LX aniversario de la Declaración de los Derechos del Hombre: el Papa recuerda que
tras 6 décadas el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de cientos de
millones de personas sigue amenazado y que hay nuevas barreras por motivos de raza,
religión y opinión política
Jueves, 11 dic (RV).- En el marco de la celebración del sexagésimo aniversario de
la declaración de los Derechos Humanos, en el Aula Pablo VI del Vaticano, y tras la
ejecución de un concierto organizado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz, que
interpretó la Orquesta Sinfónica de Brandenburgo, dirigida por la española Inma Shara,
Benedicto XVI quiso recordar en su mensaje que tras estas 6 décadas pasadas, el derecho
a la vida, a la libertad y a la seguridad de cientos de millones de persona sigue
amenazado" y que han sido levantadas nuevas barreras por motivos de raza, religión
y opinión política.
Su Santidad señaló que la Declaración Universal de los
Derechos Humanos sigue siendo un punto de referencia del diálogo intercultural sobre
la libertad y los derechos del hombre y recordó que la dignidad de la persona está
garantizada sólo cuando todos sus derechos son reconocidos". Agregó que esta celebración
es una ocasión para verificar en qué medida esos ideales aprobados hace sesenta años
en París son respetados por las legislaciones nacionales "y, sobre todo, en la conciencia
de los individuos y de la colectividad", observando que "un largo camino ya se ha
recorrido, pero queda aún mucho por caminar porque centenares de millones de personas
ven todavía amenazados sus derechos a la vida, a la libertad y a la seguridad".
Benedicto
XVI auspició, casi al final de su intervención, que no cese el compromiso común para
promover y definir mejor los derechos del hombre y para que se intensifique el esfuerzo
por garantizar el respeto. Una vez más abogó por la construcción de un mundo donde
cada ser humano sea acogido con plena dignidad y donde las relaciones entre los individuos
y entre los pueblos estén reguladas por el respeto del diálogo y la solidaridad, porque
los derechos humanos –dijo- están basados en Dios, que ha dado a cada uno la inteligencia
y la libertad", y, si se prescinde de "esa sólida base ética, los derechos humanos
serán frágiles, ya que quedarían privados de un sólido fundamento".