En su alocución a los obispos de la Conferencia episcopal de Honduras con motivo
de la conclusión de su visita “ad limina Apostolorum”, el Papa los anima a alentar
la oración personal y comunitaria, necesaria para descubrir y favorecer una respuesta
generosa a la propia vocación
Jueves, 26 jun (RV).- Al recibir con gran alegría a los obispos hondureños, encabezados
por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa y Presidente
de la Conferencia Episcopal, a quien le agradeció las amables palabras con las que
me expresó el afecto y adhesión de todos ellos, así como de sus sacerdotes, religiosos
y fieles diocesanos, Benedicto XVI manifestó que los tiene muy presentes en su oración,
y especialmente a los que sufren a causa de la pobreza, la violencia o la enfermedad,
a la vez que les manifestó toda su estima y cercanía espiritual.
El Papa destacó
que el pueblo hondureño se caracteriza por un profundo espíritu religioso que se manifiesta,
entre otras cosas, en las numerosas y arraigadas prácticas de devoción popular, las
cuales, debidamente purificadas de elementos extraños a la fe, deben ser un instrumento
válido para el anuncio del Evangelio. Por otro lado, y como sucede en otras partes,
el Pontífice se refirió a la difusión del secularismo, así como el proselitismo de
las sectas, que es fuente de confusión para muchos fieles, y provoca, además, una
pérdida del sentido de pertenencia a la Iglesia.
Y tras constatar las enormes
dificultades que se oponen a su misión pastoral, lejos de llevar al desánimo, dijo
que ha de servir para impulsar una extensa y audaz labor de evangelización, que se
apoye, más que en la eficacia de los medios materiales o de los proyectos humanos,
en el poder de la Palabra de Dios acogida con fe, vivida con humildad y anunciada
con fidelidad. Por otra parte, el Papa recordó a los obispos hondureños que en esta
urgente tarea de anunciar la Buena Nueva de la salvación, cuentan con la ayuda inestimable
de sus sacerdotes. Los cuales, siendo los primeros colaboradores en su misión pastoral,
han de ser también los principales destinatarios de su solicitud de padres, hermanos
y amigos, prestando atención a su vida espiritual y a sus necesidades materiales.
Benedicto XVI puso de relieve que a pesar del incremento de las vocaciones
en los últimos tiempos, la escasez de presbíteros en sus Iglesias particulares es,
con razón, una de sus principales preocupaciones. Por eso les dijo que el empeño en
suscitar vocaciones entre los jóvenes debe ser un objetivo prioritario de sus planes
de pastoral, en los que se han de implicar todas las comunidades diocesanas y parroquiales.
Y los animó a alentar la oración personal y comunitaria que, además de ser un mandato
del Señor –dijo- es necesaria para descubrir y favorecer una respuesta generosa a
la propia vocación.
Refiriéndose más adelante al significativo papel que los
laicos católicos hondureños están asumiendo en las parroquias como catequistas y delegados
de la Palabra, el Obispo de Roma les dijo que se trata de un aspecto importante del
ministerio pastoral que consiste en trabajar sin descanso para que los fieles sean
cada vez más conscientes de que, en virtud de su bautismo y confirmación, están llamados
a vivir la plenitud de la caridad participando en la misma misión salvífica de la
Iglesia.
Asimismo, un ámbito de singular atención pastoral es el matrimonio
y la familia –prosiguió diciendo el Pontífice– cuya solidez y estabilidad tanto beneficia
a la Iglesia y a la sociedad. A este respecto, añadió que es justo reconocer el paso
importante que se ha dado al incluirse en la Constitución de su país un reconocimiento
explícito del matrimonio, aunque bien saben estos pastores que no basta poseer una
buena legislación si después no se realiza esa necesaria labor cultural y de catequesis
que haga resplandecer en la sociedad la verdad y la belleza del matrimonio, verdadera
alianza perpetua de vida y amor entre un hombre y una mujer.
Al despedirse
de estos hermanos en el episcopado, Benedicto XVI les reiteró su afecto y agradecimiento
por toda su dedicación y solicitud pastoral. A la vez que les rogó que transmitan
a sus sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y fieles laicos el saludo y
el aprecio del Papa. Y antes de impartirles su Bendición Apostólica, encomendó sus
proyectos a la intercesión de la Inmaculada Virgen de Suyapa para que lleven a todos
los hijos de Honduras la esperanza que nunca defrauda, a saber: “Cristo Jesús, el
único Salvador del género humano”.