2008-05-17 19:32:28

La peregrinación del Papa a Savona pretende renovar el reconocimiento de la Santa Sede y de toda la Iglesia por la fe, el amor y el valor con la que sus ciudadanos defendieron a Pío VII en su residencia obligada


Sábado, 17 may (RV).- El Santo Padre manifestó su gran gozo por encontrarse en Savona y celebrar la Eucaristía, en la fiesta solemne de la Santísima Trinidad. “En esta solemnidad, subrayó el Papa, la liturgia nos invita a alabar a Dios no simplemente por una maravilla cumplida por Él, sino por la belleza y la bondad de su ser, del que desciende su actuar. Estamos invitados a contemplar, por decirlo así, el Corazón de Dios, su realidad más profunda, que es la de ser Unidad en la Trinidad, suprema y profunda Comunión de amor y de vida. Toda la Sagrada Escritura nos habla de Él. Es más, es El mismo que nos habla de Si en las Escrituras y se revela, como Creador del universo y Señor de la historia.

“Hemos escuchado hoy un relato del Libro del Éxodo en el que Dios proclama el propio nombre. Lo hace en presencia de Moisés, con el cual hablaba cara a cara, como con un amigo. ¿Y cual es este nombre de Dios?, se preguntó el Pontífice. Cada vez es conmovedor escucharlo: “El Señor, el Señor, Dios misericordioso y piadoso, lento a la ira y rico de gracia y de fidelidad” (Es 34,6). Son palabras humanas, pero sugeridas y casi pronunciadas por el Espíritu Santo. Nos dicen la verdad sobre Dios: eran verdaderas ayer, son verdaderas hoy y serán verdaderas siempre; nos hacen ver con los ojos de la mente el rostro del Invisible, nos dicen el nombre del Inefable. Este nombre es Misericordia, Gracia, Fidelidad.

El Papa observó que, encontrándose en Savona, ¿cómo no podría ser feliz por el hecho de que este nombre fue aquel con el que se presentó la Virgen Maria, apareciendo el 18 marzo de 1536 a un campesino, hijo de esta tierra? “Virgen de la Misericordia” es el titulo con el que es venerada. Pero Maria no hablaba de sí, nunca habla de sí, sino siempre de Dios, y lo ha hecho con este nombre así antiguo y siempre nuevo: misericordia, que es sinónimo de amor, de gracia. Se encuentra aquí toda la esencia del cristianismo, observó el Santo Padre, porque es la esencia de Dios mismo. Dios es Uno en cuanto es todo y sólo Amor, pero justamente siendo Amor es apertura, acogida, diálogo; y en su relación con nosotros, hombres pecadores, es misericordia, compasión, gracia, perdón. Dios ha creado todo para la existencia y su voluntad es siempre y solamente vida.

“A lo largo de la historia de la Iglesia, prosiguió el Pontífice, la Virgen María no ha hecho otra cosa que invitar a sus hijos a regresar a Dios, a confiarse a Él en la oración, a tocar con confiada insistencia a la puerta de su Corazón misericordioso. En verdad, Él no desea otra cosa que derramar sobre el mundo la abundancia de su Gracia. “Misericordia y no justicia” ha implorado Maria, sabiendo que habría encontrado escucha ante su hijo Jesús, pero también consiente de la necesidad de la conversión del corazón de los pecadores.

“Mi visita a Savona, en el día de la Santísima Trinidad, ha reiterado el Papa, es sobretodo un peregrinación, mediante Maria, a las fuentes de la fe, de la esperanza y del amor. Una peregrinación que también hace memoria y rinde homenaje a mi venerado predecesor Pío VII, cuya dramática circunstancia está ligada indisolublemente a esta ciudad y su Santuario mariano. A distancia de dos siglos, vengo a renovar el reconocimiento de la Santa Sede y de toda la Iglesia por la fe, el amor y el valor con el que sus ciudadanos apoyaron al Papa en su permanencia forzada en esta ciudad, impuesta por Napoleón Bonaparte. Aquella página oscura de la historia de Europa se ha convertido, por la fuerza del Espíritu Santo, en rica de gracias y de enseñanzas, también para nuestros días. Nos enseña el valor en el enfrentar los desafíos del mundo: materialismo, relativismo, laicismo, sin jamás ceder a compromisos, dispuestos a pagar personalmente con tal de permanecer fieles al Señor y a su Iglesia. El ejemplo de serena firmeza dado por el Papa Pío VII nos invita a conservar inalterada en las pruebas la confianza en Dios, concientes que Él, permitiendo para su Iglesia momentos difíciles, no la abandona jamás. La experiencia vivida por el gran Pontífice en esta tierra nos invita a confiar siempre en la intercesión y en la materna asistencia de Maria Santísima.

Luego Benedicto XVI agregó que la aparición de la Virgen, en un momento trágico de la historia de Savona y la tremenda experiencia que aquí afrontó el Sucesor de Pedro nos trasmite un mensaje de esperanza, nos exhorta a tener confianza en los instrumentos de la Gracia que el Señor coloca a nuestra disposición en toda situación. Entre estos medios de salvación el Papa recordó la oración: la oración personal, familiar y comunitaria. En la fiesta de la Trinidad -agregó- me complazco en subrayar la dimensión de la alabanza, de la contemplación, de la adoración.

¿Y qué decir de la Celebración eucarística, especialmente de la Misa dominical? El día del Señor, añadió el Santo Padre, se encuentra al centro de la atención pastoral de los Obispos italianos: el Domingo tiene que ser redescubierto en su raíz cristiana, a partir de la celebración del Señor Resucitado, encontrado en la Palabra de Dios y reconocido en el partir del Pan eucarístico. El Sacramento de la Reconciliación pide de ser revaluado como medio fundamental para el crecimiento espiritual y para poder afrontar con fuerza los desafíos actuales. En el mundo moderno, que a menudo hace de la belleza y de la eficiencia física un ideal a seguir, como cristianos estamos llamados a encontrar el rostro de Jesucristo, “el más bello entre los hijos del hombre” (Sal 44,3), en las personas que sufren y que están excluidas.

El Santo Padre dirigió una palabra particular a los sacerdotes, expresándoles su aprecio por el trabajo silencioso y la fidelidad con la cual lo desarrollan. El Papa los invitó a creer siempre en la eficacia del cotidiano servicio sacerdotal. Id al encuentro de la gente, como hacia Jesús: en la visita a las familias, en el contacto con los enfermos, en el diálogo con los jóvenes. A los religiosos y religiosas, el Papa les ha dicho que el mundo necesita de su testimonio y de su oración.

Un saludo “especial y caluroso” fue el que el Pontífice dirigió luego a los jóvenes… “pongan vuestra juventud al servicio de Dios y de los hermanos”. Seguir a Cristo – les dijo- conlleva siempre el valor de ir contracorriente. Vale la pena: este es el camino de la verdadera realización personal y por tanto de la verdadera felicidad.

Esto vale también para los cristianos no tan jóvenes. El deseo del Papa fue para que la fe en el Dios Uno y Trino infunda en toda persona y comunidad el fervor del amor y de la esperanza, el gozo de amarse entre hermanos y ponerse con humildad al servicio del prójimo. Es esta la “levadura” que hace crecer a la humanidad… Benedicto XVI pidió para que Maria Santísima, Madre de la Misericordia, junto con todos los Santos Patrones de Savona ayuden a traducir en vida vivida la exhortación del Apóstol… “Estén alegres, alcancen la perfección, anímense, vivan en armonía y en paz; y el Dios del amor y la paz estará con ustedes”.








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