Audiencia general: en este tiempo de dificultades para tantas familias, el Papa recuerda
que uno de los objetivos primarios de los institutos bancarios y de crédito es la
solidaridad hacia los sectores más débiles y el sostén a las actividades productivas
Miércoles, 3 dic (RV).- Cristo es la luz y la paz que no defrauda ante la oscuridad
del mal, aún fuerte en el mundo. En su primera audiencia general de este Adviento
2008, Benedicto XVI ha reiterado su exhortación a rezar sin cesar: ¡‘Ven Jesús’!,
invocando su ayuda para que seamos portadores de paz por doquier.
«La gracia
recibida coloca a los creyentes en la nueva condición de hacerse cargo de los gemidos
de la humanidad y de toda la creación, para orientarlos hacia el cumplimiento de aquella
esperanza en la que hemos sido salvados».
«¡Ven Jesús! Ven, da fuerza a la
luz y al bien. Ven, donde domina la mentira, donde se ignora a Dios, donde domina
la violencia y la injusticia. Ven Señor Jesús. Da fuerza al bien en el mundo. Y ayúdanos
a ser portadores de tu luz, constructores de paz, testigos de la verdad ¡Ven Señor
Jesús!»
«La esperanza de los creyentes en Cristo no defrauda, porque se apoya
en el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu
Santo, que se nos ha dado (cf. Rm 5,5)», ha recordado Benedicto XVI en su catequesis
de este miércoles, reflexionando sobre la relación entre Adán y Cristo, que presenta
san Pablo en el capítulo V, de la Carta a los Romanos, en el que el Apóstol de los
gentiles «entrega a la Iglesia las líneas esenciales de la doctrina sobre el pecado
original», cuya actualidad y validez siguen en pie, a pesar de que algunos las cuestionen.
La presencia del mal en el corazón humano y en la historia es innegable. Evocando
la lucha interior a la que se refiere san Pablo - la ‘contradicción’ - el impulso
hacia el bien y el impulso hacia el mal, el Papa ha hecho hincapié en que «el mal
no es lógico, es misterioso». Ante las noticias que nos llegan cada día de violencias,
egoísmos, injusticias, lujuria, Benedicto XVI ha recordado asimismo que el mal proviene
del abuso de la libertad y de la mentira en todos los sectores humanos.
Sin
embargo, ha destacado luego el Santo Padre, se percibe, asimismo por doquier, un profundo
anhelo de bien. También en la política, donde todos dicen que quieren crear un mundo
más justo. Para no desfallecer ante la tristeza y el cinismo, recordemos que «sólo
Dios es luz» y «es más fuerte que el mal», ha enfatizado Benedicto XVI, alentando
a «abrir los ojos de nuestros corazones a Cristo crucificado y resucitado, el nuevo
Adán que está presente entre nosotros» y nos da la salvación. Él, presente en la historia,
es el río de luz fuerte y resplandeciente, que se opone a la oscuridad del mal. Como
vemos también en los santos grandes y humildes, en los simples fieles.
En
este clima del Adviento – de presencia y de espera de Jesucristo – que culmina en
la Navidad de Nuestro Señor, el Papa ha saludado a los numerosos fieles y peregrinos
de tantas partes del mundo, que también hoy han acudido a su audiencia general. En
su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana, Benedicto XVI ha manifestado
su profunda gratitud a los representantes de la Federación Italiana de panaderos y
pasteleros, por la donación que le han brindado de los tradicionales dulces navideños,
destinados a «las obras de caridad del Papa».
Luego, dirigiéndose a los representantes
de un banco italiano, el Papa ha recordado, «en particular, en este tiempo de dificultades
para tantas familias, uno de los objetivos primarios de los institutos bancarios y
de crédito. Es decir, el de la solidaridad hacia los sectores más débiles y el sostén
a las actividades productivas». Finalmente, en sus saludos a los voluntarios de la
‘Misericordia’ de la ciudad italiana de Viareggio, que han llevado a la audiencia
un artístico crucifijo de madera, en el 150 aniversario de su realización, Benedicto
XVI los ha alentado a «perseverar en su actividad en favor de los hermanos más necesitados».
Este
ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los
peregrinos de nuestra lengua presentes en el Aula Pablo VI:
Queridos
hermanos y hermanas:
En la carta a los Romanos,
San Pablo, poniendo en relación las figuras de Adán y Cristo, traza las líneas esenciales
de la doctrina sobre el pecado original. El pecado de Adán ha de ser contemplado siempre
en el contexto de la verdad sobre la salvación y la justificación realizada en Cristo.
Como escribe el Apóstol: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5,12).
Sólo Cristo, como nuevo Adán, ha liberado a la humanidad del pecado y de la muerte,
mediante el don de la gracia de la justificación. El bautismo no sólo libra del pecado
original sino que pone al hombre en una nueva relación con Dios haciéndolo hijo suyo.
El bautizado es introducido en una vida totalmente nueva, sostenida por el don del
Espíritu Santo. La gracia recibida coloca a los creyentes en la nueva condición de
hacerse cargo de los gemidos de la humanidad y de toda la creación para orientarlos
hacia el cumplimiento de aquella esperanza en la que hemos sido salvados. La esperanza
de los creyentes en Cristo no defrauda, porque se apoya en el amor de Dios que ha
sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado
(cf. Rm 5,5).
Saludo cordialmente a los fieles de
lengua española aquí presentes. En particular, a los peregrinos y grupos venidos de
Chile, España, México, Panamá, Venezuela y de otros países latinoamericanos. Siguiendo
la enseñanza de san Pablo, os animo a que reconociendo con gozo vuestra dignidad de
hijos de Dios, viváis con fidelidad vuestros compromisos bautismales. Que Dios os
bendiga.
Como siempre el Santo Padre, antes de finalizar la audiencia se
ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Queridos jóvenes,
os invito a redescubrir, en el clima espiritual del Adviento, la intimidad con Cristo,
siguiendo el modelo de la Virgen María. Os recomiendo a vosotros, queridos enfermos,
transformar este periodo de espera y de oración incesante, ofreciendo al Señor que
viene vuestros sufrimientos por la salvación del mundo. Os exhorto, finalmente, a
vosotros, queridos recién casados, a ser constructores de familias cristianas auténticas,
inspirándoos en el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, a quien contemplamos particularmente
en este tiempo de preparación a la Navidad.