2008-11-25 16:44:19

El Papa reitera la necesidad y la urgencia de un diálogo renovado entre estética y ética frente a la persecución a toda costa de la apariencia y la belleza exterior, con el anhelo de salvaguardar a los jóvenes de lo efímero y los paraísos artificiales


Martes, 25 nov (RV).- «Suscitar maravilla y anhelo de lo bello, formar la sensibilidad de las almas y alimentar la pasión hacia todo lo que es auténtica expresión del genio humano y reflejo de la Belleza divina». Es la tarea y misión de los Académicos y de los artistas, como ha recordado Benedicto XVI en su saludo a los participantes en la sesión pública anual de las Pontificias Academias, animadas por el objetivo común de «servir a la ser humano, haciendo resaltar su esplendor y sus responsabilidades, su armonía y su misión».

El mensaje del Papa, que ha sido leído esta mañana, está dirigido al presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Mons. Gianfranco Ravasi, que tiene el cargo de presidir también el Consejo de Coordinación de las Pontificias Academias, que reúne a su vez a los presidentes de estas academias, que son siete. Se trata de la Academia de Santo Tomás de Aquino; de la de Teología; de la Inmaculada; de la Mariana Internacional; de la de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos en el Panteón; de la Academia Romana de Arqueología y de la Academia "Cultorum Martyrum".

Tras recordar que esta décimo tercera sesión pública está organizada por la Insigne Academia de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos en el Panteón, Benedicto XVI pone de relieve la importancia del tema elegido. Es decir ‘Universalidad de la belleza. Relación entre estética y ética’.

«Tema más que nunca significativo para profundizar en la relación - aún más - en el diálogo entre estética y ética’, entre belleza y acción humana, diálogo tan necesario y a veces tan olvidado o eludido», señala, el Papa, reiterando luego que «la necesidad y la urgencia de un renovado diálogo, precisamente entre estética y ética, entre verdad y bondad, se nos vuelven a presentar, no sólo por el actual debate cultural y artístico, sino también por la realidad de cada día».

«En diversos ámbitos, en efecto, emerge dramáticamente la separación e incluso a veces el contraste entre estas dos dimensiones», lamenta Benedicto XVI, señalando en este contexto «la búsqueda de la belleza, comprendida aminoradamente como forma exterior, como apariencia que se debe perseguir a toda costa». Y «la de la verdad y bondad de las acciones que se cumplen para realizar cierta finalidad».

Pues en efecto, subraya también el Santo Padre, «una búsqueda de la belleza que fuera extraña o en contra de la humana búsqueda de la verdad y de la bondad se transformaría – como lamentablemente sucede – en mera estética. Y, sobre todo, para los más jóvenes, en un itinerario que desemboca en lo efímero. En lo superficial y banal, o incluso en una fuga hacia paraísos artificiales, que enmascaran y esconden el vacío y la inconsistencia interior. Esta aparente y superficial búsqueda no tendría ciertamente un respiro universal, sino que resultaría inevitable y enteramente subjetiva, o hasta individualista, acabando incluso en la incomunicabilidad».

Una vez más, Benedicto XVI subraya la necesidad y el compromiso de una ampliación de los horizontes de la razón. «Hay que volver a comprender también la íntima conexión que enlaza la búsqueda de la belleza con la búsqueda de la verdad y de la bondad. Una razón que quisiera deshacerse de la belleza resultaría partida por la mitad. Así como una belleza privada de la razón se reduciría a una máscara vacía e ilusoria».

Nuestro testimonio se debe alimentar con la belleza que nos presenta el Evangelio, reitera el Santo Padre, alentando precisamente a anunciar la belleza y la novedad de la Palabra de Dios y recordando el Mensaje del reciente Sínodo de los Obispos.

También este año, siguiendo la tradición instituida por su venerado Predecesor, el siervo de Dios Juan Pablo II, Benedicto XVI ha asignado el Premio de las Pontificias Academias, que tiene la peculiar finalidad de «suscitar nuevos talentos en varios sectores del saber y alentar el compromiso de los jóvenes estudiosos, artistas e instituciones que dedican sus actividades a la promoción del humanismo cristiano».

Acogiendo la propuesta formulada por el Consejo de Coordinación de las academias pontificias, en esta solemne sesión pública, el Papa ha galardonado al Doctor Daniele Piccini, que se ha distinguido por su «compromiso tanto en el estudio de la poesía y de la literatura – en particular de la italiana de los orígenes y del Renacimiento – tanto por su actividad en el sector poético».

Asimismo, Benedicto XVI ha asignado la Medalla de su Pontificado al Doctor Giulio Catelli, joven pintor, por su investigación artística. Y a la Fundación Staurós Italiana, por la realización del Museo de Arte Sacro Contemporáneo y por la organización de la Bienal de Arte Sacro, tradicional cita para los artistas que se dedican a este sector.







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