Sábado, 23 ago (RV).- El pasado miércoles Benedicto XVI, en la audiencia general en
Castelgandolfo nos recordó que a los fieles cada día la Iglesia ofrece a nuestra consideración,
uno o más santos y beatos a los que invocar e imitar. Y recordó que este sábado celebramos
a santa Rosa de Lima, primera santa canonizada del continente latinoamericano, del
que es su patrona principal.
Benedicto XVI destacó que esta santa solía repetir:
“Si los hombres supieran lo que significa vivir en gracia, no temerían ningún sufrimiento
y padecerían de buen grado cualquier pena, porque la gracia es fruto de la paciencia”.
Murió en 1617, a la edad de 31 años, después de una breve existencia cargada de privaciones
y de sufrimiento, en la fiesta de san Bartolomé apóstol, del que era muy devota, porque
había padecido un martirio particularmente doloroso”. Santa Rosa nació en
la capital del Perú en 1586. De ascendencia española, ésta fue la primera santa de
América canonizada. La niña fue bautizada con el nombre de Isabel, pero la llamaban
Rosa, por el color que tenían sus mejillas, y ese fue el único nombre que le impuso
en la Confirmación el arzobispo de Lima, el vallisoletano Santo Toribio de Mogrovejo.
Rosa
tomó a Santa Catalina de Siena por modelo de espiritualidad a pesar de la oposición
y las burlas de su familia y amigos. Se opuso a sus padres por una causa justa, pero
jamás los desobedeció ni se apartó de la más escrupulosa obediencia y paciencia en
las dificultades y contradicciones. Sufrió mucho por todos aquellos que no la comprendían.
Tras
el fracasó técnico y financiero del padre en la explotación de una mina, la familia
se vio en circunstancias económicas difíciles y Rosa tuvo que trabajar duramente,
hasta que sus padres intentaron convencerla para que se casase. La joven tuvo que
luchar también contra esta situación durante diez anos. Finalmente, hizo el voto de
virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada al Señor.
Al cabo
de esta década de preparación obligada, ingresó en la tercera orden de Santo Domingo,
imitando así a Santa Catalina de Siena. A partir de entonces, se recluyó en una cabaña
que había construido en el huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo
interior estaba lleno de puntas que semejaba una corona de espinas.
Sufrió
durante quince anos la persecución de sus amigos y conocidos. Tuvo muchas tentaciones
en su vida que valerosamente supo superar. Finalmente, los médicos y una comisión
de sacerdotes, dictaminó que sus experiencias eran realmente sobrenaturales.
Rosa
pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de Massa, un empleado
del gobierno, cuya esposa le tenía particular cariño. Después de una dura enfermedad
el 24 de agosto de 1617, a los treinta y un años de edad murió. El capitulo, el senado
y otros dignatarios de la ciudad se turnaron para transportar su cuerpo al sepulcro.
El Papa Clemente X la canonizo en 1671.