Al recibir a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo pontificio para
la pastoral de los emigrantes e itinerantes, el Papa les recuerda la importancia de
la reunificación de las familias alejadas por las migraciones
Jueves, 15 may (RV).- Poco antes de mediodía, en la Sala del Consistorio del palacio
apostólico, el Papa recibió a los 75 participantes en la asamblea plenaria del Consejo
pontificio de la pastoral para los emigrantes e itinerantes. En la alocución que
les dirigió, el Santo Padre manifestó su aprecio por el tema escogido para este año,
a saber, “La familia emigrante”. Y recordó que constituyó el tema central de su mensaje
para la Jornada Mundial dedicada a los emigrantes y refugiados de 2007. Además, evocando
su reciente viaje a Estados Unidos, el Papa dijo:
“Durante mi reciente visita
a Estados Unidos de América, he tenido la oportunidad de alentar a ese gran país para
que prosiga en su compromiso de acogida hacia los hermanos y hermanas que llegan,
generalmente, de países pobres. He señalado, en particular, el grave problema de la
reunificación familiar. Tema que había afrontado en el mensaje para la 93ª Jornada
mundial del emigrante y del refugiado, dedicado a la Familia emigrante”.
Después
de reiterar que la Sagrada Familia es icono de las familias emigrantes, tal como escribió
el Papa Pío XII en la constitución apostólica Exsul familia, carta magna de
la pastoral de la movilidad humana, Benedicto XVI recordó también los mensajes del
Siervo de Dios Juan Pablo II dedicados “al compromiso eclesial en favor, no sólo de
la persona emigrante, sino también de su familia, comunidad de amor y factor de integración”.
Además,
el Santo Padre alentó a perseverar en el anhelo de los Pontífices y del Concilio ecuménico
Vaticano II en cuanto a la solicitud de la Iglesia hacia la pastoral familiar y para
los emigrantes e itinerantes con las siguientes palabras: “No hay que olvidar que
la familia, también la emigrante e itinerante, constituye la célula originaria de
la sociedad, que no se debe destruir, sino defender con valentía y paciencia”.
Porque
como dijo el Papa, la familia representa la comunidad en la cual, desde la infancia,
somos formados para adorar y amar a Dios, aprendiendo la gramática de los valores
humanos y morales y aprendiendo a emplear bien la libertad en la verdad. Si bien,
tal como prosiguió el Pontífice: “Lamentablemente, en no pocas situaciones se deben
afrontar dificultades, en particular en el caso de los que están implicados en el
fenómeno de la movilidad humana”.
Benedicto XVI también destacó que en su
acción de acogida y de diálogo con los emigrantes e itinerantes, la comunidad cristiana
tiene como punto de referencia constante la persona de Cristo, nuestro Señor. Y señaló
que Cristo sigue transmitiendo a la Iglesia “el amor que ha vivido, hasta la muerte
y muerte de cruz”. Y lo hace mediante el Evangelio y los Sacramentos, en especial
con la Santísima Eucaristía, siendo muy significativo también que la liturgia prevé
la celebración del sacramento del matrimonio en el corazón de la celebración eucarística:
“Oportunamente, por lo tanto, la pastoral familiar se basará en este dato sacramental
como referencia de fundamental importancia. El que va a Misa – y hay que facilitar
su celebración también para los emigrantes e itinerantes – encuentra en la Eucaristía
una fortísima evocación de su propia familia y su propio matrimonio. Y se siente alentado
a vivir su propia situación en la perspectiva de fe, buscando en la gracia divina
la fuerza necesaria para lograrlo”.
Por último, al recordar que la movilidad
humana representa en este mundo globalizado una frontera importante para la nueva
evangelización, Benedicto XVI alentó a proseguir en este compromiso pastoral con renovado
celo, asegurando su cercanía espiritual. E invocando a Nuestra Señora del Camino,
para que ayude a todo hombre y mujer a conocer a su Hijo Jesucristo, y a recibir el
don de la salvación, el Pontífice extendió su bendición apostólica a los emigrantes
e itinerantes de todo el mundo y a sus familias.