II Foro Mundial sobre Emigración y Desarrollo en Filipinas
Martes, 4 nov (RV).- «El futuro se debe construir sobre los cimientos de los derechos
humanos». Evocando estas palabras de Benedicto XVI en la sede la ONU, el pasado 18
de abril, Mons. Marchetto - que encabezaba la delegación de la Santa Sede en el segundo
Foro Mundial sobre Emigración y Desarrollo, que se celebró en Manila, Filipinas,
- recordó la necesidad de tutelar a las personas más vulnerables en lo que respecta
a las migraciones. Es decir, a niños, mujeres, ancianos y discapacitados. Con especial
atención a todos los que acaban siendo víctimas de la emigración clandestina y del
tráfico de seres humanos.
En su intervención, el secretario del Pontificio
Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, reiteró que «los emigrantes
no son sólo un desafío, sino también un don para nuestras sociedades. Nos ayudan en
nuestro trabajo, nos obligan a abrir nuestra mente, nuestras economías y políticas
y nos estimulan a buscar nuevos modelos. Sólo juntos podremos vencer este desafío
y abrir nuestra mente y nuestro mundo a un futuro mejor, que todos anhelamos».
El
arzobispo Agostino Marchetto señaló que ninguna forma de migración se debería considerar
nunca «como pretexto para evitar el respeto pleno de los derechos de los emigrantes.
Y, concretamente, de su derecho a la reunificación familiar, al reconocimiento de
su contribución al desarrollo, tanto por medio del trabajo, como de los ahorros que
los emigrantes envían a sus hogares».
En este contexto, el secretario del
Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes hizo hincapié en
que «todo fracaso en este ámbito indicaría una falta de políticas de integración y
cooperación en los países de llegada, así como de políticas de desarrollo nacional
en aquellos de origen».
Tras destacar que los gobiernos «deberían seguir creando
las condiciones necesarias para que la emigración nunca sea la única opción, de forma
que las personas encuentren un trabajo y vivan una vida segura y digna, en sus países
de origen», Mons. Marchetto puso de relieve la importancia de que se evite «toda política
de emigración que mine los fundamentos de la sociedad, especialmente la familia, que
es su núcleo fundamental».
El arzobispo Marchetto recordó también la importancia
de la reunificación familiar, para promover la integración de los emigrantes y eliminar
numerosos problemas. En particular los relacionados con la seguridad y el orden público.