Nos disponemos ahora a recitar juntos la hermosa oración
del Angelus. En ella reflexionaremos sobre María, mujer joven que conversa con el
ángel, que la invita, en nombre de Dios, a una particular entrega de sí misma, de
su vida, de su futuro como mujer y madre. Podemos imaginar cómo debió sentirse María
en aquel momento: totalmente estremecida, completamente abrumada por la perspectiva
que se le ponía delante.
(…) El Espíritu fue quien le dio la fuerza y el valor
para responder a la llamada del Señor. El Espíritu fue quien la ayudó a comprender
el gran misterio que iba a cumplirse por medio de Ella. El Espíritu fue el que la
rodeó con su amor y la hizo capaz de concebir en su seno al Hijo de Dios.
(…)
Fueron muchas las dificultades que María tuvo que superar al afrontar las consecuencias
de aquel «sí» al Señor. Simeón profetizó que una espada le traspasaría el corazón.
Cuando Jesús tenía doce años, Ella experimentó las peores pesadillas que los padres
pueden tener, cuando tuvo a su hijo perdido durante tres días. Y después de su actividad
pública, sufrió la agonía de presenciar su crucifixión y muerte. En las diversas pruebas
Ella permaneció fiel a su promesa, sostenida por el Espíritu de fortaleza. Y por ello
tuvo como recompensa la gloria.
Queridos jóvenes, también nosotros debemos
permanecer fieles al «sí» con que acogimos el ofrecimiento de amistad por parte del
Señor. Sabemos que Él nunca nos abandonará. (…) Dirijámonos, pues, a Ella y pidámosle
que nos guíe en las dificultades para permanecer fieles a esa relación vital que Dios
estableció con cada uno de nosotros. María es nuestro ejemplo y nuestra inspiración;
Ella intercede por nosotros ante su Hijo, y con amor materno nos protege de los peligros.
DESPUÉS
DEL ÁNGELUS
Llega ahora el momento de deciros adiós o, más bien, hasta la vista.
Os doy las gracias a todos por haber participado en la Jornada Mundial de la Juventud
2008, aquí en Sidney, y espero que nos volvamos a ver dentro de tres años. La Jornada
Mundial de la Juventud 2011 tendrá lugar en Madrid, en España. Hasta ese momento,
recemos los unos por los otros, y demos ante el mundo un alegre testimonio de Cristo.
Que Dios os bendiga.
La versión integral del discurso del Santo Padre sera
publicada en el sitio Internet de la Santa Sede www.vatican.va y en el Osservatore
Romano