2008-10-16 17:47:37

Benedicto XVI destaca la permanente actualidad de la encíclica «Fides et ratio», de Juan Pablo II en su discurso a los participantes en el Congreso internacional organizado en el 10° aniversario de la promulgación de este documento


 Jueves, 16 oct (RV).- Benedicto XVI ha puesto de relieve la permanente actualidad de la encíclica «Fides et ratio», del Siervo de Dios Juan Pablo II, y la clarividente profundidad de su amado Predecesor, en su discurso a los participantes en el Congreso internacional, organizado - en el 10° aniversario de este documento – por la Pontificia Universidad Lateranense, con la colaboración de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Conferencia Mundial de Instituciones Universitarias Católicas de Filosofía:

«Colaboración ésta cada vez más deseable, sobre todo cuando estamos llamados a dar razón de la propia fe ante los desafíos cada vez más complejos que implican a los creyentes en el mundo contemporáneo», ha subrayado el Santo Padre, recordando que esta encíclica de Juan Pablo II destaca la importancia de conjugar fe y razón en su recíproca relación, en el respeto de la esfera de autonomía propia de cada una, siempre al servicio del hombre y de la humanidad:

«La investigación científica tiene ciertamente su valor positivo. El descubrimiento y el incremento de las ciencias matemáticas, físicas, químicas y las aplicadas son fruto de la razón y expresan la inteligencia con la cual el hombre logra penetrar en las profundidades de la creación. La fe no teme el progreso de la ciencia y los desarrollos a los que nos conducen sus conquistas, cuando están finalizadas al hombre, a su bienestar y al progreso de toda la humanidad. Como recordaba el desconocido autor de la Carta a Diogneto: ‘No mata el árbol de la ciencia, sino la desobediencia. No hay vida sin ciencia, ni ciencia segura sin vida verdadera’ (XII, 2,4).

«No podemos esconder que se ha verificado un desliz de un pensamiento especulativo, a uno mayormente experimental, en el que el deseo de conocer la naturaleza se ha transformado en querer reproducirla», ha subrayado el Papa, señalando que este cambio «no ha sido indoloro». Pues la fe y la razón han empezado a seguir caminos distintos. Lamentando que no siempre, los científicos en sus investigaciones se proponen los objetivos del bien para la humanidad y que «algunas veces las ganancias fáciles o, peor aún, la arrogancia de sustituir al Creador, juegan un papel determinante, el Santo Padre ha señalado que ello puede ser un peligro para toda la familia humana:

«Es una forma de ‘hybris’ de la razón, que puede asumir características peligrosas para la misma humanidad. La ciencia, por otra parte, no está en grado de elaborar principios éticos. Sólo puede acogerlos y reconocerlos como necesarios para debelar sus eventuales patologías. En este contexto, la filosofía y la teología se vuelven ayudas indispensables, con las cuales hay que confrontarse para evitar que la ciencia proceda sola en un sendero tortuoso, lleno de imprevistos y no sin riesgos. Ello no quiere decir, en absoluto, limitar la investigación científica o impedir a la técnica producir instrumentos de desarrollo. Se trata, más bien, de mantener alerta el sentido de responsabilidad que la razón y la fe poseen en relación con la ciencia, para que permanezca en el surco de su servicio al ser humano».

«La verdad de la Revelación no se sobrepone a la alcanzada por la razón, sino que purifica la razón y la enaltece, permitiéndole dilatar sus propios espacios para insertarse en un campo de investigación insondable como el misterio mismo», ha afirmado Benedicto XVI, recordando que «la verdad revelada ‘en la plenitud de los tiempos’ ha asumido el rostro de una persona: Jesús de Nazaret, que brinda la respuesta última y definitiva a la solicitud de sentido de todo hombre»:

«La verdad de Cristo, en cuanto toca a toda persona en búsqueda de alegría, de felicidad y de sentido, supera con creces toda otra verdad que la razón puede encontrar. Es al rededor del misterio, por lo tanto, que la fe y la razón encuentran la posibilidad real de un camino común. En estos días, se está desarrollando el Sínodo de los Obispos sobre el tema ‘La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia’ ¡Cómo no ver la providencial coincidencia de este momento con vuestro Congreso!».

«Una verdadera filosofía deberá conducir por la mano a toda persona y hacerle descubrir cuán fundamental es, para su misma dignidad, conocer la verdad de la Revelación», ha señalado el Papa antes de concluir su denso discurso, reiterando que «ante esta exigencia de sentido que no da tregua hasta que no desemboca en Jesucristo, la Palabra de Dios revela su carácter de respuesta definitiva. Una Palabra de revelación que se vuelve vida y que pide ser acogida como manantial inextinguible de vida».







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