Jornada Mundial del Inmigrante: reconocer y valorar su contribución en el mundo
Jueves, 18 dic (RV).- Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, todos
los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, y toda persona
disfruta de los derechos y libertades proclamados en ella, sin distinción de ningún
tipo, en particular de raza, color u origen nacional. Ésta es una de las bases de
la Jornada Mundial del Inmigrante que hoy se celebra en todo el mundo bajo el auspicio
de Naciones Unidas.
La proclamación del día 18 de diciembre como Día Internacional
de la población inmigrante se debe entre otros factores, al creciente número de inmigrantes
que existe en el mundo y a la preocupación internacional por asegurar su protección
y el respeto de sus derechos y libertades fundamentales. Con la celebración de este
día, se pretende también reconocer y valorar la enorme contribución de todas estas
personas en el avance económico, social y cultural de los países en todo el mundo.
Y
es que, los movimientos migratorios a gran escala han crecido mucho en los últimos
años. Actualmente, alrededor de 150 millones de personas viven y trabajan fuera de
sus países de origen. Y en este sentido España, de donde no hace mucho tiempo salían
inmigrantes hacia Europa del Norte y América, se ha convertido, hoy en día en un país
receptor para un gran numero de personas inmigrantes.
Precisamente en el mensaje
para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado que se celebrará el 18 de enero
del próximo año, Benedicto XVI establecía el tema “San Pablo inmigrante, ‘Apóstol
de los pueblos’”, tomando como punto de partida la feliz coincidencia del Año Jubilar
en honor del Apóstol con ocasión del bimilenario de su nacimiento.
En este
sentido el Papa solicitaba que la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2009,
sea para todos “un estímulo a vivir en plenitud el amor fraterno sin distinciones
de ningún tipo y sin discriminaciones, con la convicción de que nuestro prójimo es
cualquiera que tiene necesidad de nosotros y a quien podemos ayudar”.
Sobre
la situación de los inmigrantes en el mundo, recientemente el presidente del Consejo
Pontificio Justicia y Paz, cardenal Renato Martino, comentaba que buena parte de los
200 millones de emigrantes en todo el mundo se dirigen a los países ricos, “y eso
explica que en los países de acogida los consideren como una especia de ‘invasión’
con consecuencias negativas para la estabilidad y la seguridad”. En este sentido el
cardenal lamentaba “que este clima de cerrazón haga todavía más triste y más amarga
la vida de muchos inmigrantes, empujándoles incluso a situaciones de irregularidad”,
pero subrayó que “el fenómeno migratorio, en un mundo globalizado, es imparable. El
problema no se resolverá cerrando las fronteras sino acogiendo, con una reglamentación
justa, equilibrada y solidaria, los flujos migratorios”.
Así lo escribió san
Pablo en la carta a los Gálatas: “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre,
ni hombre o mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús”. En base a este principio,
el cardenal Martino, recordó que “la baja natalidad lleva a una caída en el número
de habitantes”, por lo que “esos países tienen necesidad de brazos. Pero detrás de
los brazos hay una persona, una cultura, una religión y una familia. Y tenemos que
aceptar el conjunto”.