Ángelus: Benedicto XVI invita a no avergonzarse, enterrando bajo prejuicios los dones
del Bautismo, Comunión y Confirmación, y recuerda que “lo que Cristo nos ha donado,
se multiplica donándolo, porque es un tesoro nacido para ser compartido”
Domingo, 16 nov (RV).- Cientos de fieles se han congregado este mediodía en la plaza
de San Pedro del Vaticano para unirse al Santo Padre Benedicto XVI en la oración del
Ángelus de este domingo, el penúltimo del año litúrgico. En su alocución previa al
rezo mariano, el Papa ha recordado la Palabra de Dios de este domingo que evoca la
parábola de los “talentos”, la antigua moneda romana de gran valor, que se ha convertido
después en sinónimo de dote personal.
El texto habla, como ha recordado el
Pontífice, de “un hombre que, partiendo de viaje, llamó a sus sirvientes entregándoles
sus bienes” (Mt 25,14). El hombre de la parábola representa al propio Jesucristo,
y los siervos, son los discípulos, mientras que los talentos, son los dones que Jesús
les confía. “Esos dones –ha señalado Benedicto XVI- además de la calidad natural,
representan las riquezas que el Señor Jesús nos dejó en herencia: su Palabra, el Bautismo,
la oración, y su perdón. En una palabra: el Reino de Dios, que es Él mismo, presente
y vivo entre nosotros”.
Precisamente éste es el tesoro que Jesús confió a sus
amigos, al final de su breve existencia terrenal, y la parábola de hoy invita a valorar
este don. En este sentido el Papa ha puesto de relieve que la actitud equivocada es
la del miedo: “el siervo que tiene miedo de su patrón y teme el regreso, esconde la
moneda bajo tierra no produciendo ningún fruto”.
“Esto sucede, por ejemplo,
a quien habiendo recibido el Bautismo, la Comunión y la Confirmación, entierra después
tales dones bajo un manto de prejuicios, bajo una falsa imagen de Dios que paraliza
la fe y las obras, llegando a traicionar las expectativas del Señor”. La parábola
de hoy en cambio, pone mayor relieve en los buenos frutos producidos por los discípulos
felices del don recibido, que no lo han escondido con temor y celo, sino que lo han
hecho fructificar, compartiéndolo. “¡Sí –ha exclamado el Papa- lo que Cristo nos ha
donado se multiplica donándolo! Es un tesoro nacido para ser utilizado, invertido,
compartido con todos, como nos enseña ese gran administrador de talentos de Jesús
que fue el apóstol Pablo”.
Esta enseñanza que nos ofrece el evangelio de hoy,
aparece reflejada en el plano histórico-social, promoviendo en las poblaciones cristianas
una mentalidad activa y empresarial -ha explicado el Santo Padre- recordando que siempre
prevalece el mensaje central que tiene que ver con el espíritu de responsabilidad
con el que hay que acoger el Reino de Dios: “responsabilidad hacia Dios y hacia la
humanidad”.
Y tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles
difuntos, Benedicto XVI ha dirigido unas palabras a los fieles recordando dos importantes
acontecimientos. Por un lado que el próximo 21 de noviembre –memoria litúrgica de
la Presentación de María Santísima al Templo- se celebra la Jornada pro Orantibus
para las comunidades religiosas de clausura. “Agradezco al Señor –ha dicho el Papa-
por los hermanos y hermanas que han abrazado esta misión dedicándose totalmente a
la oración viviendo de cuanto reciben de la Providencia. Oremos por ellos y por las
nuevas vocaciones, y comprometámonos en ayudar a los monasterios en sus necesidades
materiales. Queridos hermanos y hermanas, vuestra presencia en la Iglesia y en el
mundo es indispensable”.
El segundo recordatorio del Santo Padre ha estado
relacionado con la archidiócesis de Milán y las comunidades de Rito Ambrosiano, ya
que este domingo inician el Tiempo de Adviento, entrando en vigor a partir de hoy,
el Nuevo Leccionario Ambrosiano, es decir, el conjunto de Lecturas Bíblicas de esa
orden litúrgica renovadas a la luz del Concilio Vaticano II. “Pueda la Iglesia Ambrosiana
alimentada con sabiduría y abundancia de las Sagradas Escrituras –ha señalado el Pontífice-,
caminar siempre en la verdad y en la caridad, siendo verdaderos testigos de Cristo,
Palabra de salvación para la humanidad en todos los tiempos”.
Benedicto XVI
ha saludado después, como es tradicional, a todos los presentes en varios idiomas,
recordando en inglés a quienes han fallecido en accidentes de tráfico, pidiendo la
oración para las víctimas y sus familiares. Y en español, éstas han sido sus palabras:
“Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana y a aquellos
que se unen a la misma a través de la radio y la televisión. Os invito a hacer fructificar
los dones que el Señor ha derramado generosamente en vuestros corazones, acogiendo
el designio salvador de Dios en vuestra vida personal, familiar y social. Que a ello
os ayude la maternal intercesión de la Santísima Virgen María, fiel discípula de su
Hijo. ¡Feliz Domingo!”.