El Santo Padre subraya a los miembros de los Comisión Teológica Internacional, la
necesidad de crear las condiciones indispensables para un pleno conocimiento del valor
irrenunciable de la ley moral natural
Viernes, 5 dic (RV).- Benedicto XVI ha subrayado esta mañana la necesidad y la urgencia
de crear en la cultura y en la sociedad civil y política las condiciones indispensables
para un pleno conocimiento del valor irrenunciable de la ley moral natural. En su
audiencia a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, el Papa ha afirmado
que la ley natural constituye la verdadera garantía que tenemos todos de vivir libres,
respetados y defendidos de cualquier pretensión de manipulaciones ideológicas y de
cualquier abuso perpetrado en base a la ley del más fuerte.
El Santo Padre
ha constatado en su discurso que a menudo la opinión pública pide a los teólogos que
promuevan el diálogo entre las religiones y las culturas, que contribuyan al desarrollo
de una ética que tenga como coordinadas la paz, la justicia y la defensa del ambiente
natural. “En esta perspectiva –ha añadido el Papa- también se pide a los teólogos
que ofrezcan respuestas adecuadas a las que aferrarse para superar las alienaciones
que condicionan y oprimen la vida de los individuos”.
“Y sin embargo no se
puede silenciar que la identidad de la teología no está en este nivel de problemáticas
y exigencias. La necesidad humana de trascendencia y de orientaciones, sostenibles
y dignas de atención universal, centra la cuestión de la verdad. La característica
esencial e imprescindible para la teología es situar la cuestión concerniente a la
verdad de la fe y no simplemente interrogarse sobre su eficacia práctica y social”.
“Desde
el punto de vista objetivo –ha proseguido diciendo el Pontífice- la verdad es la Revelación
de Dios en Cristo Jesús, que solicita como respuesta la obediencia de la fe en comunión
con la Iglesia y su Magisterio... Desde el punto de vista subjetivo de quien hace
teología, la virtud fundamental del teólogo es la de buscar la obediencia a la fe,
que le convierte en colaborador de la verdad”.
“Por otra parte, la obediencia
a la verdad no significa renunciar a la búsqueda y a la fatiga de pensar. La inquietud
del pensamiento, que indudablemente no podrá ser aplacada nunca del todo en la vida
de los creyentes, desde el momento que ellos también están en el camino de la búsqueda
y de la profundización de la Verdad, será una inquietud que les acompaña y les estimula
en la peregrinación del pensamiento hacia Dios y de esta forma será fecunda”.