Benedicto XVI recibe en audiencia a 500 vírgenes consagradas acompañadas por el cardenal
Franc Rodé, prefecto de la congregación para los Institutos de vida consagrada y las
sociedades de vida apostólica
Jueves, 15 may (RV).- Con alegría el Papa acogió a las vírgenes consagradas con “solemne
rito nupcial a Cristo”, según el ritual de la consagración, con ocasión del Congreso-Peregrinación
internacional del Ordo Virginum, quienes durante estos días se reúnen en Roma. En
particular, Benedicto XVI saludó al cardenal Franc Rodé, prefecto de la congregación
para los Institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, y le agradeció
las cordiales palabras que el purpurado le había dirigido previamente, sin olvidar
su compromiso por sostener esta iniciativa, mientras añadió un agradecimiento de corazón
al comité organizador.
El Papa subrayado que la Orden de las vírgenes “constituye
una expresión particular de vida consagrada, florecida en la Iglesia tras el Concilio
Vaticano II”. No obstante, sus raíces son más antiguas, tal como recordó el Pontífice,
ya que se remontan a los inicios de la vida evangélica cuando -como una novedad inaudita-
el corazón de algunas mujeres comenzó a abrirse al deseo de la virginidad consagrada.
“El pensamiento de los Padres –dijo Benedicto XVI- ve en María el prototipo de las
vírgenes cristianas y evidencia la novedad de nuevo estado de vida al que se accede
a través de una elección de amor libre”.
Y añadió textualmente: “Vuestro carisma
debe reflejar la intensidad, pero también la frescura de los orígenes. Está fundado
en la sencilla invitación evangélica “quien pueda entender que entienda”, y en el
consejo paulino sobre la virginidad para el Reino de Dios. Y sin embargo, resuena
en todo ello el misterio cristiano. Cuando nació vuestro carisma no se configuraba
con particulares modalidades de vida y después ha ido institucionalizándose hasta
llegar a una verdadera y propia consagración pública y solemne”.
El Papa destacó
asimismo que esta vocación está profundamente enraizada en la Iglesia particular a
la que pertenecen, de modo que es la labor de los obispos reconocer en cada una de
ellas el carisma de la virginidad, consagrarlas y, de ser posible, permanecer cerca
de ellas en su camino.
No obstante, el ideal de estas consagradas no exige
algún cambio exterior. Normalmente cada consagrada permanece en el contexto de vida
propio. Es una vida que carece de las características específicas de la vida religiosa,
sobre todo de la obediencia. Y, sin embargo, este carisma conlleva una donación total
a Cristo, una asimilación al Esposo que requiere implícitamente la observancia de
los consejos evangélicos, para custodiar de forma íntegra la fidelidad a Él. Se trata
de caminos personalizados. Entre las consagradas hay formas y modalidades distintas
de vivir el don de la virginidad consagrada y esto se hace de forma más evidente en
el curso de un encuentro internacional como el que están reunidas.
Por último,
Benedicto XVI las exhortó a procurar que sus personas irradien siempre la dignidad
de ser esposa de Cristo, expresen la novedad de la existencia cristiana y la espera
serena en la vida futura. “Con vuestra recta vida -les dijo el Papa- podréis ser
estrellas que orienten el camino del mundo. La elección de la vida virginal, de hecho,
es un reclamo a la transitoriedad de las realidades terrenas y anticipaciones de los
bienes futuros”.
Las consagradas del Ordo Virginum están reunidas estos días
en Roma en su segundo Congreso-Peregrinación internacional para reflexionar sobre
la propia vocación de vírgenes consagradas en el mundo, para enriquecer, profundizar
y ampliar la comprensión del carisma de la virginidad que les ha sido donada. Las
500 vírgenes consagradas proceden de 52 países y se reúnen en este congreso junto
a algunos obispos y delegados, representando miles de hermanas que viven con sencillez
y humildad la propia consagración total al Esposo de las vírgenes y al servicio de
la Iglesia local.