió radicalmente la existencia
de Pablo. Desde aquel momento Jesús se convirtió en su justicia, en su santidad, en
su salvación, en su todo. Y un día también él, Pablo, siguió a Jesús sobre las mismas
huellas que Esteban, derramando su propia sangre como testigo del Evangelio, aquí
en Roma. “Queridos hermanos y hermanas –ha insistido el Papa- en san Esteban vemos
realizados los primeros frutos de la salvación que la Navidad de Cristo ha llevado
a la humanidad: la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de
la luz de la verdad sobre las tinieblas de la mentira. Alabemos al Señor Dios, para
que esta victoria permita también hoy a los cristianos de no responder al mal con
el mal, sino con la fuerza de la verdad y del amor. Que la Virgen María, Reina de
los Mártires, obtenga para todos los creyentes seguir con valentía este mismo camino”.
Después del rezo mariano del Ángelus y del responso por los fieles difuntos,
el Papa ha observado que en la atmósfera navideña se advierte de una manera más fuerte
la preocupación por todos aquellos que se encuentran sufriendo y o en situaciones
de grave dificultad. El pensamiento del Santo Padrea ha ido, entre otras personas,
a dos consagradas italianas: María Teresa Olivero y Caterina Giraudo, pertenecientes
al Movimiento contemplativo misionero Padre Foucauld, secuestradas desde hace un mes
y medio, junto a un grupo de colaboradores locales, en el poblado de El Waq, en Kenia.
“Quisiera que en este momento sintieran la solidaridad del Papa y de toda la Iglesia.
Que el Señor, que naciendo nos ha dado su amor, llegue al corazón de los secuestradores
y conceda cuanto antes a estas hermanas nuestras ser liberadas, para que así puedan
emprender de nuevo su tarea desinteresada con los hermanos más pobres”.
Benedicto
XVI ha invitado a rezar a todos los fieles sin olvidar las numerosas personas secuestradas
en otras partes del mundo, sobre las que no siempre se tienen claras noticias sobre
ellas, como por ejemplo los secuestrados por motivos políticos u otros motivos en
América Latina, Medio Oriente y África. El Pontífice ha deseado que esta “nuestra
solidaria oración sea en este momento de ayuda íntima y espiritual para todos ellos”.
El
Papa ha saludado a los fieles y peregrinos presentes en la plaza de san Pedro en varias
lenguas. Estas han sido sus palabras en español: