Sábado, 9 ago (RV).- Quiera santa Teresa Benedicta de la Cruz – Eddith Stein – la
santa del día, la joven gran testigo de la sabiduría de la Cruz para nuestro tiempo,
hija excelsa de santa Teresa de Jesús, interceda por la “Misión Joven” de Madrid.
Así se lo pidió a esta santa alemana, el cardenal Rouco Varela, hace hoy un año, ante
el Santo Padre y los cinco mil jóvenes que participaron en la audiencia en Castelgandolfo.
Precisamente, hace menos de un mes en Sydney, Australia el Santo Padre anunció que
la Jornada Mundial de la Juventud 2011 tendrá lugar en la capital de España.
Esta
Patrona de Europa, -con santa Brígida de Suecia y Catalina de Siena-, de nombre Edith
Stein nació el 12 de octubre de 1891 en la entonces ciudad alemana de Breslau. Proveniente
de una familia judía, Edith era la menor de 11 hermanos. Siendo adolescente abandona
la escuela y su religión porque no encuentra en ellas sentido para la vida. Edith,
de personalidad tenaz y racional, recibió el titulo de Filosofía por la universidad
de Friburgo, un gran logro para una mujer en la época.
Siendo una mujer de
gran seguridad en si misma y completamente atea, en el fondo de su corazón sentía
un profundo vacío existencial. Decidió alistarse en la Cruz Roja durante la Primera
Guerra Mundial, la razón la escribió ella misma: “si los que están en las trincheras
tienen que sufrir calamidades, ¿por qué he de ser yo una privilegiada?”
Años
más tarde, la que se iba ganando fama de gran filosofa, acompañó a una amiga, Hedwig
Conrad, al entierro de su marido. Le impactó ver que su amiga no sólo no estaba desconsolada
sino que tenía una gran paz y fe en Dios. Viéndola Edith desea conocer esa fuente
de paz. Mientras estaba en casa de Hedwig descubrió el libro de la biografía de santa
Teresa de Jesús. Después de leerlo durante toda una noche exclamó: “esta es la verdad”.
Desde este momento la vida de Edith da un giro sustancial. Atraviesa crisis profundas
a las que su voluntad se resiste, y finalmente, el 1 de enero de 1922 entra en una
Iglesia y después de escuchar Misa le comunica a un sacerdote su deseo de ser bautizada.
Después de su conversión emerge en ella la seguridad de su vocación a la vida
religiosa, en la que deseaba entrar casi inmediatamente, pero su director espiritual
le aconseja seguir durante un tiempo más como laica, ya que consideraba que aún tenía
mucho que hacer por medio de sus actividades en el mundo. Y así fue. Trabajó como
profesora, escribió y tradujo textos religiosos y se convirtió en una reconocida conferenciante
hasta que en 1933, el gobierno nazi decidió expulsar de las escuelas a los profesores
no arios. Momento en que Edith ve concluida su labor pastoral en el exterior y decide
abrazar definitivamente la vida religiosa. Un año más tarde toma el hábito carmelitano
y cambia su nombre por el de Teresa Benedicta de la Cruz.
Viendo las calamidades
que sufrían los judíos perseguidos por los nazis en aquellos años, como católica,
la hermana Teresa vive su realidad de judía en plenitud y quiere responder a favor
de su pueblo, desea colaborar en la Pasión de Cristo y cargar con su propia Cruz.
En
1942 empiezan las deportaciones de judíos. En este mismo año las SS invaden el convento
Carmelo de Echt y se llevan a dos monjas judías conversas: Edith y su hermana Rosa,
para conducirlas al campo de concentración de Auschwitz. Se cumple la petición que
mucho tiempo antes la Hermana Teresa había dejado por escrito en un momento de oración
“dígnate, Señor, coronar con el martirio la cabeza de tu indigna sierva”.
Durante
los días que tuvo lugar el horrendo trayecto en los trenes, los prisioneros quedaban
admirados de la serenidad de Edith. Muchos de los supervivientes la recordarían “consolando,
ayudando y tranquilizando como un ángel lleno de paz”. Muchas madres, a punto de enloquecer,
no se habían ocupado de sus hijos durante días. Edith se ocupaba inmediatamente de
los pequeños, los lavaba, peinaba y buscaba alimento. Nada más llegar a Auschwitz,
el 9 de agosto, los prisioneros son conducidos a la cámara de gas.
La hermana
Teresa muere como mártir con la oración del Padrenuestro entre los labios. Edith Stein
fue canonizada en octubre de 1998 por Juan Pablo II, quien le dio el nombre de “mártir
del amor”. En 1999 fue declarada co-patrona de Europa.