Audiencia general: Benedicto XVI dedica la catequesis de nuevo a san Pablo y subraya
que “el cristianismo no es libertad de hacer lo que se quiere, sino libertad de servir
el Evangelio de los pobres”
Miércoles, 1 oct (RV).- “En la Iglesia existen distintos carismas, pero lo que importa
es que cada cristiano sea fiel a la verdad del Evangelio y se dedique a servir a los
más pobres, con la ‘franqueza’ y la libertad de san Pablo”. Al apóstol de los gentiles,
Benedicto XVI ha dedicado una nueva reflexión esta mañana. La amplia catequesis durante
la Audiencia General, la primera después del regreso de Castelgandolfo, la ha dedicado
Benedicto XVI para hablar sobre dos momentos-clave de la vida de san Pablo: el Concilio
de Jerusalén y sobre el incidente de Antioquia, dos ocasiones en las que la Iglesia
primitiva se interrogaba sobre el problema de aceptar o no las prescripciones del
hebraísmo y las reglas que se exigían a los paganos convertidos al cristianismo con
respecto a la circuncisión y el tomar alimentos impuros.
“Sólo el diálogo abierto
y sincero puede orientar el camino de la Iglesia”. Ésta es, para Benedicto XVI, la
lección que emerge del contrate que, sobre este tema, protagonizaron Pedro y Pablo.
Una lección -ha explicado el Papa a los más de 30 mil fieles y peregrinos reunidos
en la plaza de san Pedro durante la Audiencia General- que debemos aprender también
nosotros”.
Según Benedicto XVI, el conocido incidente de Antioquia confirma
la libertad de la que gozaba Pablo. De hecho los alimentos puros o impuros dividían
a los hebreos de los paganos. Pedro compartía la comida con unos u otros. Pero con
la llegada de Santiago comenzó a evitar la mesa con los que no eran hebreos. Y decía
a Pablo: “tú, que eres judío, vives con los paganos”. El objetivo de Pedro era no
perder a los judío-cristianos. Pablo, en cambio, estaba preocupado en no desvirtuar
el valor salvífico de la muerte de Jesús para todos los creyentes.
“Pablo
defendía el valor universal de la salvación que se ofrece a todos, gentiles y judíos,
ya que la justificación no es obra de la Ley, sino de la fe en Cristo”, ha afirmado
el Papa. Sin embargo, poco después, en su carta a los Romanos y ante una situación
similar, san Pablo recomendará a los fuertes en la fe no tomar alimentos impuros si
esto supone un escándalo para los más débiles.
Lo que reveló san Pablo -ha
afirmado el Santo Padre- es “el Evangelio de la libertad de ley. No son necesarios
la circuncisión, los alimentos, o el sábado, como contraseña de la justicia: Cristo
es nuestra justicia. Y es justo quien está conforme con Cristo sin contraseñas”.
Este
incidente y esta discrepancia, ha comentado el Papa, fue una lección tanto para Pedro
como para Pablo. “Con los carismas distintos de los dos apóstoles, dejémonos guiar
por el Espíritu para vivir en la libertad que encuentra su guía en la fe en Cristo”.
Para ello es “esencial -ha subrayado el Pontífice- confiar cada vez más en Cristo”.
“El cristianismo -ha dicho- no es libertad de hacer lo que se quiere, sino libertad
de servir el Evangelio de los pobres”.
Este ha sido el resumen que de su
catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua
presentes en la Plaza de san Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy contemplamos dos episodios
que demuestran la fidelidad de san Pablo a la verdad del Evangelio. Uno es el Concilio
de Jerusalén, en que se trató de si era lícito exigir la circuncisión a los gentiles
que llegan a la fe. Allí recibió aprobación la predicación de Pablo, sobre la libertad
con respecto a las obligaciones de la Ley judaica. Al exhortar al Apóstol Pablo a
no olvidar a los pobres, el Concilio puso de manifiesto que la libertad cristiana
no se confunde con el libertinaje, sino que se realiza en el servicio auténtico a
los hermanos, especialmente a los más necesitados. Además, la colecta que san Pablo
organizó para los pobres de Jerusalén expresaba la deuda que las comunidades fundadas
por él tenían con la Iglesia que les había dado el don del Evangelio. El segundo episodio
es el incidente, en Antioquia, entre Pedro y Pablo, provocado por la decisión del
primero de no compartir la mesa con los cristianos de origen gentil para no escandalizar
a los de origen judío. En cambio, Pablo defendía el valor universal de la salvación
que se ofrece a todos, gentiles y judíos, ya que la justificación no es obra de la
Ley sino de la fe en Cristo. Sin embargo, poco después, en su carta a los Romanos
y ante una situación similar, san Pablo recomendará a los fuertes en la fe no tomar
alimentos impuros si esto supone un escándalo para los más débiles.
Saludo
cordialmente a los visitantes de lengua española. En particular, a los peregrinos
y grupos parroquiales venidos de Alemania, Chile, Colombia, España, México y de otros
países latinoamericanos. Os invito a que, siguiendo el ejemplo de San Pablo, os dejéis
guiar por el Espíritu Santo para comportaros siempre en vuestra vida según la verdad
del Evangelio. Que Dios os bendiga.
Como siempre el Santo Padre, antes
de finalizar la audiencia se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a a los recién
casados. Recordamos hoy a Santa Teresa del Niño Jesús, joven claustral de Lisieux,
doctora de la Iglesia y patrona de las misiones. Que su testimonio evangélico os sostenga
a vosotros, queridos jóvenes, en el compromiso de la cotidiana fidelidad a Cristo,
que os anime a vosotros, queridos enfermos, a seguir a Jesús en el camino de la prueba
y del sufrimiento; y que a vosotros, queridos recién casados, os ayude a hacer de
vuestra familia un lugar de crecimiento del amor hacia Dios y hacia los hermanos.