El Papa recuerda a Mons. Egger en su funeral como un pastor erudito, amable y piadoso
Viernes, 22 ago (RV).- Los funerales del obispo de Bolzano- Bressanone, Mons. Wilhelm
Egger, tuvieron lugar ayer por la tarde en la catedral de la ciudad que hospedó al
Santo Padre durante sus últimas vacaciones. La Santa Misa de exequias, la presidió
el cardenal Angelo Scola, patriarca de Venecia, y concelebraron con el purpurado todos
los obispos de la Conferencia Episcopal de la región eclesiástica del Triveneto y
más de 500 sacerdotes. El cortejo fúnebre partió del seminario mayor.
El repentino
fallecimiento de Mons. Egger ha afectado también profundamente a Benedicto XVI, como
lo expresa el propio Pontífice en una carta enviada al administrador diocesano de
la Diócesis Josef Matzneller, quien la leyó al comienzo de la Misa de Exequias.
Tras
expresar el profundo dolor que le causó la inesperada muerte de Monseñor Egger y manifestar
su cercanía en la oración a toda la comunidad de la que era pastor, el Santo Padre
aseguró que su fallecimiento ha significado además para toda la Iglesia una pérdida
de un pastor erudito amable y piadoso, que incansablemente llevó a la gente la Buena
Nueva de Cristo.
“También para mi, personalmente – ha escrito el Papa-, la
muerte de Monseñor Wilhem Egger, que fue mi querido amigo y que apenas hace una semana
pude saludar en mi despedida de Bressanone, significa una pérdida dolorosa. El Papa
recuerda en su misiva que repetidamente pudo encontrar al Obispo durante sus estancias
veraniegas de otros años y en muchas otras ocasiones, y reconoció que este año se
prodigó para que pudiera pasar sus vacaciones en Alto Adige, una región donde el arte
y la cultura se unen con la bondad de los hombres en una armonía maravillosa.
Benedicto
XVI dedica también una parte de su carta a la relación profunda de Monseñor Egger
con la Sagrada Escritura, que invadió y plasmó totalmente su vida. “El amor por la
Palabra de Dios y la santificación del Domingo -escribe el Papa- representan ahora
el testamento particular del obispo Egger, que cada fiel y comunidad parroquial tendrá
que servir para que el encuentro con el Dios del amor de la Revelación constituya
el centro de sus vidas, pues la relación fundamental con Dios, que debe ser siempre
una relación fraternal, es parte esencial de la vida.
Al concluir, el Santo
Padre recordó que un pensamiento guía de la última carta pastoral de monseñor Egger
decía: “Llamado a la secuela en el amor”, una frase que interpreta bien la vida de
cristiano, de religioso y de obispo de este generoso hombre de Iglesia. E invitando
a todos a seguir su ejemplo abriéndose al amor de Dios, el Santo Padre impartió su
Bendición Apostólica. Los restos mortales de monseñor Egger descansan en la catedral
de Bolzano-Bresanone.