Escuchar el programa Jueves, 12 jun
(RV).- La tendencia actual de las familias, es a tener un solo hijo, por múltiples
motivos. Pero lo que hoy queremos reflexionar es justamente la situación que rodea
a un solo hijo, porque para empezar la tendencia es a sobreprotegerlos, lo cual sin
duda genera que estos niños en su edad adulta posiblemente sufran trastornos de ansiedad.
Un estudio internacional coordinado por Jordi Alonso, epidemiólogo experto
en salud mental del Institut Municipal d’Investigació Mèdica (IMIM-Hospital del Mar)
de Barcelona, señala que al menos el 15% de la población en 6 países de Europa, sufre
un trastorno de ansiedad en su vida. Los investigadores indagaron sobre si el padecer
este trastorno tenía que ver con el cuidado que la persona recibió de los padres en
la niñez.
Para el estudio, 8 mil 232 personas (mayores de 18 años) contestaron
cuestionarios sobre su relación hasta los 16 años con sus padres. Esas personas participaron
en la encuesta Esemed, que en el año 2000 midió la salud mental de 21 mil personas.
Y efectivamente este estudio confirma que tanto la falta de atención de la
madre como si sobreprotege al hijo aumentan el riesgo de que este sufra un trastorno
de ansiedad de adulto. No descuidarle reduce un 35% el riesgo de que sufra fobia social;
sobreprotegerlo aumenta un 44% el riesgo de que sufra fobia social o un 26% el de
ataques de pánico y agorafobia, como alguno de los resultados sobresalientes.
El
estudio se basa en la percepción que expresan los adultos, ya afectados de ansiedad,
del cuidado que recibieron. Al parecer un cuidado razonable (que no sea excesivo ni
deficiente) propicia una relación sólida, que reduce la vulnerabilidad a sufrir desórdenes
mentales, por lo que se debería orientar a los padres sobre el apoyo a los hijos.
Pero
es que definitivamente, saber cuál es el punto adecuado para cuidar a los hijos, sin
sobreprotegerlos, y al mismo tiempo para darles el libre ejercicio de su libertad,
sin descuidarlos no es una tarea nada fácil. Cuando se tiene un solo hijo la mayoría
de la atención se orienta hacia él, pues se convierte en el centro del hogar, y ello
es apenas lógico, es sólo que un hijo requiere tanto de los padres que a veces éstos
se olvidan de sí mismos, de cada uno de ellos, y de hecho de que además son pareja,
uno del otro.
Pero para los hijos, la situación tampoco es muy agradable.
Pues ser el centro de las miradas, la atención de todo es una posición exigente porque
no da espacio a la equivocación, porque se deben llenar las expectativas -siempre
altas- de los padres y familiares, porque siempre se está en los territorios de la
excelencia, de lo mejor.
Y atención que no estamos haciendo una apología de
la mediocridad, estamos diciendo que se pueden hacer las cosas muy bien pero con libertad,
con los momentos justos y en las circunstancias que son. Un niño es un niño que debe
tener tiempo para el juego, para descubrir las sensaciones y emociones de la vida,
y por eso también debe ser orientado, guiado para que estas percepciones y vivencias
sean realmente aprovechadas en su propio beneficio y de su familia.
No es
fácil, pero el punto de equilibrio es necesario para que nuestros hijos sean sanos
y sean unos adultos vitales y felices. Hasta la próxima semana.