El Papa recibe a los arzobispos metropolitanos, a los que ayer impuso el Palio y les
exhorta a hacer «que Cristo, por el que derramaron su sangre los Apóstoles Pedro y
Pablo, sea cada vez más conocido, amado e imitado»
Lunes, 30 jun (RV).- «Que Cristo, por el que derramaron su sangre los Apóstoles Pedro
y Pablo, sea cada vez más conocido, amado e imitado». Reiterando su cordial saludo
y el clima de comunión – jerárquica y al mismo tiempo familiar – Benedicto XVI ha
hecho hincapié en el Año Paulino. Audiencia a los Arzobispos metropolitanos, a los
que ayer impuso el Palio, y a los familiares, fieles y personalidades que les han
acompañado.
Empezando sus saludos por Tierra Santa, en la persona del Patriarca
de Jerusalén de los Latinos, Mons. Fouad Twal, el Papa, en sus palabras en español,
ha pedido a la Virgen María, que con tanto fervor se invoca en España, Ecuador, Argentina,
Colombia y Venezuela - que ampare con su amor de Madre a sus Iglesias particulares.
Después de la solemne celebración de ayer, en la que impuso el Palio a los
Arzobispos Metropolitanos nombrados a lo largo del último año, Benedicto XVI los ha
recibido este medio día, en el aula Pablo VI.
Expresando la grata oportunidad
de renovar a todos su cordial saludo y de prolongar el clima de comunión – jerárquica
y al mismo tiempo familiar – el Santo Padre ha hecho hincapié en la feliz coincidencia
de este encuentro con el Año dedicado a san Pablo, encomendándolos a la intercesión
del Apóstol de las gentes: «La imagen del cuerpo orgánico aplicada a la Iglesia es
uno de los elementos fuertes y característicos de la doctrina de san Pablo y, por
ello, en este año jubilar dedicado a él deseo encomendar a cada uno de vosotros, queridos
Arzobispos, a su celestial protección. Que el Apóstol de las gentes os ayude a hacer
crecer a las comunidades que tenéis confiadas unidas y misioneras, concordes y coordenadas
en la acción pastoral, animadas por un impulso apostólico constante».
Como
es tradicional, el Papa ha saludado a estos queridos Arzobispos Metropolitanos y a
los familiares, fieles y personalidades que les han acompañado, extendiendo su pensamiento
y oración a sus respectivas Iglesias particulares. Empezando sus saludos por Tierra
Santa, en la persona del Patriarca de Jerusalén de los Latinos, Mons. Fouad Twal,
el Santo Padre ha pronunciado su alocución en italiano, francés, inglés, alemán, español,
portugués, polaco, ruso, eslovaco y croata.
Éstas han sido las palabras que
Benedicto XVI ha dirigido a los arzobispos metropolitanos de lengua española, Francisco
Pérez González, de Pamplona y Tudela; Lorenzo Voltolini Esti, de Portoviejo; Andrés
Stanovnik, de Corrientes; Óscar Urbina Ortega, de Villavicencio y Antonio José López
Castillo, de Barquisimeto, que han llegado a Roma para la solemne ceremonia de la
imposición del palio, acompañados de familiares, amigos y una representación de sus
respectivas Iglesias particulares:
Me dirijo
con afecto a los arzobispos metropolitanos de lengua española, Francisco Pérez González,
de Pamplona y Tudela, Lorenzo Voltolini Esti, de Portoviejo, Andrés Stanovnik, de
Corrientes, Óscar Urbina Ortega, de Villavicencio, Antonio José López Castillo, de
Barquisimeto, que han llegado a Roma para la solemne ceremonia de la imposición del
palio, acompañados de familiares, amigos y una representación de sus respectivas Iglesias
particulares. Queridos hermanos en el Episcopado, que el palio, ornamento litúrgico
de venerable tradición, tejido con lana blanca, os recuerde siempre a Jesucristo,
el Buen Pastor, y, al mismo tiempo, Cordero inmolado por nuestra salvación. Fieles
a vuestro ministerio, buscad en todo momento fomentar la comunión entre los Obispos
de la provincia eclesiástica que presidís, y con el Obispo de Roma. Aliento a todos
los que han querido venir con vosotros en esta hermosa circunstancia a que no dejen
de encomendaros en su plegaria, para que continuéis guiando a la grey que ha sido
confiada a vuestros desvelos pastorales con ardiente caridad, de modo que Cristo,
por el que derramaron su sangre los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, sea cada vez más
conocido, amado e imitado. Pido a la Virgen María, a la que con tanto fervor se la
invoca en vuestros Países –España, Ecuador, Argentina, Colombia y Venezuela-, que
os proteja y sostenga con su amor de Madre a vuestros Obispos sufragáneos, sacerdotes,
comunidades religiosas y fieles diocesanos. Con estos sentimientos, os imparto de
corazón la Bendición Apostólica, prenda de copiosos dones celestiales.