Benedicto XVI reitera la urgente actualidad del mandato evangelizador de las Obras
Misionales Pontificias, en comunión con los obispos de la Iglesia universal
Sábado, 17 may (RV).- Impulsando la irradiación del amor de Cristo a todos los hombres,
Benedicto XVI ha reiterado la urgente actualidad del mandato evangelizador de las
Obras Misionales Pontificias, en comunión con los obispos de la Iglesia universal.
Al recibir a los participantes en el encuentro del Consejo Superior de este dicasterio
misionero - «instrumento precioso» para los pontífices y para los episcopados, el
Papa ha evocado, asimismo, el magisterio del Concilio Vaticano II haciendo hincapié
en la naturaleza misionera de la Iglesia.
Misión que es «tarea y deber de todas
las Iglesias» y de «toda la Iglesia», ha insistido el Santo Padre: «Su misión es
la de comunión. A los gérmenes de disgregación entre los hombres, que la experiencia
cotidiana muestra tan arraigados en la humanidad a causa del pecado, la Iglesia local
contrapone la fuerza generadora de unidad del Cuerpo de Cristo».
Siguiendo
los anhelos de sus predecesores y citando en particular a los Siervos de Dios Pablo
VI y Juan Pablo II, el Papa ha destacado la importancia - «también en esta fase de
la historia de la Iglesia» - del carisma y trabajo de las Obras Misionarias Pontificias:
«Sigue siendo urgente y necesaria la misión de evangelizar a toda la humanidad. La
misión es un deber al que se debe responder ‘¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!’,
dice Pablo. El Apóstol Pablo, al cual la Iglesia dedica un año especial conmemorando
los dos mil años de su nacimiento, mientras se dirigía a Damasco, comprendió y luego
experimentó durante su ministerio que la redención y la misión son actos de amor».
En
este contexto, Benedicto XVI - que tituló su primera encíclica «Dios es Amor» - ha
destacado que es el amor de Cristo el que apremia a la Iglesia: El que anuncia el
Evangelio participa en la caridad de Cristo, que nos ha amado y se ha donado a sí
mismo por nosotros (cfr Ef 5, 2)). Es su embajador y suplica en nombre de Cristo:
‘¡dejaos reconciliar con Dios! ( cfr 2 Cor 5,20) Es el amor que nos debe impulsar
a anunciar con franqueza y valentía a todos los hombres la verdad que salva. Un amor
que se debe irradiar por doquier, alcanzando el corazón de todo hombre. Pues los hombres
esperan a Cristo».
Alentando a las Obras Pontificias a hacer que «la Missio
ad Gentes sea el paradigma de toda su actividad pastoral», el Papa ha reiterado el
mandato de Jesús como deber y derecho irrenunciable y como expresión de libertad religiosa:
«Las palabras de Jesús: – ‘Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo
lo que yo es he mandado’ (Mt 28, 19-20), constituyen todavía un mandato obligatorio
para toda la Iglesia y para cada uno de los fieles de Cristo. Este compromiso apostólico
es un deber y también un derecho irrenunciable, expresión propia de la libertad religiosa,
que tiene sus correspondientes dimensiones ético-sociales y ético-políticas».