Sábado, 20 dic (RV).- Como cada semana el p. Federico Lombardi, Director de nuestra
emisora nos propone su editorial, Octava Dies. Hoy lleva por título, “Imagen y anuncio”.
Durante
el tiempo de Navidad comprendemos de manera profunda la relación entre la imagen y
el anuncio de la salvación. El Hijo de Dios encarnado es en efecto la imagen del Dios
invisible, y el Nuevo Testamento – como leemos en la primera carta de Juan – “narra
aquello que hemos visto con nuestros ojos”. En toda la historia la imagen está puesta
al servicio del anuncio cristiano, desde las primeras pinturas de las catacumbas,
a los inmensos ciclos de frescos y vidrieras en las catedrales para la catequesis
y la oración, en el papel los grabados con finalidad evangélica utilizado por los
misioneros... hasta nuestros tiempos en los que la fotografía y la televisión han
dado origen a una verdadera cultura o civilización de la imagen.
La misión
de la Iglesia es el anuncio del Evangelio, es comunicación, no puede por lo tanto
prescindir hoy del uso de la imagen y específicamente también de la televisión. Hace
veinticinco años, Juan Pablo II decidió dotar a la Santa Sede de un instrumento propio
televisivo y fundó el Centro Televisivo Vaticano, pequeña estructura, pero con la
comprometida misión de “contribuir al anuncio universal del evangelio utilizando los
instrumentos y los lenguajes típicos de la comunicación televisiva”. Esto es lo que
pretende hacer el Centro Televisivo Vaticano, siguiendo día a día el servicio eclesial
del santo Padre y las grandes celebraciones litúrgicas en el centro de la cristiandad.
Benedicto XVI ha querido renovarle su confianza animándole a colaborar con todos aquellos
que trabajan en el vasto mundo de las comunicaciones sociales con el mismo espíritu.
Televisión para la Iglesia y para el Evangelio.