Ángelus: En el trigésimo aniversario de la muerte de Juan Pablo I, Benedicto XVI recuerda
el lema de su Pontificado, la humildad, y señala que esta palabra sintetiza la esencia
de la vida cristiana
Domingo, 28 sep (RV).- Benedicto XVI ha presidido en el patio del Palacio Apostólico
de Castelgandolfo, el rezo mariano del Ángelus, el último desde esta localidad en
la que ha pasado su periodo de descanso veraniego, ya que el martes el Pontífice regresará
al Vaticano. Por este motivo ha querido saludar a los habitantes de esta ciudad en
la que ha preparado sus numerosos viajes de estos últimos meses: a Sydney, Australia,
para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud; a Bressanone, en el norte de Italia,
donde pasó en sus montañas unas semanas de reposo; a la isla italiana de Cerdeña;
y a Francia, donde visitó París y celebró en Lourdes el 150 aniversario de las apariciones
de la Virgen.
Antes de saludar a los presentes, en su alocución previa
al rezo del Ángelus, Benedicto XVI ha evocado la parábola evangélica de hoy que lleva
a meditar sobre la humildad. En este sentido, ha recordado la figura del Papa Juan
Pablo I, de quien hoy precisamente se recuerda el trigésimo aniversario de su fallecimiento.
“Él eligió como lema episcopal el mismo que san Carlos Borromeo: Humiltas”, ha señalado
el Santo Padre, “una palabra que sintetiza la esencia de la vida cristiana e indica
la virtud indispensable de quien, en la Iglesia, está llamado al servicio de la autoridad”.
Recordando
la humildad de Juan Pablo I, el Papa ha reflexionado sobre una de las cuatro Audiencias
generales celebradas durante su breve pontificado, en la que dijo, con el tono familiar
que lo caracterizaba: “Me limito a recomendar una virtud, tan querida por el Señor
quien dijo, ‘aprended de mi que soy bondadoso y humilde de corazón … incluso si habéis
hecho grandes cosas decid: somos siervos inútiles’. Y observó: ‘En vez de la tendencia,
en todos nosotros, de ponerse en muestra, es más bien todo lo contrario’ (Enseñanzas
de Juan Pablo I, p.51-52). Podemos considerar la humildad como su testamento espiritual”.
Gracias
precisamente a esta virtud, le bastaron 33 días para que el Papa Luciani entrara en
el corazón de la gente, como ha evocado Benedicto XVI, señalando que en sus discursos
“utilizaba ejemplos extraídos de la vida concreta, de sus recuerdos de familia y de
la sabiduría popular”. “Su sencillez –ha proseguido el Papa- era el vehículo de una
enseñanza sólida y rica que, gracias al don de una memoria excepcional y de una amplia
cultura, él embellecía con numerosas citas de escritores eclesiásticos y profanos”.
Esto
hizo de él, un incomparable catequista, siguiendo las huellas de Pío X, su predecesor
en la cátedra de san Marcos y después en la de Pedro. “Nos tenemos que sentir pequeños
ante Dios”, dijo en una Audiencia, añadiendo después: “No me avergüenzo de sentirme
como un niño ante la madre: si cree en la madre, yo creo en el Señor, y lo que Él
me ha revelado”.
“Éstas palabras muestran todo el espesor de su fe. Mientras
agradecemos a Dios por haberlo donado a la Iglesia y al mundo, hagamos tesoro de su
ejemplo, comprometiéndonos en cultivar su misma humildad, que le hizo se capaz de
hablar a todos, especialmente a los más pequeños, y a los que estaban lejos. Invoquemos
por esto a María Santísima, humilde Servidora del Señor”.
Y tras el rezo
mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, Benedicto XVI como es tradicional
ha saludado en diferentes lenguas. En polaco ha recordado la celebración de hoy de
la beatificación del Siervo de Dios Michael Sopocko, confesor y guía espiritual de
santa Faustina Kowalska.
En italiano se ha dirigido en particular a los
miembros del Movimiento de los Focolares, a quien ha instado a proseguir con su testimonio
del Evangelio, y a los jóvenes de la Obra de la Iglesia de España e Italia. Mientras
que en español, éstas han sido sus palabras: “Saludo con afecto
a los peregrinos de lengua española. En el evangelio de este domingo Jesús nos invita
a la escucha obediente de la Palabra del Señor y al cumplimiento fiel de la Voluntad
divina. Las enseñanzas de Jesucristo, cuando son acogidas con una fe profunda, sencilla
y dócil, transforman la vida de toda persona, de cualquier clase y condición, y muestran
cual es el camino que conduce al Reino de Dios. Muchas gracias y feliz domingo”.