2009-01-04 11:04:02

Ángelus: Evocando a cuantos viven secuestrados, el Papa recuerda que con Cristo se ha realizado la victoria del amor sobre el odio que permite hoy a tantos cristianos no responder al mal con el mal


Viernes, 26 dic (RV).- La fiesta de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia, en la liturgia de este día, nos sitúa en la luz espiritual de la Navidad de Cristo. Benedicto XVI, un año más, ha dedicado la meditación del Ángelus para hablar de la insigne figura de san Esteban. “Lleno de fe y de Espíritu Santo”, así lo describen los Hechos de los Apóstoles. San Esteban fue elegido diácono en la primera Comunidad de Jerusalén junto con otros seis discípulos de cultura griega. Pero hoy el Papa ha querido recordar el aspecto del martirio del santo, que en este año paulino merece ser destacado.

La anotación de Benedicto XVI hace referencia a “los testigos” del martirio de Esteban, que “depusieron sus capas a los pies de un joven, llamado Saulo”. Por primera vez aparece san Pablo, con su nombre hebreo, Saulo, y en el papel de acérrimo perseguidor de la Iglesia, lo que en aquel momento para él era visto como un deber y como un motivo de jactancia. Posteriormente, ha observado el Santo Padre, “se podrá decir que precisamente el testimonio de Esteban fue decisivo para la conversión de Pablo”.

El Papa ha explicado por qué con estas palabras: “Poco tiempo después del martirio de san Esteban, Saulo, siempre empujado por el fervor contra los cristianos, se dirigió a Damasco para arrestar a los que allí pensaba encontrar. Pero mientras se acercaba a la ciudad fue fulgurado. La singular experiencia, con la aparición de Jesús resucitado, le cambió la vida. Cuando Saulo caído al suelo, oyó que una voz misteriosa le llamaba por su nombre y preguntó: ¿Quién eres, Señor? Le respondieron: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Saulo perseguía a la Iglesia y había participado también en la lapidación de san Esteban, y sobre todo había visto cómo murió: igual que Cristo, es decir, perdonando a sus asesinos. Camino de Damasco, Saulo entendió que persiguiendo a la Iglesia estaba persiguiendo a Jesús, muerto y verdaderamente resucitado; Jesús vivo en su Iglesia, vivo también en Esteban, que él había visto morir, pero que ciertamente ahora vivía junto con su Señor resucitado”.

Benedicto XVI ha señalado que “casi se podría decir que en la voz de Cristo advirtió la de Esteban y, también por su intercesión, la gracia divina le tocó el corazón”. Fue así que cambió radicalmente la existencia de Pablo. Desde aquel momento Jesús se convirtió en su justicia, en su santidad, en su salvación, en su todo. Y un día también él, Pablo, siguió a Jesús sobre las mismas huellas que Esteban, derramando su propia sangre como testigo del Evangelio, aquí en Roma. “Queridos hermanos y hermanas –ha insistido el Papa- en san Esteban vemos realizados los primeros frutos de la salvación que la Navidad de Cristo ha llevado a la humanidad: la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la luz de la verdad sobre las tinieblas de la mentira. Alabemos al Señor Dios, para que esta victoria permita también hoy a los cristianos de no responder al mal con el mal, sino con la fuerza de la verdad y del amor. Que la Virgen María, Reina de los Mártires, obtenga para todos los creyentes seguir con valentía este mismo camino”.

Después del rezo mariano del Ángelus y del responso por los fieles difuntos, el Papa ha observado que en la atmósfera navideña se advierte de una manera más fuerte la preocupación por todos aquellos que se encuentran sufriendo y o en situaciones de grave dificultad. El pensamiento del Santo Padrea ha ido, entre otras personas, a dos consagradas italianas: María Teresa Olivero y Caterina Giraudo, pertenecientes al Movimiento contemplativo misionero Padre Foucauld, secuestradas desde hace un mes y medio, junto a un grupo de colaboradores locales, en el poblado de El Waq, en Kenia. “Quisiera que en este momento sintieran la solidaridad del Papa y de toda la Iglesia. Que el Señor, que naciendo nos ha dado su amor, llegue al corazón de los secuestradores y conceda cuanto antes a estas hermanas nuestras ser liberadas, para que así puedan emprender de nuevo su tarea desinteresada con los hermanos más pobres”.

Benedicto XVI ha invitado a rezar a todos los fieles sin olvidar las numerosas personas secuestradas en otras partes del mundo, sobre las que no siempre se tienen claras noticias sobre ellas, como por ejemplo los secuestrados por motivos políticos u otros motivos en América Latina, Medio Oriente y África. El Pontífice ha deseado que esta “nuestra solidaria oración sea en este momento de ayuda íntima y espiritual para todos ellos”.

El Papa ha saludado a los fieles y peregrinos presentes en la plaza de san Pedro en varias lenguas. Estas han sido sus palabras en español: RealAudioMP3







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