Santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa
Lunes, 28 abr (RV).- En la II Asamblea especial para Europa del Sínodo de los obispos
celebrada en 1999, el Santo Padre Juan Pablo II proclamaba tres nuevas copatronas
del continente europeo: santa Edith Stein, santa Brígida de Suecia y santa Catalina
de Siena. Precisamente mañana recordamos a una de ellas, santa Catalina de Siena,
patrona de Italia y de Europa. Santa Catalina de Siena nació en esta ciudad el
día de la fiesta de la Anunciación. A los seis años tuvo una extraordinaria experiencia
mística que definió su vocación, entregándose enteramente a Cristo. Siendo muy joven
y con cierta dificultad, logró hacerse terciaria de la Orden de Santo donde pese a
las consolaciones y visiones, tuvo que vencer pruebas muy duras. Por revelación divina,
la santa salió a trabajar por la salvación del prójimo, asistiendo a los enfermos
en los hospitales en especial aquellos que padecían enfermedades repugnantes como
la lepra. Poco a poco reunió a un grupo de amigos y discípulos formando una "gran
familia" y que durante la epidemia de la peste, asistieron a casi todos los enfermos
de la ciudad.
La caridad de la santa también se extendía a los condenados
a muerte a quienes ayudaba a encontrar a Dios. Santa Catalina fungió exitosamente
como moderadora entre la Santa Sede y Florencia pues ésta había formado una liga contra
el Vaticano, y que finalmente se llegó a la reconciliación bajo el Papa Urbano VI.
Santa Catalina entonces volvió a Siena donde empezó a escribir su famosa obra mística
"Diálogo de Santa Catalina" pero paralelamente, la salud de la santa empeoraba obligándola
a soportar grandes sufrimientos. Dos años después del fin del cautiverio de los Papas
en Aviñon estalló el escándalo del gran cisma, por lo que Santa Catalina se estableció
en Roma, donde luchó infatigablemente con oraciones, exhortaciones y cartas, para
ganar nuevos partidarios al Papa legítimo.
Pero la vida de la santa tocaba
a su fin y en 1380 el 21 de abril, un ataque de apoplejía la dejó semiparalítica y
ocho días después murió a los 33 años de edad.
Santa Catalina fue elegida copatrona
de Europa, junto a Edith Stein y Brígida de Suecia, por estar relacionadas de modo
especial con la historia del continente. Edith Stein, proveniente de una familia judía,
dejó la brillante carrera de estudiosa para hacerse monja carmelita con el nombre
de Teresa Benedicta de la Cruz y murió en el campo de exterminio de Auschwitz, representando,
como señaló el propio Juan Pablo II, un símbolo de los dramas de la Europa de este
siglo. Brígida de Suecia y Catalina de Siena, que vivieron en el siglo XIV, trabajaron
incansablemente por la Iglesia, preocupándose por su suerte a escala europea. Así,
Brígida, consagrada a Dios después de haber vivido plenamente la vocación de esposa
y madre, recorrió Europa de norte a sur, promoviendo sin descanso la unidad de los
cristianos, y murió en Roma. Catalina, humilde e intrépida terciaria dominica, llevó
la paz a su Siena, a Italia y a la Europa del siglo XIV; se dedicó completamente a
la Iglesia, logrando obtener el retorno del Papa desde Aviñón a Roma.
Las
tres expresan admirablemente la síntesis entre contemplación y acción. Su vida y sus
obras testimonian con gran elocuencia la fuerza de Cristo resucitado, que vive en
su Iglesia: fuerza de amor generoso a Dios y al hombre, fuerza de auténtica renovación
moral y civil. En estas nuevas patronas, tan ricas en dones tanto desde el punto de
vista sobrenatural como desde el humano, pueden hallar inspiración los cristianos
y las comunidades eclesiales de todas las confesiones, al igual que los ciudadanos
y los Estados europeos, sinceramente comprometidos en la búsqueda de la verdad y del
bien común.