El cardenal Rouco defiende la vía del diálogo y de la laicidad positiva como el camino
de nuestro tiempo
Miércoles, 24 sep (RV).- Después de la II Guerra Mundial, se superó la crisis del
‘laicismo radical’, con una apertura a una fundamentación trascendente del derecho
y del Estado. Así lo ha manifestado esta mañana el Cardenal Arzobispo de Madrid que
ha participado en el Forum Europa Press con una conferencia en la que ha hablado sobre
“Iglesia-Sociedad-Comunidad política. Estado actual de la cuestión”.
El Cardenal
Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha participado esta mañana en el
Forum Europa Press con una conferencia en la que ha hablado sobre “Iglesia-Sociedad-Comunidad
política. Estado actual de la cuestión”. En ella ha comenzado haciendo alusión al
reciente viaje de Benedicto XVI a Francia, donde se ha hablado de la ‘laicidad positiva’,
afirmando que ésta caracteriza el fondo del problema, para Europa, en este momento.
Haciendo un repaso histórico, ha recordado que el Estado Democrático de Derecho es
el fruto de un proceso histórico doloroso en la historia de la humanidad. Y ha aludido
a los fundamentos morales pre-políticos del Estado, cuestión abordada por Habermas
en su diálogo con el entonces cardenal Ratzinger, afirmando que ésta es una cuestión
de actualidad, de suma importancia para la buena concepción de la “laicidad positiva’
como forma muy buena para establecer el marco de las relaciones Iglesia-Estado.
Después
de la II Guerra Mundial, dijo, se superó la crisis del ‘laicismo radical’, con una
apertura a una fundamentación trascendente del derecho y del Estado. Aparece el estado
social y democrático de derecho, que en el último tercio del siglo XX ha sufrido una
especie de crisis. En este contexto, aparece la caída del ‘marxismo’, la crisis demográfica
y la irrupción del fundamentalismo islámico. Aludiendo al diálogo entre Habermas y
el entonces cardenal Ratzinger, afirmó que la cuestión de los fundamentos pre-políticos
del Estado democrático de derecho no ha dejado de plantearse cada vez con mayor urgencia
histórica, en Europa sobre todo.
Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia
se ha ocupado de asuntos que tienen que ver con la vida temporal. Y lo ha hecho a
través de Constituciones como la ‘Gaudium et Spes’, acerca de la visión del hombre;
la declaración ‘Dignitatis humanae’, sobre la libertad religiosa; o la declaración
‘Gravissimun educationis’, sobre la Educación Cristiana.
Para el presidente
de al Conferencia Episcopal Española, el camino del diálogo y de la laicidad positiva
es el camino de nuestro tiempo. Lo es para la Iglesia, pedido desde el Concilio Vaticano
II y practicado hasta ahora, de manera especial por los Papas, con un ejemplo que
ha sido paradigmático.
Ha resaltado la importancia y necesidad del diálogo
entre católicos, cristianos y no creyentes, en los países de historia cristiana, en
torno a los fundamentos morales pre-políticos del Estado democrático de derecho, necesario
para la comunidad religiosa y para el Estado mismo. Y es que no se puede separar el
camino de la Comunidad política y la presencia y acción de la Iglesia en la sociedad.
También ha destacado la necesidad del diálogo con otras confesiones, como el Islam
o el Judaísmo, algo a su juicio necesario y evidente. Entendido, este diálogo, con
el objetivo de llegar al conocimiento de la dignidad de la persona humana y sus bienes,
de la sociedad y del bien común.
Un diálogo urgente, ha señalado el Cardenal
Rouco, que haga posible la ‘laicidad positiva’, ya que el ‘laicismo positivo’ da lugar
a que la Iglesia tenga su sitio y libertad para ejercer su misión, y que el Estado
y la Comunidad Política pueda recibir las aportaciones indispensables para el bien
común.
En el turno de respuesta a los periodistas que han participado esta
mañana en el desayuno informativo organizado por el Foro Europa Press, el cardenal
Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha hablado del aborto. Citando a Julián
Marías, ha recordado que el fallecido filósofo decía que el mayor problema social
de la Europa del siglo XX era la aceptación social del aborto.
Para el purpurado,
el principio del respeto al derecho a la vida de un ser humano -y el embrión lo es
desde que es concebido en el seno de su madre- debe ser un principio que esté por
encima de la opinión pública. No es un principio sometible a minorías y mayorías.
Y es que, ha afirmado, si hay una certeza científica indiscutible en la biología es
que después de la concepción hay un tercer sujeto y un ser humano. Por eso, hay que
hablar de un qué y no de un quién. Ya que el embrión no es una cosa, es un quién.
Y hay que tratarlo como a un ser humano.
Citando la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, ha recordado que el embrión es un bien constitucionalmente protegido.
Un ser que no es parte de la madre, con un soporte ontológico que es propio, y hay
que respetarlo. Cuando no se respeta, se abre la posibilidad de intervenir en ese
derecho en cualquier momento de la vida.
Respecto a que en la Comisión de Expertos
creada por el Gobierno para organizar la reforma de la ley del aborto, entre cuyos
miembros no hay representantes de organismos como PROVIDA o la Iglesia Católica,
ha reconocido que es algo que llama la atención, ya que en ella deberían estar representados
todos los grupos sociales que se ocupan de una manera expresa del problema, más allá
de lo religioso. A su juicio, esto es algo que no se hace en otros países, donde sí
habría una representación de todos los grupos sociales.
Preguntado por su opinión
respecto a lo que va a pasar en esta legislatura respecto al ‘suicidio asistido’,
afirmó que es una negación de los derechos fundamentales, como el del respeto a la
vida. Se piensa sobre todo en situaciones límites, como enfermos terminales, personas
mayores… Para el Cardenal Arzobispo de Madrid, el derecho a la vida hay que respetarlo
siempre, sin condiciones.