Audiencia general: el Papa explica la teología de San Pablo a propósito de la fe y
las obras y en referencia a Lutero y la Reforma protestante, afirma que “toda ley
se realiza si somos justos en la comunión con Cristo que es el amor, pero la justicia
se decide en la caridad''
Miércoles, 19 nov (RV).- “El amor al prójimo es la observancia y el cumplimiento
de la ley cristiana”, y “no va separado del amor de Dios”. Además, “el hombre no se
justifica, es decir, no se convierte en justo, a través de la ley, sino a través
de las buenas obras”. Lo ha explicado el Papa esta mañana hablando ante más de 15
mil files y peregrinos en la plaza de san Pedro durante la Audiencia General, cuya
catequesis ha dedicado a explicar la teología de San Pablo a propósito de la fe y
de las obras, tomando como base las cartas a los Romanos y a los Filipenses.
Benedicto
XVI ha hecho referencia a Lutero y a la Reforma protestante, hablando del tema de
la “justificación”. ''Toda la ley es perfectamente dúplice- ha explicado el Pontífice-
en el amor de Dios y del prójimo está presente y cumplida. Toda ley se realiza si
somos justos en la comunión con Cristo que es el amor, pero la justicia se decide
en la caridad'', como explica el Evangelio cuando invita a amar a los presos y a los
enfermos. “El amor de Dios y al prójimo transforman nuestra vida y sólo en esto podemos
ser verdaderamente justos a los ojos de Dios”.
El Santo Padre a este respecto
ha dicho que la ''libertad cristiana no es libertinaje, y que la liberación de la
que habla san Pablo no es liberación de hacer el bien'' al prójimo: el cristianismo
“garantiza la identidad de la diversidad de las culturas” haciendo del Dios único,
el Dios de todos los pueblos. Ante de convertirse al cristianismo -ha recordado el
Papa- Saulo era “un hombre realizado e irreprensible en la justicia, y superaba a
muchos de sus coetáneos en justicia”. Pues, bien después de la iluminación, camino
de Damasco, consideró “todos los méritos alcanzados en su intachable carrera como
desperdicios frente a Cristo”.
Este ha sido el resumen que de su catequesis
ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes
en la Plaza de san Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas: En la reflexión que estamos haciendo bajo la guía de
San Pablo, recordamos hoy su doctrina sobre la justificación, que está en el centro
de su enseñanza. Él, que había sido un ferviente cumplidor de la Ley mosaica, al encontrarse
con el Resucitado en el camino de Damasco comprendió que todo aquello que había considerado
una ganancia era, ante Dios, una pérdida. En efecto, la justificación en Cristo es
una acción gratuita de Dios, sin merecimiento humano. La Ley en sí misma es buena,
proviene de Dios, pero no tiene el poder de dar la vida y se convierte en un obstáculo
para quienes la consideran necesaria con vistas a la justificación, haciendo así inútil
la única vía para alcanzar la salvación, a saber: la fe en Aquel que, clavado en la
cruz, ha dado una vida nueva por medio del Espíritu Santo (cf. Ga 3,13-14). La Ley,
dice San Pablo, ha culminado en Cristo y tiene su máxima expresión en el mandamiento
del amor. Así, pues, uno solo es el Salvador del mundo, que relativiza todo lo demás,
incluida la Ley.
Un saludo muy cordial a los peregrinos
de lengua española, en particular a los que han venido de España, Chile y otros países
latinoamericanos. Invito a todos a dejarse ganar por Cristo y a seguir así el ejemplo
de San Pablo, cuya vida no tuvo ningún otro objetivo sino estar y permanecer siempre
con Él. Muchas gracias por vuestra visita.
Como siempre el Santo
Padre, antes de finalizar la audiencia se ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos
y a los recién casados. El próximo domingo, último del tiempo ordinario, celebraremos
la solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Queridos jóvenes, poned a Jesús al centro
de vuestra vida, y de Él recibiréis luz y valentía.