Benedicto XVI destaca la permanente actualidad de la encíclica «Fides et ratio», de
Juan Pablo II en su discurso a los participantes en el Congreso internacional organizado
en el 10° aniversario de la promulgación de este documento
Jueves, 16 oct (RV).- Benedicto XVI ha puesto de relieve la permanente actualidad
de la encíclica «Fides et ratio», del Siervo de Dios Juan Pablo II, y la clarividente
profundidad de su amado Predecesor, en su discurso a los participantes en el Congreso
internacional, organizado - en el 10° aniversario de este documento – por la Pontificia
Universidad Lateranense, con la colaboración de la Pontificia Academia de las Ciencias
y de la Conferencia Mundial de Instituciones Universitarias Católicas de Filosofía:
«Colaboración
ésta cada vez más deseable, sobre todo cuando estamos llamados a dar razón de la propia
fe ante los desafíos cada vez más complejos que implican a los creyentes en el mundo
contemporáneo», ha subrayado el Santo Padre, recordando que esta encíclica de Juan
Pablo II destaca la importancia de conjugar fe y razón en su recíproca relación, en
el respeto de la esfera de autonomía propia de cada una, siempre al servicio del hombre
y de la humanidad:
«La investigación científica tiene ciertamente su valor
positivo. El descubrimiento y el incremento de las ciencias matemáticas, físicas,
químicas y las aplicadas son fruto de la razón y expresan la inteligencia con la cual
el hombre logra penetrar en las profundidades de la creación. La fe no teme el progreso
de la ciencia y los desarrollos a los que nos conducen sus conquistas, cuando están
finalizadas al hombre, a su bienestar y al progreso de toda la humanidad. Como recordaba
el desconocido autor de la Carta a Diogneto: ‘No mata el árbol de la ciencia, sino
la desobediencia. No hay vida sin ciencia, ni ciencia segura sin vida verdadera’ (XII,
2,4).
«No podemos esconder que se ha verificado un desliz de un pensamiento
especulativo, a uno mayormente experimental, en el que el deseo de conocer la naturaleza
se ha transformado en querer reproducirla», ha subrayado el Papa, señalando que este
cambio «no ha sido indoloro». Pues la fe y la razón han empezado a seguir caminos
distintos. Lamentando que no siempre, los científicos en sus investigaciones se
proponen los objetivos del bien para la humanidad y que «algunas veces las ganancias
fáciles o, peor aún, la arrogancia de sustituir al Creador, juegan un papel determinante,
el Santo Padre ha señalado que ello puede ser un peligro para toda la familia humana:
«Es
una forma de ‘hybris’ de la razón, que puede asumir características peligrosas para
la misma humanidad. La ciencia, por otra parte, no está en grado de elaborar principios
éticos. Sólo puede acogerlos y reconocerlos como necesarios para debelar sus eventuales
patologías. En este contexto, la filosofía y la teología se vuelven ayudas indispensables,
con las cuales hay que confrontarse para evitar que la ciencia proceda sola en un
sendero tortuoso, lleno de imprevistos y no sin riesgos. Ello no quiere decir, en
absoluto, limitar la investigación científica o impedir a la técnica producir instrumentos
de desarrollo. Se trata, más bien, de mantener alerta el sentido de responsabilidad
que la razón y la fe poseen en relación con la ciencia, para que permanezca en el
surco de su servicio al ser humano».
«La verdad de la Revelación no se sobrepone
a la alcanzada por la razón, sino que purifica la razón y la enaltece, permitiéndole
dilatar sus propios espacios para insertarse en un campo de investigación insondable
como el misterio mismo», ha afirmado Benedicto XVI, recordando que «la verdad revelada
‘en la plenitud de los tiempos’ ha asumido el rostro de una persona: Jesús de Nazaret,
que brinda la respuesta última y definitiva a la solicitud de sentido de todo hombre»:
«La
verdad de Cristo, en cuanto toca a toda persona en búsqueda de alegría, de felicidad
y de sentido, supera con creces toda otra verdad que la razón puede encontrar. Es
al rededor del misterio, por lo tanto, que la fe y la razón encuentran la posibilidad
real de un camino común. En estos días, se está desarrollando el Sínodo de los Obispos
sobre el tema ‘La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia’ ¡Cómo no
ver la providencial coincidencia de este momento con vuestro Congreso!».
«Una
verdadera filosofía deberá conducir por la mano a toda persona y hacerle descubrir
cuán fundamental es, para su misma dignidad, conocer la verdad de la Revelación»,
ha señalado el Papa antes de concluir su denso discurso, reiterando que «ante esta
exigencia de sentido que no da tregua hasta que no desemboca en Jesucristo, la Palabra
de Dios revela su carácter de respuesta definitiva. Una Palabra de revelación que
se vuelve vida y que pide ser acogida como manantial inextinguible de vida».