Benedicto XVI exhorta a la comunidad internacional a proteger al Líbano y evitar que
sea terreno de enfrentamiento en conflictos regionales o internacionales
Lunes, 17 nov (RV).- Benedicto XVI ha dado su cordial bienvenida al nuevo embajador
del Líbano, «cuna de una antigua cultura que se irradió en todo el Mediterráneo y
más allá, así como país de numerosas confesiones religiosas, que han sabido demostrar
que pueden vivir juntas en la fraternidad y colaboración».
Asegurando, una
vez más que «la Santa Sede sigue con gran atención los desarrollos de la situación
– de esta etapa importante que está viviendo el Líbano - en particular, los esfuerzos
para reglamentar definitivamente las cuestiones que el Líbano debe afrontar», el Pontífice
ha puesto de relieve que - «impulsada por una especial sensibilidad ante los sufrimientos
que, desde hace tanto tiempo conocen las poblaciones de Oriente Medio - la misma
Santa Sede prosigue con determinación en su compromiso en favor de la paz y de la
reconciliación en el Líbano y en toda esta región, tan querida para sus creyentes».
Haciendo hincapié en los sentimientos de afecto y confianza que siente hacia
todo el pueblo libanés - cuyo presidente ha tenido la alegría de recibir, hace poco
en el Vaticano - el Papa ha expresado su anhelo de que «prosigan valientemente sus
esfuerzos por construir una sociedad unida y solidaria». Y refiriéndose a la historia
milenaria del Líbano y a su posición en el corazón de un contexto regional complejo,
Benedicto XVI ha destacado «la misión fundamental de la nación libanesa de contribuir
a la paz y a la concordia entre todos».
«Gracias a su experiencia de vida y
de colaboración ‘intercomunitaria’ e intercultural, el Líbano es un ‘tesoro’ confiado
a todos los libaneses», ha reiterado el Santo Padre, recordando que por ello tienen
«el deber de preservar y de hacer fructificar este tesoro por el bien de toda la nación».
En este contexto, el Papa ha subrayado su «profundo anhelo de que la comunidad
internacional proteja y valorice a la nación libanesa, por medio de un compromiso
efectivo, contribuyendo asimismo a evitar que este país sea un terreno de enfrentamiento
para los conflictos regionales o internacionales».
«Aún más, el Líbano debe
ser como un laboratorio para la búsqueda de soluciones eficaces de los conflictos
que sacuden la región de Oriente Medio desde hace tanto tiempo», ha señalado Benedicto
XVI, reiterando luego que «la paz duradera, un profundo anhelo de todos los libaneses,
es posible en la medida que prevalezca en todos una auténtica voluntad de vivir juntos
en la misma tierra. Considerando la justicia, la reconciliación y el diálogo como
marco propicio para resolver los problemas de las personas y de los grupos. Para construir
una sociedad que asegure a todos sus miembros una existencia digna y libre, se debe
desarrollar una cooperación cada vez más profunda entre todos los componentes de la
nación, afianzada en las relaciones de confianza entre las personas y comunidades.
En
esta perspectiva, Benedicto XVI ha manifestado su profunda satisfacción ante «los
valientes esfuerzos realizados, en los últimos meses, por este país y por sus responsables
para encauzar la vida política y el conjunto de sus instituciones nacionales, por
la senda de un desarrollo normal, gracias a los esfuerzos pacientes de todos».
Recordando
que en efecto, la elección del presidente de la república, la formación de un gobierno
de unidad nacional y la aprobación de una nueva ley electoral favorecen, precisamente,
la unidad nacional y contribuyen a una auténtica coexistencia entre los diferentes
componentes de la nación, el Santo Padre ha subrayado que «el diálogo nacional, que
se está desarrollando desde hace algunas semanas, será ciertamente una gran oportunidad
para esclarecer y afrontar los desafíos que el Líbano debe afrontar hoy».
Tras
exhortar a todos los libaneses a dejar de lado los intereses particulares y a sanar
las heridas del pasado, comprometiéndose activamente en el camino del diálogo y la
reconciliación, para permitir que el país progrese en la estabilidad», Benedicto XVI
ha reiterado que «las tensiones que, lamentablemente, persisten aún, muestran que
es necesario avanzar con firmeza por el camino abierto hace algunos meses, por medio
de los Acuerdos de Doha, para construir juntos las instituciones libanesas».
«Cada
integrante del pueblo libanés se debe sentir verdaderamente en casa en el Líbano y
ver que se tienen en cuenta sus preocupaciones y sus legítimas expectativas, en el
respeto recíproco de los derechos de todos», ha alentado, Benedicto XVI poniendo de
relieve que ésta es la actitud fundamental que debe permanecer inmutada y que debe
guiar a cada uno en este compromiso al servicio del bien común.
«Para ello
se debe promover y desarrollar, una verdadera educación de las conciencias a la paz,
a la reconciliación y al diálogo, en particular de la juventud», ha exhortado asimismo
Benedicto XVI, evocando la Exhortación Apostólica titulada ‘Una esperanza nueva para
el Líbano’, en la que el Siervo de Dios Juan Pablo II escribía que «nunca se debe
olvidar que un gesto de paz puede desarmar al adversario y a menudo le invita a responder
positivamente con la mano tendida. Porque la paz, que es un bien por excelencia, tiende
a comunicarse» (n. 98).
Antes de concluir su denso discurso, el Obispo de Roma
ha dirigido un caluroso saludo a los obispos y comunidades católicas del Líbano. Y
recordando la reciente beatificación, en Beirut, del Padre Jacques Haddad, apóstol
de la misericordia y ardiente predicador de la Palabra de Dios, ha alentado a los
católicos libaneses a perseverar en su compromiso en favor de la paz y de la unidad
de esta amada nación.