Miércoles, 3 sep (RV).- En nuestras vidas se entrecruzan, como si fueran un fino tejido,
los hilos de lo que podemos llamar “diseños” es decir los planes, proyectos y previsiones
que hacemos a lo largo de las primeras décadas de nuestra vida, y los “imprevistos”
que nos toca afrontar porque escapan de nuestro control. En nuestro crecimiento hacia
la madurez nos percatamos de que no existe una única forma de envejecer sino que ésta
dependerá de cómo la persona interprete y experimente los hechos “azarosos” que sucedan
a lo largo de su ciclo vital y el modo en que los afronte para resolverlos. Un Proverbio
bíblico dice “muchos proyectos hay en el corazón del hombre, pero es el designio del
Señor el que permanece”… Al final, concluimos que somos dueños de nuestra propia historia,
pero no es ella la que nos conduce y posee. Esto significa que nadie puede decidir
desde fuera cómo será nuestra vejez.
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* Dolores
Aleixandre, teóloga y religiosa del Sagrado Corazón, autora de: “Las puertas de la
tarde. Envejecer con esplendor” Ed. Sal Terrae, España 2007