2008-10-17 17:45:55

Reflexiones en familia


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Jueves, 16 oct (RV).- Un hijo, definitivamente es una bendición de Dios, porque siempre son una alegría, una emoción que nos regocija el alma, por más dificultades que se tenga para darle lo que necesita, pues con muchos o muy pocos recursos, los hijos son siempre para los padres la felicidad, la vida, la alegría de verlos crecer y desarrollarse como personas, gracias a los cuidados y atenciones que un hijo siempre reclama, no importa la edad, ni las condiciones que tenga la familia, ni el contexto socio-cultural en el que se crece.


Sin embargo, para algunas familias un hijo a veces es un problema porque son niños especiales, niños con ciertas limitaciones pero con muchas otras cualidades, como cualquier ser humano, pero que a veces los mismos padres esconden con vergüenza, o hacen que las limitaciones de sus hijos sean aún mayores debido a las limitaciones de sus padres, que no saben apreciarlos tal como son.


Angélica, es una joven madre de Lucas, que apenas tiene un añito de edad y nació con retraso mental. Ella y su esposo se enteraron desde los tres meses de embarazo, que el bebé venía con un problema. Desde entonces el esposo de Angélica le sugirió un aborto, al cual ella se negó. Eso ha generado miles de dificultades en este hogar, pues el esposo de Angélica y la familia de él sienten un rechazo hacia el bebé, en cambio la familia de Angélica la apoya y le ayudan a cuidar a Lucas.


Esta situación, obviamente es para esta joven madre una carga muy grande, pues ha comenzado a culparse por la suerte de su hijo, además de las dificultades por las que ya atraviesa su matrimonio.


Lamentablemente, a muchas personas les es muy difícil aceptar y enfrentar las dificultades que se presentan en la vida. Nadie tiene la culpa por el retraso o la enfermedad de un hijo cuando es esperado con amor, cuando una madre es conciente de cuidar su salud para que su hijo nazca bien, y sin embargo sólo Dios sabe porque determina las condiciones de estos niños, que al igual que cualquier otra persona tiene muchas capacidades y habilidades, como también limitaciones, pero que sólo requieren un poco de más atención.


Los niños especiales pueden tener alguna limitación física, mental, pero ello no impide que en una gran mayoría de casos, logren desarrollar capacidades emotivas, de aprendizaje, habilidades y destrezas que les permiten desarrollos en unos campos más que en otros, pero que de todas formas pueden generar procesos de comunicación y autonomía en ciertos campos como las demás personas.


En América Latina son muchos los niños que han sufrido polio en su niñez, que les genera algunas dificultades y limitaciones físicas pero no mentales; también hay niños con síndrome de Down que alcanzan desarrollo de habilidades y destrezas, permitiéndoles comprensión de procesos básicos e incluso algunos desarrollan una completa independencia. Niños con pequeñas limitaciones mentales o físicas que requieren de una atención adecuada para desarrollar las habilidades y destrezas que poseen, sin embargo en gran número, los niños especiales son marginados, abandonados, encerrados, humillados, marginados e incluso algunos son maltratados.


Los seres humanos nos comportamos con muchas anormalidades, especialmente cuando somos tan inhumanos --maltratándonos y despreciando a personas que son diferentes por las circunstancias que sean. Frente a los hijos especiales, frente a las dificultades de la vida, frente a las adversidades es necesario asumir la realidad como es, darle una justa medida nos permitirá enfrentar realmente las dificultades, y sobre todo darle mucho amor a nuestros hijos, sean especiales o diferentes, son personas que dependen de nosotros y debemos ayudarles a desarrollarse en sus capacidades, a superar sus limitaciones y aprender a ser felices con todas las fortalezas que tienen.


Nunca hay que considerar que un hijo es una carga, o un castigo, o una cruz, un hijo es siempre una bendición que con toda seguridad nos enseñará mucho y nos darán todo el amor que también nosotros les brindemos.


Texto: Alma García.
Locución: Alina Tufani








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