En su discurso a los representantes del Forum de las familias, Benedicto XVI exhorta
la necesidad de sensibilizar a los gobernantes y a la opinión pública sobre el papel
central e insustituible que juega la familia en nuestra sociedad
Viernes, 16 may (RV).- Pasado el mediodía, el Santo Padre ha recibido en la sala Clementina
del Palacio Apostólico a unos doscientos representantes del Forum de las Asociaciones
Familiares y de la Federación Europea de las Asociaciones Familiares Católicas, que
han recogido más de un millón de firmas entregadas ayer al Quirinal para solicitar
políticas gubernamentales en Italia que aligeren fiscalmente a los padres con hijos
a cargo.
El encuentro, como ha recordado el
Papa, tiene lugar en ocasión de la celebración anual de la Jornada Internacional de
la Familia que tuvo lugar ayer, 15 de mayo. Para subrayar la importancia de esta celebración
se ha organizado un especial congreso bajo un tema de relevante actualidad: “La alianza
para la familia en Europa: el asociacionismo protagonista”. El congreso ha tenido
un objetivo central: sensibilizar los gobiernos y la opinión pública del papel central
e insustituible de la familia en nuestra sociedad.
Benedicto XVI ha señalado
al respecto que este año se celebra el 40 aniversario de la encíclica “Humanae Vitae”
y también el 25 aniversario de la promulgación de la Carta de los derechos de la Familia,
presentada por la Santa Sede el 22 de octubre de 1983. Dos documentos relacionados
“idealmente entre sí”.
“Si el primero insiste con fuerza, y va valientemente
contracorriente respecto a la cultura dominante de aquella época –ha señalado el Papa-
la cualidad del amor de los esposos, no manipulado por el egoísmo y abierto a la vida;
el segundo pone en evidencia aquellos derechos inalienables que permiten a la familia,
fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, ser la cuna natural de la
vida humana”.
El amado Pontífice Juan Pablo II con razón llamado también “el
Papa de la familia” ha dicho Benedicto XVI repetía que el futuro de la humanidad pasa
a través de la familia. Y subrayaba a menudo “el valor insustituible del instituto
familiar, según el diseño de Dios Creador y Padre”. El Papa ha afirmado que también
él al principio de su pontificado ha corroborado que “la verdad del matrimonio y de
la familia hunde sus raíces en la verdad del hombre y ha encontrado actuación en la
historia de la salvación, en cuyo centro está la palabra: Dios ama su pueblo”.
La
revelación bíblica, ha explicado el Pontífice, “es sobre todo expresión de una historia
de amor, la historia de la alianza de Dios con los hombres. Es por ello, que la historia
del amor y de la unión entre un hombre y una mujer en la alianza del matrimonio ha
sido asumida por Dios como símbolo de la historia de la salvación.
Pero el
Santo Padre ha hecho hincapié en los muchos desafíos que encuentren hoy las familias,
y cuán difícil es realizar, en las modernas condiciones sociales, el ideal de la fidelidad
y de la solidez del amor conyugal, tener y educar hijos, conservar la armonía del
núcleo familiar.
“De tantas familias que se hallan en condiciones
de preocupante precariedad se levanta, quizá de un modo del todo inconsciente, un
grito, una petición de ayuda que interpela a los responsables de las públicas administraciones,
de las comunidades eclesiales y de las diversas agencias educativas –ha proseguido
diciendo el Santo Padre- Es por lo tanto cada vez más urgente el compromiso de unir
las fuerzas para sostener, con todos los medios posibles, las familias desde el punto
de vista social y económico, jurídico y espiritual”.
La familia, célula
de comunión y fundamento de la sociedad, “para los creyentes -ha dicho el Papa- es
como “una pequeña iglesia doméstica” llamada a revelar al mundo el amor de Dios”.
Esta ha sido la exhortación que ha hecho Benedicto XVI al Forum de las Asociaciones
Familiares: “Ayudad a las familias a ser el signo visible de esta verdad, a defender
los valores escritos, en la misma naturaleza humana, y por tanto comunes a toda la
humanidad, o sea la vida, la familia y la educación. No son principios que derivan
de una confesión de fe, sino la aplicación de la justicia que respeta los derechos
de cada hombre”.