2008-11-22 19:16:34

Editorial ‘Octava Dies’: “No perder el alma”


Sábado, 22 nov (RV).- Este sábado como cada semana en su editorial, nuestro director padre Federico Lombardi, ha reflexionado sobre el tema de la vida monástica.

“Existe una dimensión interior y espiritual de la vida que va custodiada y alimentada, que de no ser así pude hacerse estéril y árida, e inclusive morir. La reflexión, la meditación, la contemplación, son necesarias como la respiración. Espacios de silencio –exterior pero particularmente interior- son una premisa y una condición indispensable”.

La reflexión del también director de la oficina de prensa del Vaticano a propósito de la vida monástica nos recuerda que en tiempos de teléfonos móviles y de Internet, seguramente se hace más difícil que antes proteger el silencio y nutrir la dimensión interior de la vida, y que es difícil realizar, si bien es necesaria, inclusive cuando sentimos una fuerte nostalgia de este silencio. De hecho, añade, para los creyentes es en esta dimensión que se desarrolla la oración, el diálogo con Dios, la vida en el espíritu, que es más importante que la vida física… porque Jesús nos ha dicho que no debemos temer aquello que mata el cuerpo sino lo que puede hacernos perder nuestra alma.

“Aquello que es válido para una persona es válido para la comunidad de la Iglesia y para la humanidad. Si para cada uno de nosotros es fundamental saber conservar el diálogo con Dios en la vida cotidiana, para la iglesia es fundamental tener en ella misma el signo y la realidad de la vida dedicada a la contemplación y a la oración, y para la humanidad es fundamental saber que existen puntos de referencia que son como faros de los sabios y de los maestros del espíritu”.

De no ser así, concluye su reflexión P. Federico Lombardi, se pierde el alma, y es precisamente éste el grave peligro que se corre hoy y la desgracia más irreparable que nos amenaza. En efecto, nuestro director en su editorial recuerda que la Jornada Pro Orantibus, la jornada anual dedicada en noviembre a la vida monástica nos invita a trabajar para que todo esto no suceda.







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