La colaboración bilateral, la situación italiana y los temas indicados por el Papa
a los obispos italianos, escuela y familia principalmente, centran los coloquios del
Pontífice con Silvio Berlusconi
Viernes, 6 jun (RV).- Benedicto XVI ha recibido también esta mañana la visita del
jefe del gobierno italiano Silvio Berlusconi que ha compartido con el Pontífice un
coloquio de unos cuarenta minutos. Berlusconi iba acompañado en su visita oficial
al Vaticno por Gianni Letta y Paolo Bonaiuti, subsecretarios de la vicepresidencia
del Consejo de ministros. Sucesivamente el primer ministro italiano se ha entrevistado
con el cardenal Tarcisio Bertone secretario de estado de Su Santidad, que iba acompañado
por Mons. Dominique Mamberti, secretario para las relaciones con los estados.
En
el coloquio cordial que han mantenido el Papa y Berlusconi, señala una nota de la
Oficina de Prensa de la Santa Sede, han sido abordados temas propios de la actual
situación italiana y se ha hablado también de la contribución que aporta a la Iglesia
católica a la vida del país. Temas sobre los cuales el Santo Padre recientemente se
había ya detenido en su discurso a la Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal
Italiana. También han sido tratadas algunas cuestiones concernientes a los acuerdos
vigentes entre la Santa Sede e Italia. Finalmente, se han examinado algunos aspectos
actuales del cuadro internacional, como la situación en Medio Oriente y las perspectivas
de desarrollo espiritual, ético y social del continente europeo. Las dos partes han
confirmado la voluntad de continuar la colaboración constructiva a nivel bilateral
y en el contexto de la Comunidad Internacional.
En una entrevista concedida
ayer a Radio Vaticano, Silvio Berlusconi trazaba con claridad lo que piensa de las
relaciones entre estado e Iglesia, afirmando que “la Iglesia representa una riqueza
para el estado laico italiano''.
“Es posible –dijo el presidente italiano-
cualquier diálogo sobre cualquier argumento. La Constitución italiana es muy clara
en este punto. Por tanto, no puede haber prejuicios a las manifestaciones de opciones
y de principios, por parte de nadie. Y la Iglesia y sus organismos tienen todo el
derecho a expresar sus propias opiniones. Por su parte el estado, el estado laico,
después expresará su propio juicio y podrá seguir o servirse de estas sugerencias
de la Iglesia, en su acción política”.
Berlusconi finalizó señalando que según
su opinión “sería una pérdida significativa de libertad para el Estado excluir o sofocar
la manifestación de estas convicciones, diría más, de cualquier tipo de convicción.
Estoy convencido que por su milenaria experiencia, por su contacto con todas las clases
sociales, comenzando por las clases más débiles, la Iglesia representa una riqueza
que el estado, que queriendo ser laico y continuar siendo laico debe huir del peligro
de ser ideológico, de ser sectario o incluso de ser totalitario”.