Audiencia general: en vísperas de emprender su primer viaje pastoral a Francia como
Sucesor de Pedro, Benedicto XVI dirige un mensaje a esta amada nación
Miércoles, 10 sep (RV).- En su audiencia general de hoy, en vísperas de emprender
su primer viaje pastoral a Francia como Sucesor de Pedro - el próximo viernes -,
Benedicto XVI ha dirigido un Mensaje a esta amada nación: «Vengo a vosotros como mensajero
de paz y de fraternidad. Conozco vuestro país. En varias oportunidades he tenido la
alegría de ir y de apreciar su generosa tradición de acogida y de tolerancia, así
como su sólida fe cristiana y su elevada cultura humana y espiritual».
El Papa
ha explicado el motivo que le ha impulsado a emprender esta peregrinación mariana:
«Es la celebración del 150 aniversario de las apariciones de la virgen María en Lourdes.
Después de visitar París, la capital de vuestro país, tendré la gran alegría de unirme
a los numerosos peregrinos que acuden para cumplir las etapas del camino del Jubileo,
siguiendo a santa Bernardita hasta la gruta de Massabielle».
Benedicto XVI
encomendará a la Madre de Dios las intenciones de la Iglesia, de los que sufren y
la paz del mundo: «Será intensa mi oración a los pies de Nuestra Señora. Por las intenciones
de toda la Iglesia, en especial por los enfermos y los marginados. Pero también por
la paz del mundo. ¡Qué María sea para todos vosotros y, en especial para los jóvenes,
la Madre siempre disponible para las necesidades de sus hijos, una luz de esperanza
que alumbra y guía vuestros caminos! Queridos amigos de Francia, os invito a uniros
a mi oración para que este viaje brinde frutos abundantes».
Y también en sus
palabras en polaco, el Papa ha pedido oraciones por su viaje a Francia. Benedicto
XVI ha destacado, en particular, el anhelo de que Europa y el mundo recuerden el llamado
de la Virgen María a la oración, a la penitencia y a la conversión: «Encomiendo a
vuestras oraciones mi próxima peregrinación a Francia. Que la celebración del aniversario
de las apariciones de la Virgen de Lourdes recuerde una vez más a Europa y al mundo
entero su llamada a la oración, a la penitencia y a la conversión. ¡Que ello sea también
para vosotros objeto de vuestra meditación! Con mi corazón os bendigo junto con vuestros
seres queridos». «La misión de todos los apóstoles de Cristo en todo los tiempos es
la de ser colaboradores de la verdadera alegría»
En su catequesis de esta
audiencia general, Benedicto XVI ha reflexionado sobre lo que significaba para san
Pablo ser apóstol de Jesucristo. El Santo Padre ha hecho hincapié en que, precisamente,
san Pablo nos enseña que «ser apóstoles significa anunciar la alegría de Cristo en
el mundo, identificándose con el Evangelio».
Benedicto XVI ha expresado el
anhelo de que «los testigos del Evangelio de todo tiempo sean, esencialmente, ‘apóstoles
de la alegría de Cristo». En sus palabras en español, el Papa ha deseado que el formidable
ejemplo del Apóstol” por excelencia nos sirva siempre de provecho y estímulo. Éstas
han sido las palabras que el Santo Padre ha pronunciado en español:
Queridos
hermanos y hermanas: La tradición ha denominado a San Pablo como “el Apóstol”
por excelencia. También él en sus cartas se dio a sí mismo este título. Ahora bien,
Pablo distinguió entre los apóstoles que le precedieron y su propio caso. Su concepto
de apostolado, por tanto, no quedó restringido al grupo de los Doce Apóstoles. ¿Qué
es lo que, según san Pablo, permitió a otros y a él llamarse apóstoles? Ante todo,
haber visto al Señor. Se debió dar un encuentro determinante con Jesucristo, lo cual
quiere decir que el apostolado es un don, no una presunción. En segundo lugar, el
apóstol es un enviado, el portador de un mensaje. Por este motivo, san Pablo se define
como “apóstol de Jesucristo”. El tercer requisito es anunciar el Evangelio, con la
consiguiente fundación de Iglesias. El apostolado no es un privilegio, sino un encargo
que compromete la entera existencia del que lo desempeña. Hay una especie de identificación
entre el Evangelio y el evangelizador. Ambos corren la misma suerte. Es la fuerza
de los hechos lo que revela la identidad del apóstol. Esto se verificó magníficamente
en San Pablo, que dedicó a su misión apostólica toda su energía, cumpliendo su ministerio
con fidelidad y alegría. Buscó en todo momento, como afirma en su primera carta a
los Corintios, hacerse “todo a todos para salvar a toda costa a algunos” (9,22). Que
este formidable ejemplo nos sirva siempre de provecho y estímulo.
Saludo
a los peregrinos de lengua española, en particular, a los “Pueri cantores” de la Escolanía
de la Catedral de Burgos, a los Amigos del Hogar de Minusválidos, de La Guardia, a
los fieles de la Parroquia de Santa María de Mataró y a los miembros del Colegio San
Francisco de Asís, de Santiago de Chile. Que Dios os bendiga.
En sus entrañables
y tradicionales saludos a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados que suelen
participar en la audiencia general, el Papa ha recordado las dos fiestas en las que
esta semana se conmemora de forma particular a la Madre de Dios.
La fiesta
litúrgica de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, el pasado lunes, y la
celebración de la memoria del Dulce nombre de María, el próximo viernes. En este
contexto, Benedicto XVI ha recordado que el Concilio Vaticano II dice que la Virgen
nos precede en el camino de la fe porque «ha creído que se cumplirían las cosas que
le fueron dichas de parte del Señor». (Lc 1,45)
El Santo Padre les ha dicho
a los jóvenes que pide a la Virgen Santa que les obtenga el don de una fe cada vez
más madura. Para los enfermos, una fe cada vez más ferviente y para los recién casados,
una fe cada vez más profunda.