La dramática situación en Georgia, la plaga del racismo, los numerosos accidentes
de carretera durante el verano y el recuerdo conmovedor del obispo de Bressanone,
temas del Ángelus de Benedicto XVI
Domingo, 17 ago (RV).- Benedicto XVI ha hecho esta mañana un fuerte llamamiento por
la paz en el Caucaso en su alocución posterior al rezo mariano del Ángelus que ha
dirigido este mediodía ante los fieles reunidos en el patio del palacio Apostólico
de Castelgandolfo. El Santo Padre una vez más ha manifestado su cercanía espiritual
con las víctimas del conflicto en Georgia. El Papa, que sigue “con atención y preocupación
el desarrollo de la situación en esta zona del Caucaso”, se ha dirigido directamente
a las partes implicadas y a la Comunidad internacional.
“Hago este llamamiento
–ha exhortado el Papa- para que sea aliviado con generosidad el grave desasosiego
de los prófugos, sobre todo de las mujeres y de los niños, a los que les falta incluso
lo necesario para poder sobrevivir. Pido la apertura, sin más demora, de corredores
humanitarios entre la región de Osetia meridional y el resto de Georgia, de manera
que los muertos que todavía permanecen abandonados reciban digna sepultura, los heridos
sean curados adecuadamente y a quien lo desee se le consienta reunirse con sus familiares.
Pido que sean garantizados además a las minorías étnicas implicadas en el conflicto,
la incolumidad y aquellos derechos fundamentales que jamás pueden ser pisoteados.
Deseo finalmente que la tregua en acto, alcanzada gracias a la contribución de la
Unión Europea, pueda consolidarse y pueda también transformarse en una paz estable”.
El
Papa ha invitado también a la Comunidad Internacional “a que continúe ofreciendo su
apoyo para alcanzar una solución duradera por medio del diálogo y la buena voluntad
común”. Antes del llamamiento en favor de Georgia, tomando como referencia las lecturas
del día, el Pontífice ha confirmado que la Palabra de Dios nos ofrece “la oportunidad
de reflexionar sobre la universalidad de la misión de la Iglesia, constituida por
pueblos de toda raza y cultura”.
Precisamente de aquí, ha recordado el Santo
Padre, procede la gran responsabilidad de la comunidad eclesial, “llamada a ser casa
donde todos se hospedan, signo e instrumento de comunión para la entera familia humana”.
Una
característica, la de estar concienciados, sobre la que toda comunidad cristiana debe
profundizar con el propósito de ayudar también a la sociedad civil “a superar toda
posible tentación de racismo, de intolerancia y de exclusión y a organizarse con propuestas
respetuosas con la dignidad de todo ser humano”.
“Una de las grandes conquistas
de la humanidad –ha dicho también el Pontífice- es en efecto precisamente la superación
del racismo, pero por desgracia esto ocurre en diversos países, con nuevas y preocupantes
manifestaciones, unidas a menudo a problemas sociales y económicos, que jamás pueden
justificar el desprecio y la discriminación racial”. En este sentido el Pontífice
ha invitado a rezar para que “en todas partes crezca el respeto por cualquier persona,
junto a la responsable concienciación de que solamente en la recíproca acogida de
todos es posible construir un mundo marcado por una auténtica justicia y verdadera
paz”.
El Papa ha querido también hacer una reflexión sobre los numerosos y
graves accidentes de carretera que aumentan durante este periodo estivo: “No debemos
acostumbrarnos a esta triste realidad”. Ésta ha sido la advertencia del Pontífice
añadiendo que “la vida humana es un bien demasiado precioso y es demasiado indigno
para el hombre morir o quedar inválido por causas, que en la mayoría de los casos,
se hubieran podido evitar”.
Benedicto XVI ha llamado al sentido de responsabilidad,
“sobre todo por parte de los automovilistas, porque los accidentes se deben muchas
veces al exceso de velocidad y a comportamientos imprudentes. Conducir un vehículo
en las carreteras públicas requiere un sentido moral y un sentido cívico”.
Refiriéndose
precisamente a este sentido cívico, Benedicto XVI ha advertido que “es indispensable
la constante obra de prevención, vigilancia y represión por parte de las autoridades
correspondientes”. Como Iglesia, ha subrayado Benedicto XVI, “nos sentimos directamente
interpelados en el plano ético: los cristianos deben, en primer lugar, hacer un examen
de conciencia personal sobre la propia conducta como automovilistas”.
Después,
el Papa ha recordado con profunda conmoción la figura del obispo de Bolzano-Bressanone
Mons. Wilhelm Egger, fallecido ayer de manera imprevista a causa de un infarto. Mons.
Egger había hospedado al Papa en su diócesis durante su reciente período de reposo
en la región de Alto Adige: “Con profunda emoción he sabido la imprevista muerte de
su Excelencia Mons. Wilhelm Egger, obispo de Bolzano-Bressanone. Le había dejado hace
pocos días, aparentemente en buena salud, nada hacía pensar en un fallecimiento tan
rápido. Me uno al pésame de los familiares y de toda la diócesis en la que era apreciado
y amado por su compromiso y por su dedicación”.
El Papa ha definido a Mons.
Egger como “siervo bueno y fiel” del Señor y ha enviado una especial y consoladora
Bendición Apostólica “al hermano, religiosos capuchino, a los otros familiares, y
a todos los sacerdotes, religiosos, religiosas y a los fieles de la diócesis de Bolzano-Bressanone”.
Tras
el rezo del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, el Santo Padre ha saludado
en varias lenguas. Éstas han sido sus palabras en español: “Saludo cordialmente
a los fieles de lengua española. Os invito a seguir a Jesucristo cada día con fe viva,
con esperanza ilusionada y caridad ardiente. Que vuestro corazón no se deje vencer
por las dificultades cotidianas, antes bien, glorificad a Dios con vuestras vidas.
Feliz domingo”.