Ángelus: el Papa recuerda a todos los santos que han trabajado por la paz y han sido
perseguidos por causa de la justicia, y que han afrontando cada uno su propia parte
de sacrificio para participar en la gloria de la resurrección
Sábado, 1 nov (RV).- Benedicto XVI recuerda durante el Ángelus que «cada uno de los
santos y santas - que integran una gran multitud de toda edad y condición social,
de toda lengua, pueblo y cultura - lleva el sello’ de Jesús, es decir, la impronta
de su amor».
«Siguiendo a Cristo los santos han sido pobres de espíritu;
afligidos por los pecados; mansos; han tenido hambre y sed de justicia; misericordiosos;
limpios de corazón; han trabajado por la paz y han sido perseguidos por causa de la
justicia». Ahora – reitera el Papa - «son consolados; han heredado la tierra; saciados;
perdonados; ven a Dios de quien son hijos. ‘De ellos es el Reino de los cielos’».
En sus palabras para introducir el rezo mariano del Ángelus - en este día
en que celebramos con gran alegría la fiesta de Todos los Santos - Benedicto XVI se
ha referido a la estupenda sensación de asombro que se percibe cuando, visitando un
jardín botánico, admiramos la variedad de plantas y flores, que nos lleva a pensar
en «la fantasía del Creador, que ha hecho de la tierra un maravilloso jardín».
«Sentimiento
éste que se asemeja al que nos inunda cuando consideramos el espectáculo de la santidad
y el mundo se nos presenta como un ‘jardín, donde el Espíritu de Dios ha suscitado
con admirable fantasía una multitud de santos y santas, de toda edad y condición social,
de toda lengua, pueblo y cultura», ha enfatizado el Papa, haciendo hincapié en que,
aun siendo distintos entre sí, ‘todos llevan el sello de Jesús’: «Cada uno es distinto,
con la singularidad de su propia personalidad humana y de su propio carisma espiritual.
Sin embargo, todos llevan impreso ‘el sello’ de Jesús (cfr. Ap 7,3), es decir la impronta
de su amor, testimoniado por medio de la Cruz. Todos están en el gozo, en una fiesta
sin fin, pero – como Jesús – han logrado esta meta pasando por la fatiga y la prueba
(cfr Ap 7, 14), afrontando cada uno su propia parte de sacrificio para participar
en la gloria de la resurrección».
Recordando que la solemnidad de Todos los
Santos se fue afianzando, en el curso de los siglos del primer milenio cristiano,
como celebración colectiva de los mártires, Benedicto XVI ha evocado la consagración,
por parte del Papa Bonifacio IV, del Panteón de Roma, dedicándolo a la Virgen María
y a todos los Mártires. Martirio que podemos entender en sentido lato, «es decir como
amor a Cristo sin reservas, amor que se expresa en el don total de sí a Dios y a los
hermanos. Meta espiritual a la que tienden todos los bautizados y que se alcanza siguiendo
la senda de las ‘bienaventuranzas’ evangélicas, que la liturgia nos indica en esta
solemnidad (cfr Mt 5, 1-12ª)»: «Es la misma senda trazada por Jesús y que los santos
y santas se han esforzado en recorrer, aún concientes de sus límites humanos. En su
existencia terrenal, en efecto, han sido pobres de espíritu; afligidos por los pecados;
mansos; han tenido hambre y sed de justicia; misericordiosos; limpios de corazón;
han trabajado por la paz y han sido perseguidos por causa de la justicia. Y Dios les
ha participado su misma felicidad: la han pregustado en este mundo y, en el más allá,
gozan plenamente de ella. Ahora son consolados; han heredado la tierra; saciados;
perdonados; ven a Dios de quien son hijos. En una palabra: ‘de ellos es el Reino de
los cielos’ (cfr. Mt 5,3-10)».
«En este día en que sentimos que se reaviva
en nosotros la atracción hacia el Cielo - que nos impulsa a acelerar el paso de nuestra
peregrinación terrenal - sentimos que en nuestros corazones se reenciende el anhelo
de unirnos para siempre a la familia de los santos, de la que ya formamos parte desde
ahora», ha afirmado el Papa. Y recordando luego las palabras de un conocido canto,
que manifiesta precisamente este gran deseo de estar en la gran multitud de los santos,
Benedicto XVI ha invitado a rogar el amparo de la Madre de Dios y madre nuestra: «¡Que
este bello anhelo pueda arder en todos los cristianos y ayudarles a superar toda dificultad,
todo miedo y toda tribulación! Pongamos, queridos amigos, nuestra mano en la mano
maternal de María, Reina de todos los Santos, y dejemos que Ella nos conduzca hacia
la patria celestial, acompañados de los espíritus bienaventurados ‘de toda nación,
pueblo y lengua’ (Ap 7, 9). Y unamos en la oración el recuerdo de nuestros queridos
difuntos, que conmemoraremos mañana».
También en esta solemnidad, Benedicto
XVI ha saludado a los numerosos peregrinos que han acudido a la plaza de san Pedro
para rezar con él. Éstas eran las palabras del Papa en nuestra lengua:
Dirijo
mi más cordial bienvenida a los peregrinos de lengua española. La fiesta de Todos
los Santos nos invita a considerar con alegría y gratitud al Señor la llamada a la
santidad recibida en el sacramento del bautismo. Siguiendo el ejemplo de los santos
y contando con su constante intercesión podremos avanzar con esperanza y humildad
en nuestro camino de perfección cristiana. Os deseo a todos una Feliz Fiesta.
Entre
los numerosos peregrinos italianos, el Pontífice se ha dirigido, en particular, a
los que han participado en la primera edición de la ‘Carrera de los Santos’, promovida
por la Congregación Salesiana. El Papa ha destacado el recorrido cumplido, que, empezando
y terminando en la misma plaza de San Pedro, les ha llevado a pasar por las otras
tres basílicas papales de Roma – San Juan de Letrán, que es también la catedral romana;
San Pablo Extramuros y Santa María La Mayor.
Y tras manifestar su «alegría
por esta nueva iniciativa, que expresa la alegría y también la fatiga de ‘correr’
juntos por el camino de la santidad», Benedicto XVI ha deseado que «¡toda nuestra
vida pueda ser una ‘carrera’ en la fe, y en el amor, animada por el ejemplo de grandes
testigos del Evangelio!
Y en la plaza de San Pedro, con motivo de esta “Carrera
de los Santos’, promovida por la Congregación Salesiana, se encontraba también el
Rector Mayor de los Salesianos, don Pascual Chávez Villanueva: